Desmedida injerencia del gobernador, base de la restauración priísta: Alberto Olvera, de la UV
“Involución”, los comicios en Veracruz; Herrera queda sin contrapesos: analista
Jalapa, Ver., 3 de septiembre. Este domingo, en Veracruz presenciamos la “restauración priísta”, una obra maestra de ingeniería electoral sustentada en los métodos del clientelismo y participación exacerbada del gobierno estatal.
Los resultados de la elección intermedia –de amplia ventaja para el tricolor– fueron posibles porque el gobernador Fidel Herrera Beltrán disciplinó al PRI y consiguió una importante alianza con la dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo, pero sobre todo porque persiste una división interna del PAN, conocida por propios y extraños como la “onda grupera”, es decir, una confrontación de tribus al estilo PRD, explicó el doctor Alberto Olvera, investigador de la Universidad Veracruzana (UV) y especialista en temas de sociedad civil, participación ciudadana e innovación democrática.
Sin embargo, el doctor en sociología advierte en entrevista que “los resultados electorales marcan una involución en la entidad porque el gobernador ahora actuará sin contrapesos.
“Un poder absoluto, como emperador, con tendencia al autoritarismo”, dijo.
Olvera, autor de La disputa por la construcción democrática en América Latina, agregó que la “restauración priísta” pudo ser posible por varios factores, pero en principio, por la puesta en marcha del clientelismo generalizado, además de la participación abierta del gobierno estatal y el proselitismo desmedido, además de campañas en un contexto de hostigamiento, amenaza y casos de violencia abierta.
“El gobernador Herrera Beltrán disciplinó al PRI como hace mucho no se veía; es decir, logró la unidad tricolor “por las buenas o por las malas, por convencimiento o bajo presión”, precisa el investigador universitario.
A lo anterior agrega las divisiones internas en el PRD y en el PAN, cuyo grado fue directamente proporcional a la fuerza que tomó el priísmo.
Por supuesto, también influyó en la debacle de la oposición el desgaste del PAN como gobierno, en particular en municipios muy importantes para este partido como Córdoba, Orizaba, Veracruz y Boca del Río, aun cuando en este último ayuntamiento logró ganar por escaso margen. La división interpartidista, abunda Olvera, no fue por causas ideológicas sino por diferencia de intereses.
Así, el clientelismo tradicional se mezcló con la desigualdad en la competencia electoral en niveles nunca vistos aquí.
Un factor fundamental para entender los resultados electorales lo constituye la “ominipresencia” de Fidel Herrera a lo largo y ancho del territorio veracruzano; se trata de un mandatario estatal que trabaja los siete días de la semana, que no toma vacaciones y además goza de alta popularidad en diversas zonas.
En el análisis del académico sobresale también el factor PRD, fuerza que acusa una “debilidad brutal” en el contexto de una destrucción; esto es, de tener un nivel hasta de 30 por ciento de los votos por el “efecto López Obrador” en 2006, ahora cayó a una tercera parte, cercano a 10 por ciento.
De la falta de contrapesos en el Ejecutivo estatal, Olvera comenta que es muy grave en cualquier sistema político que “el Poder Judicial esté controlado por el Ejecutivo, a lo que se suma un amplio margen de presión y captación de medios de comunicación e incluso organismos electorales”.
El caso del Instituto Electoral Veracruzano, refiere, es sintomático, pues si bien hizo un esfuerzo por realizar su trabajo en un contexto de pocos recursos y tiene ante sí un Código Electoral de avanzada a escala nacional, su autonomía es endeble, opinó.