El autor recrea en dos novelas el choque de culturas
Meza: la historia es una construcción imaginaria
El FCE redita La huella del conejo y La saga del conejo
Ampliar la imagen Meza, durante la entrevista con La Jornada Foto: Yazmín Ortega Cortés
La historia no es una ciencia, es una construcción imaginaria con pretensiones científicas, pero ahí nada está verdaderamente comprobado. Lo dice un historiador: Julián Meza. Esta es una de las ideas que rigen sus novelas La huella del conejo y La saga del conejo, en las que aborda –desde la ficción y la parodia– la llegada de los europeos a América.
Publicadas por primera vez en 1991 y 1993, respectivamente, las obras acaban de ser reditadas por el Fondo de Cultura Económica en un volumen.
“La historia se pretende objetiva, pero la historia y, sobre todo, el historiador son muy relativos. No hice novelas históricas, sino novelas que pervierten la supuesta objetividad de la historia, dando paso a la imaginación. Me conecto con momentos de esa historia, pero de manera diferente. Por ejemplo, todo ocurre en el lomo de una ballena que tiene el tamaño de un continente. Quizá un día la ballena despierta.”
Meza escribió las obras antes del quinto centenario del descubrimiento de América. “Todos empezaron a proponer libros verdaderos sobre aquel acontecimiento. Pensé: ¿por qué no hacer algo entretenido, divertido, sin esa solemnidad propia de la academia y se me fue ocurriendo poco a poco algo que me costó más tiempo pensarlo que escribirlo.
–¿Cuál es su posición frente al acontecimiento en sí?
–Como todo acontecimiento histórico, es irreversible. Situarse en el acontecimiento para decir que estuvo bien o mal, fue triste o terrible, me parece totalmente inútil, porque no cambia la situación. Las características de la confrontación fueron brutales, pero ya produjo sus efectos y son irrevocables. Diría que lo que nos toca es asumir son resultados. Nos ponemos del lado de las víctimas cuando en realidad somos producto de los victimarios.
“Creo que desde distintos puntos de vista se magnifica el hecho. Desde cierto punto de vista se le ve como una proeza marítima, que hasta cierto punto lo es, aunque en su momento no fue visto como tal, al contrario; a la corona española no le es significativo hasta que se da cuenta de que puede ser rentable. Por otro lado, la empresa expoliadora que sigue al descubrimiento es aclamada por unos historiadores de la misma manera que otros la ningunean y satanizan. En La saga del conejo me divierto con eso, confrontando las dos historias: unos dicen que son magníficos y otros que son unas bestias. Ahí relativizo ambos puntos de vista.”
–¿Qué papel cumple la ficción?
–Darnos un respiro frente a un mundo horrible que no se puede cambiar.
–¿Horrible y acaso inexplicable?
–Inexplicable desde el punto de vista de una supuesta lógica, de una supuesta coherencia, de una supuesta cientificidad. Diría que desde sus orígenes el mundo es caótico y todos los intentos por ordenarlo siempre han fracasado, no se puede ordenar lo que no es ordenable. Hay intentos de orden que son erróneos, y la literatura a veces se ríe de esos intentos.
–En ambas novelas subyace un cuestionamiento a la historia entendida como algo infalible.
–Definitivamente. El historiador piensa que lo que está contando es realmente lo que ocurrió, cuando es una version parcial y fragmentada de la realidad. Cuando los acontecimientos históricos se van alejando conforme pasa el tiempo, la mirada cada vez es más ajena al propio acontecimiento. Además, el imaginario de los protagonistas no es un imaginario moderno, sino anterior a la modernidad.
“A mí, por ejemplo, no me importa si lo que Homero cuenta en el episodio frente a las murallas de Troya es cierto o no, me parece atractivo, interesante, divertido y tremendo al mismo tiempo. Que sea real o no, no me interesa. Si el señor que escribió eso se llamaba Homero o Alcibiades, me da lo mismo. Yo disfruto leyendo la Ilíada o la Odisea, que son producto de la imaginación, no de la realidad.
La historia –refrenda Meza– “es una construcción de distintos imaginarios y no es ajena al imaginario del historiador, que piensa los acontecimientos con una lógica ajena a la verdadera historia. Por eso creo que la ficción ofrece un mayor campo a la libertad de creación en la medida en que no tiene que rendir cuentas a nadie”.