La exposición El viajero lúgubre exhibe más de un centenar de obras del artista zacatecano
Presenta el Munal a Julio Ruelas como pieza clave del modernismo
Fue un personaje apasionante, enigmático e impredecible, señala el historiador Antonio Saborit
Su paso por la Revista Moderna, a la que dio fisonomía gráfica, centro de la muestra
Ampliar la imagen La crítica y La domadora, obras que podrán verse en la exposición realizada por el Museo Nacional de Arte
“La primera historiografía de la Revolución Mexicana se encargó de menospreciar a la mayor parte de los escritores y artistas que, por azares del destino, les tocó nacer en el México de Porfirio Díaz, y que de manera automática asociaron a los ‘científicos’ y a las decisiones más lamentables de esa sociedad política”, expresa el historiador Antonio Saborit con motivo de El viajero lúgubre: Julio Ruelas modernista, exposición abierta en el Museo Nacional de Arte (Munal), en Tacuba 8, Centro Histórico, con motivo del centenario de la muerte del pintor, grabador e ilustrador zacatecano, que se cumple el próximo 16 de septiembre.
Sin embargo, la “rebelión” del equipo que producía la Revista Moderna –fundada en 1898–, llevó a que la publicación fuera censurada directamente por Díaz y su esposa.
Miguel Cervantes, cocurador de El viajero lúgubre, con Jaime Moreno Villarreal, explica: “Aparentemente, después de la publicación de unos textos en la Revista Moderna (en 1903) (Díaz y su esposa) tienen un diálogo con el escritor Ciro B. Ceballos y envían un mensaje a sus integrantes diciendo que se han excedido. Entonces, se convierte en la Revista Moderna de México, pero ya no tiene el peso literario que tuvo en su primera época”.
Tras el cierre de la Revista Moderna, varios la dejan. Ruelas se va a París, becado a finales de 1904 por Justo Sierra, aunque sus dibujos se siguen utilizando en la publicación hasta el final de su vida. Integrada por más de 100 obras, El viajero lúgubre enfatiza precisamente la presencia de Ruelas en la Revista Moderna. Autor de un texto del catálogo próximo a aparecer, Saborit se refiere a Ruelas como un personaje “apasionante, enigmático e impredecible, pieza clave del movimiento literario del llamado modernismo, lo que también le da el rasgo de paradójico”.
Aunque Ruelas no participó en el primer número de la revista –un fracaso, por cierto– José Juan Tablada, su amigo desde la adolescencia, sugirió su incorporación. Para eso, el nuevo director, Jesús Valenzuela, visitó el estudio de Ruelas y, “como nos sucede a todos”, se quedó encantado al ver por primera vez su trabajo. Los de la revista encontraron en la pluma de Ruelas “lo que quizá todo grupo literario quisiera tener: alguien que le dé una fisonomía gráfica” a su obra escrita. Incluso, en lugar de ilustrar los textos de la revista, éstos se realizan a partir de los dibujos de Ruelas, anota Saborit. Como dato curioso, los modernistas imprimían su revista justo detrás de donde ahora está el Munal, en el Callejón del 57.
Poeta de la línea, el núcleo temático referente a la participación de Ruelas en la Revista Moderna comprende desde los frisos que, con un dibujo, remataban sus páginas, y las viñetas en las cuales se impone una violencia extrema nacida como “la rebelión ante una sociedad que disfraza todo con banalidades”, apunta el curador, Miguel Cervantes, quien ha seguido la obra del artista desde que a principios de los años 70 sus dibujos empezaron a aparecer a la venta.
Trabajos escandalosos
Un familiar de Archibaldo Burns, también escritor de la Revista Moderna, destruyó muchos dibujos de Ruelas al encontrarlos “escandalosos”. A finales del siglo XIX escandalizaba la combinación que hacía de “erotismo y religión”, apunta Cervantes. El coleccionista Eduardo Morillo Safa adquirió todo lo que pudo de los dibujos de esa publicación quincenal.
La muestra también incluye 13 pinturas del zacatecano que, siendo alumno de la Academia de San Carlos, consiguió en 1892 una pensión para estudiar en la Academia de Artes de Karlsruhe, Alemania. Entre los óleos figuran La entrada de don Jesús Luján a la Revista Moderna (1904), “uno de los cuadros más relevantes de la historia de la pintura mexicana”, según Cervantes; El sueño de Athos (1905), vendido a un coleccionista mexicano en la subasta de primavera de 2006 de Sotheby’s; La domadora (1897), y Fauno niño (1898).
El tercer y último núcleo temático, Al aguafuerte, muestra los grabados que Ruelas hizo en 1906, en el taller del grabador francés J.M. Cazin. Entre ellos está La crítica, autorretrato del artista, en cuya plancha su imagen aparece borrada con ácido por el mismo autor, razón por la que existen muy pocas copias.
Julio Ruelas falleció en París, en un humilde hotel del barrio Latino. Su amigo y benefactor, el chihuahuense Jesús Eugenio Luján, pagó los derechos de una concesión en el cementerio de Montparnasse, por un periodo de 99 años, para depositar los restos de Ruelas.
La necesidad de renovar la concesión ha movilizado a varias personas con el propósito de evitar que los restos del artista se envíen a la fosa común y que el grupo escultórico encargado a manera de túmulo al mexicano Arnulfo Domínguez Bello, sea almacenado. Inclusive, se creó la Asociación de Amigos de Julio Ruelas.
Pero la última palabra todavía no se pronuncia.