Salinas, críticas a la oposición; Zedillo, respuestas en corto, y Fox, mantas y murmullos
Primeros informes, del rito faraónico a la confrontación y el apoyo silencioso
El punto de mayor enfrentamiento, hace un año, cuando el presidente no llegó a la tribuna
Los tres pasados presidentes de la República se han topado, al acudir al Palacio Legislativo a rendir su primer Informe de gobierno, con ambientes de franca hostilidad mezclados, en el mejor de los casos, con la actitud pasiva de algunas bancadas. Cuando mucho han tenido que conformarse con los aplausos de los diputados y senadores de su partido, de su familia e invitados especiales.
De ahí en fuera, para Carlos Salinas de Gortari, en 1989; Ernesto Zedillo Ponce de León, en 1995, y Vicente Fox Quesada, en 2001, el rencuentro con el Congreso que apenas unos meses atrás los había ungido, se registró en las crónicas como un intercambio de increpaciones lanzadas por los legisladores y, en respuesta, el reproche velado de los presidentes, dichos preparados previamente o improvisados al calor de la ceremonia.
Lo único real es que, desde entonces, las faraónicas y cortesanas demostraciones de elogio al mandatario en turno quedaron borradas, al parecer para siempre.
El punto máximo de tensión en los informes se vio no en el primero, sino en el último uno de septiembre del sexenio pasado, cuando las manifestaciones de repudio contra Vicente Fox alcanzaron niveles extremos, porque ese día, quien fuera el primer presidente surgido de la oposición simplemente no pudo utilizar la máxima tribuna del país.
Paradójicamente fueron las propias decisiones de su gobierno y de los legisladores de su partido las que llevaron a ese inédito e insólito desenlace. Desde semanas atrás, la directiva camaral, a cargo del PAN, ordenó sitiar las inmediaciones y el interior de San Lázaro con numerosos agentes policiacos de diversas corporaciones y del Estado Mayor Presidencial.
Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD, denunció ese día, desde la tribuna, la virtual toma del recinto legislativo (que incluyó la presencia de francotiradores en las azoteas de los edificios aledaños) así como la conculcación del derecho al libre tránsito de los vecinos de esa zona de la ciudad.
De inmediato, los legisladores del PRD y del PT tomaron la tribuna y, a su arribo a San Lázaro, Fox Quesada ya no entró al salón de sesiones. Apenas permaneció siete minutos en el vestíbulo, suficientes para entregar el documento con su último Informe y regresar a Los Pinos. Utilizó entonces la televisión para transmitir un mensaje a todo el país.
Como trasfondo estaban también las elecciones presidenciales de dos meses atrás, cuando la oposición aseguró que se cometió un fraude para despojar del triunfo a Andrés Manuel López Obrador.
Salinas, noviembre en Bellas Artes
Merced a una efímera reforma legal, el primer Informe de Carlos Salinas de Gortari fue en noviembre. Se realizó en el Palacio de Bellas Artes por el incendio que meses atrás había consumido buena parte de San Lázaro.
Con el estigma que lo acompañó a lo largo de su sexenio (1988-1994) de haber llegado a la Presidencia como resultado de un fraude electoral, Salinas de Gortari se presentó ante el Congreso con un discurso grandilocuente y reformador y una ensayada serenidad.
De acuerdo con la crónica publicada en estas páginas por Miguel Angel Rivera, “en repetidas ocasiones, los diputados perredistas gritaron su inconformidad y, en tres oportunidades, intentaron la interpelación formal”, pero fueron atajados por el presidente del Congreso, el priísta Guillermo Jiménez Morales.
Salinas de Gortari recibió gritos de “¡Cínico!”; lo acusaron de mentir y la diputada Celia Torres se dedicó a exhibir cartulinas con leyendas como: “Apertura democrática; No al desmantelamiento de las instituciones al margen de la ley; No a la política industrial anacrónica; Conasupo del pueblo; Cananea no se olvida”.
Los priístas respondieron con ovaciones al presidente. Los reclamos subieron de tono cuando Carlos Salinas, después de convocar al diálogo político a la oposición, se refirió “a los reducidos grupos que persisten en el dogmatismo del todo o nada”.
Como años después lo haría con Fox la bancada del PRI, en esa ocasión el PAN permaneció expectante y en silencio.
Zedillo recorta el tiempo en la tribuna
Acaso lo más destacado del primer Informe de Ernesto Zedillo (1994-2000) fue el tiempo que destinó a su mensaje. Fue motivo de asombro el hecho de que quien sería el último presidente de la era del PRI ocupara sólo 80 minutos para salir del trámite.
Sin embargo, en ese lapso también campearon las pullas y reclamos desde la bancada del PRD. De hecho, un anticipo de lo que vendría se dio cuando momentos antes de tomar la palabra llegó hasta el mandatario el diputado Félix Salgado Macedonio –actualmente alcalde de Acapulco– y le entregó una carta escrita por viudas de Coyuca de Benítez, exigiéndole justicia al mandatario.
Y aunque propiamente la ceremonia transcurrió, de acuerdo con la crónica de Elena Gallegos, “en medio de una silenciosa protesta interrumpida apenas por aislados gritos”, fue al final, cuando Zedillo se disponía a salir del recinto, que los legisladores del PRD le lanzaron increpaciones directas, a las que el mandatario, fiel a su estilo, respondió “en corto”.
Así, cuando Salvador Martínez Della Rocca, El Pino, quiso entregarle una manta con una leyenda de protesta, Ernesto Zedillo le respondió: “Guárdala para el año que entra”. Más adelante le exigieron espacios educativos para los estudiantes rechazados en el examen de admisión a la enseñanza superior y él reviró: “Recomiéndenles a los muchachos que estudien más para el próximo año”. Y así lo hizo con otras expresiones similares.
Fox tuvo a Calderón como defensor
Lejos de imaginar el descolón que viviría ahí mismo, seis años más tarde, Fox Quesada no tuvo, a decir de las reseñas de ese día, mucho que informar.
Acaso, y por la ubicación que hoy ocupan en la escena política nacional, baste consignar que durante la lectura de las posiciones partidistas, la del PAN fue presentada por Felipe Calderón Hinojosa –quien por supuesto justificó la política económica de su compañero de partido– y que la presidencia del Congreso la ocupaba Beatriz Paredes. Él es hoy presidente de la República; ella, dirige el PRI.
De nuevo el PRD llevó el protagonismo de las protestas. Los más activos fueron los diputados Miguel Bortolini y Petra Santos, quienes desplegaron cartulinas y mantas: “No apoyaremos a Fox en IVA a alimentos y medicinas”; “Creceremos al 7% bla, bla, bla”; “Justicia en el caso Chimalhuacán”, entre otras.
Jaime Avilés reseñó así el comportamiento de las otras bancadas: “la del PRI, cuyos diputados, al igual que algunos del PVEM, gritaban fruslerías, agachándose para que Fox no los viera y tapándose con la mano la boca para que nadie pudiera entenderlos…”
Realmente nada como lo que se viviría seis años después.