Bucarest pertenece a la UE, pero sus ciudadanos no tienen plenos derechos en el bloque
Intentó rumano suicidarse a lo bonzo al no tener dinero para regresar con la familia a su país
Madrid, 4 de septiembre. Un inmigrante rumano se roció gasolina y se prendió fuego ante la sede de la Subdelegación del Gobierno en Castellón, en un acto con que quiso denunciar la situación de desamparo que sufre su familia en España pues no pueden conseguir empleo, y ni siquiera que todos sean devueltos a su país.
El hombre, que no fue identificado, se encuentra grave en el hospital. Su propósito era suicidarse para llamar la atención de las autoridades a las que ha pedido ayuda para volver a Rumania.
El hombre, de entre 40 y 50 años de edad y padre de dos hijos, se inmoló delante de decenas de personas y la televisión.
Dos agentes de la Guardia Civil intentaron disuadirlo, así como su familia, que también estaba con él frente a la dependencia gubernamental. Cuando el hombre se prendió fuego, los uniformados lograron arrancarle la ropa y trasladarlo al hospital.
La hija del hombre habla poco español, pero suficiente para explicar a la prensa el drama de su familia. Isabella afirmó que su padre estaba “desesperado” por su situación en España, donde viven desde hace poco más de tres meses.
Alguien, que no identificó, los trajo a España prometiéndoles empleo y vivienda. Isabella explicó que su familia quiere regresar a Rumania y que para ello necesitan 400 euros para los pasajes.
La joven insiste en que su familia no llegó a España para robar o prostituirse, sino para trabajar. Durante un tiempo trataron de ganarse la vida recogiendo chatarra y luego se dedicaron a vender refrescos en la playa, pero dejaron de hacerlo cuando supieron que está prohibido.
La familia llegó a reunir el dinero suficiente para poder comprar los pasajes a Rumania, con la mala suerte de que alguien los estafó por segunda vez.
Además, Isabella dice que cada vez que han llamado a la policía local para reclamar ayuda, éstos se han puesto en contacto con los servicios sociales, quienes, a su vez, han llamado a la Cruz Roja, de forma que el proceso que convierte en “un círculo” sin salida en que “nadie ayuda” y al que nadie pone fin. Salvo su padre, hoy.
El subdelegado del Gobierno, Antonio Lorenzo, confirmó en rueda de prensa la versión de la chica. El funcionario reconoció que el rumano lleva dos o tres semanas pidiendo ayuda a distintas instituciones.
En España hay un millón 400 mil rumanos ciudadanos de la Unión Europea (UE), pero no de pleno derecho, pues aunque pueden circular libremente por Europa, para ello se les exige un permiso de trabajo.
Rumania se incorporó a la UE el año pasado, pero para que “facilitar” su integración se acordó que se aplicará una “moratoria” de dos años para equiparar en derechos a los ciudadanos.