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La Revolución de Señal 3
Fabián Muñoz
En el corazón de La Victoria, una de las poblaciones marginales más combativas en Santiago de Chile, un grupo de plomeros, electricistas, repartidores de gas butano y estudiantes hacen una “revolución comunicacional”, operando desde hace casi diez años un canal de televisión de señal abierta al margen del marco legal de ese país.
Dentro de una pequeña casa donde el recibidor es el estudio y sus dos habitaciones son modestas islas de edición, Luis Pololillo, coordinador y fundador de ese colectivo, comenta que con casi veinte años de existencia, el Canal Señal 3 de La Victoria desarrolla un trabajo de difusión cultural, así como sobre derechos humanos, sindicales y del consumidor, a través del video, primero mediante “pantallazos” en los barrios durante la dictadura pinochetista, y ahora en señal abierta ilegal con una recepción potencial en 800 mil hogares de las zonas populares en la capital chilena.
Pololillo, quien adoptó su nombre en la clandestinidad como apellido, comenta que con el apoyo de esa organización ahora operan ilegalmente ocho canales similares en Chile, realizando actividades para crear una Red Nacional de Televisoras Populares en la que se incluye la primer emisora televisiva indígena que transmite en lengua mapuche.
“La Revolución Comunicacional se puede desarrollar en todas partes, en México, Estados Unidos... en todas partes donde el pueblo necesita tener la voz se puede desarrollar una revolución comunicacional”, expresa. “La televisión penetra en la mente de las personas y creo que somos llamados como pueblo a tomar esa arma, que es el cuarto poder, y que hoy día se está convirtiendo en el primer poder, porque te puede subir o bajar a un gobierno.”
Apenas un par de horas atrás, la cita con Señal 3 iniciaba en la puerta trasera del Palacio de la Moneda, donde se acuerda el encuentro con Manolo, uno de los miembros del directorio de la emisora, quien acababa de terminar un trabajo de plomería para reunirse conmigo.
Luego de presentarnos nos trasladamos en “micro” (camión urbano) hasta la Población de La Victoria, un asentamiento que hace cincuenta años fue escenario de la primera toma de tierras para crear una colonia popular. Durante la dictadura militar, los habitantes de La Victoria fueron un bastión de la disidencia, teniendo desde siempre una sólida organización vecinal reflejada ahora en los murales con imágenes de Salvador Allende, el Che Guevara y el Subcomandante Marcos , que decoran la vía principal por la que caminamos. Sobre esa calle, en una amplia bodega, hay un local del Partido Comunista. Seguimos hasta llegar a una casa que resalta de las otras solamente por una enorme antena en su azotea y una cochera donde hay amontonados tablones de madera pintados, que se usan como escenografía en sus transmisiones desde el estudio.
“Trabajamos más de cuarenta y cinco compañeros de manera voluntaria en este Canal”, comenta Luis Pololillo, “nosotros no somos periodistas, somos autodidactas. Hemos tenido que aprender en el camino. De los miembros del directorio, Manolo y yo somos plomeros, Alex vende gas butano en un camión, Jenny estudia pedagogía, Chalo y Gabriel son electricistas y Nivaldo estudiaba el cuarto y medio [ año], pero lo truncó por no tener plata”.
En las dos habitaciones se aprecia lo dicho por los miembros del Canal: que “con poco se puede hacer televisión”: una videocasetera, un dvd , una radio, tres o cuatro monitores de televisión, una cámara digital y una computadora para editar.
“Ahora tenemos equipo digital, porque un amigo de Europa nos regaló la cámara y el computador. Antes no teníamos cómo digitalizar imágenes, estuvimos durante ocho años editando de video a video”, expresa.
Para que el proyecto fuese autofinanciable, el Colectivo implementó un sistema de recaudación de recursos consistente en venta de publicidad con un costo de dieciocho dólares estadunidenses mensuales a los pequeños comerciantes de la zona, así como un cobro similar por el espacio al aire para las organizaciones que participan con alguna producción en Señal 3.
“Cobramos dieciocho dólares por una publicidad para la carnicería, la botillería [ vinatería] o para una veterinaria. También fabricamos antenas para la gente que no puede ver nuestra señal y las vendemos en seis dólares, aunque de antemano en las transmisiones explicamos cómo hacer antenas caseras con objetos de su casa, ya que lo importante es que nos vean”, explica.
Pololillo añade que el cobro a las organizaciones para transmitir sus programas, junto con la publicidad, les ha permitido solventar los gastos de operación que llegan a los cuatrocientos dólares mensuales, incluyendo la renta del inmueble, servicio de teléfono e internet, compra de material de trabajo y compostura de equipo dañado.
“Hemos llegado a tener diecisiete programas en parrilla de miércoles a domingo, en vivo, y estamos esperando dos nuevas producciones”, informa, y añade que “entre los programas que se transmiten están Al Otro Lado del Mundo, un programa sobre lo que hace el Centro Cultural de La Victoria; está Trío Metal sobre música hard core , los sábados hay uno del Centro Cultural Villa Sur, así como uno más del Partido Humanista. Tenemos otros sobre derechos humanos, derecho sindical y derechos del consumidor, y por supuesto nuestro programa de noticias”.
