Usted está aquí: martes 28 de agosto de 2007 Cultura Itacate

Itacate

Cristina Barros y Marco Buenrostro
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Chías

Nuestros antepasados llamaron chías a dos semillas pequeñas y comestibles. Una de estas chías es la que se utiliza para hacer agua fresca; en la época prehispánica se le extraía aceite; según algunos cronistas, servía para cocinar, aunque otros documentan su uso para elaborar pinturas, tal como se hace con la linaza europea.

En distintas narraciones se mencionan, entre las semillas que servían de alimento, el huauhtli. Este párrafo es particularmente revelador; corresponde a la Crónica mexicana, de Hernando Alvarado Tezozómoc.

Al enumerar los productos que se guardaban en las trojes de Tenochtitlán, el autor menciona entre las “cargas de cacao, chile en fardos y algodón en fardos, otros fardos de pepitas; cargas de chian tzotzol, herbajes de sol, chian delgado, chianpitzahuac, semillas de huauhtli y tlapoalhuauhtli de colores, huauhtli blanco…”

Al precisar que el chian tzotzol era un herbaje para mitigar la sed, es evidente que se refiere a la chía que utilizamos para hacer agua fresca. En la Historia general de las cosas de la Nueva España se hace distinción de ambas chías, “y también chian, que se llama chianpitzhuac, y otras que se llaman chiantzotzol”. Esta última es la Salvia hispánica occidental.

De alguna chía hacían harina, como se desprende de esta cita en la que se ennumera lo que se ponía como ofrenda a Cintéotl, dios del maíz, y a Chicomecoatl, diosa de los mantenimientos: “y también ponían delante de esta imagen un chiquihuite de harina de chian, que ellos llaman pinolli; otro chiquihuite con maíz tostado, revuelto con frisoles…”

Para otra de las fiestas del calendario religioso se preparaba una canoa de un atole hecho de harina de chía y agua; ahí tampoco se específica de cuál chía se trataba. En otro párrafo de la Historia general... parece haber una respuesta: “Después de haber comido, no les daban cacao, sino atulli, que se llama chianpitzahuac”.

Esto significa, que la chía que se utilizaba era la delgada o la pequeña, pues pitzahuac es “pequeño, menudo” en náhuatl. En unos párrafos no traducidos del libro undécimo, capítulo XIII, aparecen dos chías, una llamada tlitic chien, que es “una manera de chía negra”, y otra, la chiantzotzol o chía blanca y redonda.

En el caso de los amarantos, que los españoles llamaban bledos, la situación es más compleja, pues en el Vocabulario de Alonso de Molina están registrados ocho: beldos blancos (michihuauhtli), pardos (nexuauhtli), amarillos (xochiauhtli), colorados (tlapoalhuauhtli), morados (chichiulkhuauhtli), negros (tezcauauhtli), ne-gros de otra manera (tlihuauhtli) y azules (texouauhtli).

De estos huauhtlis, algunos pertenecen al género Chenopodium y otros al género Amaranthus de la clasificación occidental.

En la zona de Pátzcuaro los incluyen en la palabra chía. Hay chía blanca, roja y negra, como lo muestran investigaciones recientes de las que nos ocuparemos en otra entregas.

 
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