“Esta noche, mi corazón lo tienen todos ustedes, hoy son los dueños”, aseguró
Nostálgico, pero divertido, Enrique Guzmán festejó 50 años de carrera
Es “un equilibrista sin red que se burla del dolor y se carcajea del éxito”, refirió Ricardo Rocha
Ampliar la imagen Enrique Guzmán, en imagen de archivo, durante un concierto que ofreció en el Zócalo capitalino en 2003 Foto: Roberto García Ortiz
Flanqueado por cuarenta músicos y diez coristas, por imágenes del recuerdo en pantallas, pero sobre todo por el desbordado cariño que su público le tiene, Enrique Guzmán celebró nostálgico, pero divertido; sentimental, pero irónico, medio siglo de carrera artística, cantando por dos horas sus baladas exitosas ante un Auditorio Nacional repleto, la noche del viernes.
Arreglos orquestales fastuosos, fuegos artificiales, cortina roja de terciopelo, y tres ovaciones de pie por parte de los espectadores, uno al comienzo y dos al final, hicieron de la velada un festejo emotivo. Poco más de dos decenas de canciones románticas llevaron a muchas parejas mayores a recordar sus mozos y sesenteros noviazgos, y al intérprete de Payasito a derramar unos lagrimones. Si bien la voz de Guzmán se halla un poco ajada por el tiempo, su gran carisma y tremendo sentido del humor, así como ser aquél a quien la voz popular ubica como el primero en cantar rocanrol en español, le merecen un respeto bárbaro. Y es que podrá gustar o no, podrá criticársele que viva sólo de sus éxitos de antaño, pero en su rubro, es una institución de la música popular.
Dueños de su corazón
Afuera el aguacero enloquecía las calles. Adentro, a las 21 horas, comenzó a emitirse un video en el que varios personajes del espectáculo le felicitaban: Angélica María (quien al entrar al Auditorio, fue aclamada), Verónica Castro, Daniela Romo… Luego, al frente de las cortinas que cubrían el proscenio, apareció uno de los mejores amigos del septuagenario cantante, el periodista Ricardo Rocha. Entre otras palabras, afables, pero francas, le definió como un “trasgresor de los convencionalismos, un equilibrista sin red que se burla del dolor y se carcajea del éxito, aun con lágrimas por dentro (…). ¿Dónde empieza su vida y acaba la nuestra? Todos tenemos ya algo de él, pues sus canciones nos describen a cada uno de nosotros…”
Las cortinas se abren. Una orquesta con sección de cuerdas y metales, batería, guitarra y bajo eléctricos, ejecuta un medley instrumental con las canciones que el intérprete hizo famosas de los años 60 a inicios de los 70. De pronto, éste aparece en escena. Aún no abre la boca, y el público ya está de pie vitoreándolo. Guzmán aprieta los dientes, está conmovido, sorprendido. Abre garganta con Mi corazón canta y Te seguiré. Sus gestos oprimidos evidencian que está en shock, conteniendo la emoción. Es después de Más, que habla: “En este momento del show siempre hago un chiste… pero… ahora está difícil, no me sale. Si hace 50 años me hubieran dicho que los Teen Tops (banda de la cual fue líder) iban a ser exitosos, que las mujeres me iban a ver de otra forma… yo les habría dicho: están locos. Pero ahora han pasado 50 años, y estoy aquí”. Luego agradece al presentador sus palabras, y hace al fin su broma: “Rocha, no serás un gran periodista, pero eres un excelente amigo”.
También pide aplausos para Armando y Jesús Martínez, integrantes de los Teen Tops, presentes en el foro. Envía saludos al médico que lo ha operado del corazón, para luego acotar: “este señor ha tenido en sus manos mi corazón dos veces… pero esta noche lo tienen todos ustedes. Hoy son los dueños”. Y sí: el público sabe que el cantante ha vencido varias veces a la muerte, y de manera soterrada este hecho acentúa el respaldo mostrado.
“A mi edad todo me hace chillar”
El cantante iría soltando su voz, ya fuera a través de Secretamente o de Cariño y desprecio. Los coros del público se hacen fuertes con Tu cabeza en mi hombro. El canto de Guzmán es adusto, serio, en contraste con su desfachatez habitual. Agradece a su esposa Rosalba Welter haber trabajado en la producción del espectáculo; entre el público, las señoras gritan: “¡socia!”, “¡papacito!” Y él contesta: “No, no… es sólo el traje nuevo”. Los coros prosiguen con Dame felicidad y Oye. Guzmán luce más relajado, y es cuando sonríe ampliamente que su rostro revela el alma juvenil y desmadrosa que lleva por dentro, que de inmediato es cotejada cuando en pantallas, mientras canta Gracias por los recuerdos, aparecen fotos de su adolescencia, así como de sus momentos de gloria, ya sea con los Teen Tops, en la OTI, o al lado de Joaquín Sabina, Miguel Ríos, Juan Gabriel y Julio César Chávez, para culminar con una foto en la que cantan sus cuatro hijos, un tanto más chavillos. Dice entonces: “Rosalba, te dije que no me sorprendieras con estas cosas tan bonitas, que a mi edad ya todo me hace chillar”. Saluda a sus hijos presentes, entre los que está Daniela, quien integra los coros, y Alejandra, quien de primera fila se levantó a besarlo.
Luego canta acompañado tan sólo por un piano, en las manos del octagenario maestro Chucho Zarzosa, Las hojas muertas. Es uno de los momentos más conmovedores. Guzmán agradece y reconoce a Zarzosa como su principal consejero. En seguida canta una de las más coreadas: su emblemática Pensaba en ti, a su decir, compuesta por él.
Espontáneo, rompiendo la formalidad, hace gestos, echa relajo entre canciones o a la mitad de ellas. Se toma una “copita”. Vienen Quiero ser feliz y Anoche no dormí. Paradójicamente, canta más baladas que temas rocanroleros, justo los que lo encumbraron como ídolo juvenil. Claro que el momento “movido” tenía que llegar, con Lucila y La Plaga. Intenta atacar una guitarra, pero en realidad ni la toca. Consciente de su condición, dice bromista: “Híjole… en serio ya no es lo mismo…”
A su manera
En este punto, su voz está aún más cómoda: en los alientos largos, la saca a todo pulmón, atronadoramente, para luego matizar con fraseos sutiles. Dice disfrutar Acompáñame y Uno de tantos… y se le nota al cantar. Interpreta Payasito, al lado de una chica equilibrista. Luego dice: “Hace 15 años hice aquí un show por mis 35 años, y le dije a mi mamá que se esperara a mis 50… pero no quiso. Quiero dedicar Buen viaje a los que ya no están. A ella, a Manolo Muñoz, a Sergio Martell, pianista de los Teen Tops… a todos esos que allá me esperan… ¡Nada más no empujen!” Luego, cuando va a cantar Gotas de lluvia, expresa: “Hace 15 años dije que hoy iba a hacer llover… y creo que lo logré”. Cierra con Tu voz y viene la segunda ovación de pie. Sale y reaparece desde un rincón con una mesita y dos copas. Bebe un poco y canta melancólico A mi manera, que parece describirlo muy bien. En ella, a pesar de que se le quiebra la garganta, la emoción y 50 años de tablas le hacen sacar un vozarrón inusitado. El público se para y vitorea por tercera ocasión, y a él los ojos se le nublan. Aún así, entero, hace una caravana sonriente y se retira. Las cortinas se entrecierran y baja una manta con su foto y un letrero: “Gracias”.