Entre el grupo estaría el autor material y cinco agentes de los servicios secretos
Detienen en Rusia a 10 presuntos sicarios vinculados al asesinato de Politkovskaya
Un criminal de origen checheno ordenó matar a la periodista, afirma el procurador
Ampliar la imagen El presidente ruso, Vladimir Putin; el procurador general, Yuri Chaika (al centro), y el director del Servicio Federal de Seguridad, Nikolai Patrushev, ayer en el Kremlin poco antes de la rueda de prensa en la que anunciaron la detención de un grupo de sospechosos del asesinato, hace diez meses, de la periodista Anna Politkovskaya Foto: Ap
Moscú, 27 de agosto. La procuraduría rusa anunció este lunes la detención de diez integrantes del entramado criminal que hace diez meses acalló a tiros la voz más crítica hacia el Kremlin, la periodista Anna Politkovskaya, quien también se ganó incontables enemigos por sus denuncias de los horrores de la guerra en Chechenia y de todo tipo de abusos y violaciones de los derechos humanos en el Cáucaso del norte y otras regiones de este país.
Entre los detenidos figuran el presunto asesino material y cinco policías y agentes de los servicios secretos en activo o retirados que participaron en el seguimiento de Politkovskaya y proporcionaron a los sicarios información puntual sobre los movimientos de la periodista.
Hasta ahora sólo se conoce el nombre de uno de ellos, el teniente coronel del FSB (Servicio Federal de Seguridad, dependencia sucesora del KGB soviético), Pavel Riaguzov, y trascendió que en el grupo había al menos tres chechenos.
El procurador general Yuri Chaika, de acuerdo con las imágenes difundidas por la televisión local durante la audiencia que le concedió el presidente Vladimir Putin, dio a entender que el asesinato de Politkovskaya “es un caso resuelto”, conclusión que los compañeros de la periodista en Novaya Gazeta consideran “prematura” en un editorial subido esta tarde a la página web del bisemanario.
“No han sido detenidos todos los que participaron en el crimen y aún habrá que demostrar de manera convincente la culpa de los diez arrestados, para que la acusación no se desmorone en el juicio por falta de pruebas”, advierten los compañeros de Politkovskaya.
Chaika dijo que los sicarios “obedecían órdenes de un conocido criminal de origen checheno que opera en Moscú y se especializa en asesinatos por encargo no sólo en el territorio de Rusia, sino también de Ucrania y Letonia”.
Al insinuar que los detenidos podrían estar relacionados también con el asesinato de Paul Khlebnikov, director de la edición local de la revista Forbes, el procurador hizo el retrato hablado del checheno Josh-Ahmed Nujayev.
La justicia rusa asegura, aunque sin poder probarlo todavía, que este jefe de una organización criminal en la capital rusa es quien habría ordenado matar al periodista estadunidense de origen ruso en venganza por revelar información confidencial en su libro Conversaciones con un bárbaro, centrado en entrevistas con Nujayev, ex dirigente separatista que, tras la primera guerra ruso-chechena, se recicló en delincuente moscovita.
El problema es que Nujayev, presentado ahora como el organizador material del asesinato de Politkovskaya, lleva años en paradero desconocido, presumiblemente en Azerbaiyán o en algún otro país musulmán que le estaría dando protección, por lo cual no puede confirmar ni desmentir quién le pagó por matar a la periodista de Novaya Gazeta.
Y el hecho de que Chaika no haya nombrado hoy al autor intelectual, no se diga haya presentado en su contra evidencias concluyentes, empaña la sin duda excelente noticia de la detención del grupo de sicarios.
Porque falta lo principal para que el crimen no quede impune, toda vez que los asesinos materiales pudieron haber matado a Politkovskaya sin saber, por la extensa cadena de intermediarios que suele haber en estos casos, quién hizo el deleznable “encargo”.
El procurador general de Rusia, sin embargo, está convencido de que los resultados de la investigación “apuntan a que sólo individuos que se encuentran fuera del territorio de Rusia podían estar interesados en ordenar la muerte de Politkovskaya”.
Según Chaika, el asesinato de la periodista, igual que el del banquero Andrei Kozlov también atribuido por él a los detenidos, en lo que parece un exceso para un mismo grupo de sicarios, “resultaba útil ante todo a personas y estructuras que buscan desestabilizar Rusia, modificar el orden constitucional, regresar al antiguo sistema de gobierno donde el dinero y los oligarcas decidían todo, desprestigiar a los gobernantes rusos y provocar presiones foráneas contra ellos”.
Esta grave acusación, por ahora no sustentada en pruebas, se puede interpretar como alusión a Leonid Nevzlin, refugiado en Israel y socio del sentenciado ex dueño de la petrolera Yukos, Mijail Jodorkovsky, pero sobre todo al magnate Boris Berezovsky, exiliado en Gran Bretaña, quien casualmente el domingo anterior arremetió de nuevo contra Putin desde las páginas de un periódico británico.
“Politkovskaya conocía y se reunió varias veces con la persona que la mandó matar”, insistió Chaika sin revelar la identidad del supuesto autor intelectual.
Llama la atención que el anuncio de “los avances en el esclarecimiento” de este crimen se hayan dado a conocer a escasos días de que arranque oficialmente la campaña electoral para renovar la Duma en diciembre próximo.
Al respecto Novaya Gazeta advierte: “Es muy grande el riesgo de que se lleven a cabo todo tipo de maniobras políticas en torno a las circunstancias del asesinato de Politkovskaya. No tenemos todavía ninguna garantía de que los apellidos de los que realmente encargaron el crimen y los apellidos que figurarán en el acta acusatoria serán los mismos”.