Dentro de la programación destaca una producción semanal dedicada a orientar a los espectadores sobre derecho sindical. Ahí se les orienta acerca de cómo crear organizaciones sindicales y la forma de desarrollar negociaciones colectivas con las empresas.
El líder de Señal 3 agrega que, al ser voluntaria la participación, las transmisiones comienzan una vez que sus miembros regresan del trabajo por las tardes. De lunes a miércoles se retransmiten las señales de Telesur y Vive tv , mientras que de jueves a domingo están programadas las producciones locales con horarios de transmisión de las 16:00 a las 03:00 horas.
“Esto varía porque si estoy un miércoles desde la mañana trabajando en la edición de un programa o editando una noticia, aprovecho para estar transmitiendo Telesur o Vive tv ”, comenta.
“CRECEMOS COMO UN VIRUS”
A pesar de transmitir sin el respaldo del marco legal, Señal 3 y otras siete emisoras comunitarias en Chile emiten sus mensajes, logrando una cobertura potencial de cuatro millones de personas en un país que cuenta con dieciséis millones de habitantes.
“A través de una asociación de periodistas de Francia nos llegaron 800 mil pesos chilenos, equivalentes a casi mil 500 dólares. Gracias a esa ocasión compramos un transmisor más para irlo prestando y así podernos multiplicar como un virus dentro de la informática, pero en este caso nosotros creando cada vez más canales comunitarios”, dice Pololillo. “Por esa razón ya tenemos un Canal en Valparaíso, al que le prestamos por cuatro meses el transmisor y en ese tiempo tienen que conseguir el recurso para tener su equipo propio.”
Además del Canal en Valparaíso, Señal 3 ha participado en la creación de emisoras similares en Coquimbo, Talca, entre otras localidades, incluyendo un proyecto para crear el primer canal de televisión en lengua mapuche al sur de Chile, así como en Santiago, dentro de diversas zonas de la capital, sumando ya ocho canales en el país. Actualmente realizan un trabajo similar, con actividades de apoyo para crear una televisora comunitaria en Perú, que sería operada por indígenas.
El dirigente de Señal 3 explica que mediante ese tipo de proyectos buscan democratizar a los medios de comunicación en Chile, pensando en la fundamental participación de la población para crear mensajes diferentes a los que emiten las grandes empresas.
“Lo que estamos haciendo es democratizar a los medios de comunicación en nuestro país, estamos haciendo una revolución comunicacional en un país donde se supone que tenemos a un gobierno socialista, democrático, pero que la gente –a través de todas las entrevistas que hemos hecho– no considera para nada que sea un gobierno socialista democrático”, expresa.
Sin embargo, la situación de Señal 3 no siempre fue la misma, ya que en un principio su labor se desarrolló durante la resistencia contra la dictadura militar, realizando “pantallazos” en las poblaciones marginadas al proyectar documentales políticos y sobre derechos humanos a la gente, siempre cuidando de no ser atrapados por las autoridades.
“Anduvimos harto tiempo de casa en casa, transmitiendo, pero nunca nos atraparon. Nos andaban buscando, pero los mismos pobladores eran los que mandaban a los investigadores para otros sectores y no los mandaban a donde nosotros estábamos efectivamente”, relata, y añade: “Había otros compañeros que lo que hacían era tomarse las señales oficiales y transmitir los comunicados de grupos como el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.”
Poco después de la caída del régimen militar iniciaron sus transmisiones en señal abierta, cambiando constantemente de sede y ahora con una casa rentada, apoyando la creación de una Red de Televisoras Populares de Chile, preparándose para cuando se logre una reforma jurídica que les permita entrar en la legalidad.
“Nosotros creemos que el pueblo chileno necesita tener un espacio donde poder expresarse y eso conlleva una ley. Cuando llegue el momento, vamos a estar preparados para poder golpear la mesa y decir que existimos, y si no nos quieren dar la ley, vamos a pasar de nuevo a la clandestinidad, como ya habíamos estado acostumbrados en la época de la dictadura y en esta seudodemocracia también”, comenta.
Pololillo agrega que, al no estar legalizadas esas emisoras comunitarias, quienes participan en ellas podrían ser encarcelados en cualquier momento aunque, a pesar de tal amenaza, siguen con esa actividad, ya que es un compromiso con su pueblo.
“Sabemos que son al menos diez años que nos podemos ir presos cada uno, pero ante todo eso tenemos el apoyo de los pobladores y eso es fundamental, qué importa si mañana nos pudiéramos ir presos, lo que interesa es aportar una televisión distinta, una televisión alternativa, social, cultural, educativa, que es lo que transforma la mente de las personas.”
Fotos tomadas de: www.canal3lavictoria.cl |
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