Qué ha sucedido en este país
A veces me cuesta trabajo explicar a los jóvenes, e incluso a mí mismo, lo que le ha pasado a nuestro país en los últimos 60 años (a partir de 1950). Desde luego que entonces había pobreza y nuestros problemas eran muchos en la ciudad, que padecía inundaciones, apagones y en ocasiones falta de víveres, o en el medio rural, donde faltaban escuelas, médicos y trabajo para los campesinos, que empezaban a migrar a las ciudades y a Estados Unidos. Sin embargo, éramos un país próspero, alegre y con una cultura de hondas raíces nacionales.
Los mexicanos nos sentíamos seguros y orgullosos de nosotros mismos, teníamos un país fuerte, sabíamos que contábamos con los recursos para superar nuestros problemas, de ello nos hablaban las escuelas y las universidades, los hospitales y las obras hidroeléctricas que surgían a lo largo de nuestro territorio, los cañaverales y los cultivos de maíz en el campo, las industrias y los pequeños talleres de artesanos en las ciudades.
Yo tuve oportunidad de salir a estudiar en 1963, para hacer un posgrado a Estados Unidos, y pude trabajar allí varios años, en una empresa de alta tecnología, para hacer mi tesis. Nunca pensé venir de un país inferior o atrasado, tampoco tuve la menor duda de que al terminar mis estudios regresaría a México, donde mis conocimientos serían útiles y me permitirían lograr un desarrollo profesional similar al de mis compañeros de escuela en aquel país.
Eso no pasa hoy. Los jóvenes emigran en busca de trabajos y oportunidades. Un buen número de los que salen a estudiar piensan desde el principio que aquí es poco lo que podrán hacer, en un país inseguro, cada día más controlado por la delincuencia organizada, sin certidumbre a futuro y sin motivos de orgullo más allá de los que nos pueda brindar algún deportista por un tiempo; no tenemos ni hemos tenido un proyecto de nación por mucho tiempo, tampoco pareciéramos contar con líderes capaces para recuperar el rumbo.
¿Cuál es la explicación de todo esto? ¿Cuándo fue que perdimos el rumbo? ¿Qué podemos hacer hoy para recuperar nuestro camino? ¿Se debe todo a nuestro crecimiento demográfico desmedido? Estas son preguntas que los mexicanos debiéramos hacernos, discutir sobre ellas, buscar respuestas colectivas, en especial para la tercera.
En lo personal pienso que nuestro desastre tiene que ver con el proceso de globalización, no porque éste sea malo por sí mismo, pues existen evidencias en el sentido opuesto, sino por la forma en que ha sido instrumentado por gobernantes ineptos, rapaces, faltos de visón e irresponsables, comprometidos más con intereses y empresas extranjeras que con el país al que supuestamente servían. De ello da cuenta la aplicación de prácticas que los gobiernos impulsores de la globalización no han realizado en sus propios países.
La permisividad de prácticas monopólicas, la entrega del mercado de consumo a empresas extranjeras, con el desmantelamiento consecuente de cadenas productivas mexicanas, la ausencia de créditos y apoyos para los pequeños productores agropecuarios e industriales, la falta de visión para utilizar la industria energética nacional como motor del desarrollo interno, tal como ha sucedido en otros países y, desde luego, la generalización de las prácticas de corrupción arropada por una supuesta normatividad y transparencia gubernamental, están en el origen de la problemática descrita.
No es una coincidencia que al final de todo esto, el actual gobierno sea uno de los más débiles y cuestionados de la historia moderna de México. Su permanencia en el poder requiere del establecimiento y cumplimiento de compromisos con algunos de los grupos de interés más cuestionados, incluyendo a los asociados con el gobierno anterior.
En este escenario resulta difícil pensar en soluciones a corto plazo, ni de carácter genérico; me atrevo a pensar, por ello, en proyectos puntuales en campos específicos, que permitan resolver algunos de los problemas estructurales que enfrenta el país, y que al mismo tiempo puedan servir de motores para la generación de empleos y de ejemplos a seguir, declarándolos proyectos nacionales de alta prioridad, reservados para su ejecución por empresas mexicanas con una normatividad orientada al fomento económico.
Algunos ejemplos específicos podrían estar relacionados con: A) El desarrollo y la aplicación de fuentes alternas de energía en la industria, el transporte y los servicios urbanos. B) El desarrollo de un plan de servicios, de cuidado y atención, de capacitación, de actividades productivas y de entretenimiento para los adultos mayores. C) El desarrollo de un programa orientado a la conformación de una industria de alimentos, orientada a asegurar tanto nuestra autosuficiencia alimentaria como una capacidad razonable de exportación.
Estoy seguro de que otros temas igualmente importantes pueden ser sugeridos por los lectores. Muchas naciones han utilizado con éxito este tipo de estrategias.