Pasatono y la troupe de Otro circo pasan su prueba de fuego ante el público
Noche de nuevos valores en el Atayde
Dos pequeños, de la quinta generación de esta familia circense hacen su debut
Ampliar la imagen En lo alto, Ingrid Celeste Hernández Atayde Foto: Carlos Cisneros
Noche no de gala, pero sí para recordar la del jueves en el Circo Atayde cuando en la función nocturna, como ya viene siendo costumbre, los nuevos valores del actuar circense tuvieron oportunidad de presentarse bajo una carpa.
Tres fueron los géneros que pisaron la pista para someterse al escrutinio del público después que poco más de una docena de cirqueros en ciernes se apersonaron para las audiciones.
Un grupo de músicos, otro de payasos y una tropilla de pulsadores fueron los seleccionados luego de las eliminatorias ante gente de circo
El grupo musical Pasatono, que de Oaxaca procede, deleitó a la concurrencia, nutrida por cierto, con una composición propia, El maromero, y trata precisamente del circo, pero no del tradicional, sino del mixteco que, explica Rubén Luengas, su director, no dispone de carpas, sí de pista circular, y uno de cuyos números fuertes es el de dar maromas.
Violín, voces y un jarrito de barro, que se toca con un trapo, fueron los instrumentos utilizados en la ejecución de la pieza que, a juzgar por la respuesta de la galería, tuvo positivo impacto.
La troupe de Otro circo fue la que más impresión causó. Presentó su número de mástiles: un par de tubos de acero, tensados, en posición vertical y separados metro y medio entre sí. Fueron trepados con simiesca habilidad por ocho de los integrantes del grupo formado en su mayoría por estudiantes universitarios y que no es ajeno para quienes frecuentan los Viveros de Coyoacán, pues es ahí donde realizan sus entrenamientos.
El multifacético Armando Lizárraga, que lo mismo estudió filosofía en Ciudad Universitaria, fue parte del equipo de atletismo de la UNAM y jugó beisbol profesional, es quien está a cargo del grupo que se notó nervioso, pero que cumplió y le puso emoción a la segunda parte del programa, sin menoscabo de otros actos del elenco formal.
Caballos y machincuepas
Los del Otro circo, a pulso, se suben a los tubos de casi tres metros de alto, hacen rutinas gimnásticas, como banderas, y se deslizan como bomberos en llamado de emergencia, nada más que de cabeza y frenan a escasos centímetros de estrellar su cabeza contra el duro cemento de la pista, provocando un grito de alarma de muchas damas y niños, para luego causar asombro general con cambios de tubo a tubo con giro de por medio.
Como colofón de la noche, dos miembros de la quinta generación de la familia Atayde recibieron su bautizo cirquero. Ingrid Celeste Hernández Atayde, a sus 8 años, con gran aplomo realizó acrobacias sobre un caballo –debidamente sujeta a un cable de acero–, mientras que su hermanito Alexis, que tiene apenas 2 años, cautivó en el acto final con sus primeras machincuepas.