Actuó en defensa propia, dice; señala anomalías en su juicio; la CIDH analiza el caso
Clama por justicia campesino maya preso por asesinato desde hace 7 años
Tekax, Yuc., 16 de agosto. Tímido, reservado, Ricardo Ucán Seca entra a la dirección del penal de esta comunidad. El custodio le indica, amablemente: "chek' tabá", que, en lengua maya, significa "toma asiento". Obedece. No es una persona común. Es, quizás, el preso más conocido de los últimos siete años en Yucatán.
Indígena, maya-hablante y analfabeta, apenas balbucea palabras en castellano, pero sabe que su caso ha alcanzado dimensiones internacionales. De hecho, desde 2004 la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, dependiente de la Organización de Naciones Unidas, estudia el litigio que mantiene a Ucán Seca -sentenciado a 22 años de cárcel por asesinato- en el reclusorio de Tekax, principal población del sur de la entidad, en materia comercial y agrícola, a 150 kilómetros de Mérida.
La Jornada, con apoyo de visitadores de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey) para la traducción, entrevistó al reo en el penal y, de entrada, sostiene: "no tengo remordimiento".
Se refiere a lo ocurrido el 5 de junio de 2000, que cambió radicalmente su vida y la de su familia. Ese día, Ricardo se levantó temprano y recorrió varios kilómetros para llegar a su milpa, colindante con la población de Akil, y descubrió que otro campesino maya, Bernardino Chan Ek, invadía su propiedad.
Ambos discutieron en lengua maya, pero el segundo levantó su escopeta de cacería para dispararle. Jaló el gatillo, pero el arma se encasquilló.
Para defender su vida, Ricardo no lo pensó dos veces y contestó con certero disparo. Bernardino Chan Ek murió al instante.
Un testigo de los hechos corrió a dar aviso a la policía municipal. Lejos de huir, Ucán Seca retornó a su humilde vivienda y le contó a su esposa y siete hijos lo que había sucedido.
Tranquilo, aguardó la llegada de los agentes locales y de la Policía Judicial destacamentados en Tekax. De ahí salió al calvario del proceso judicial donde quedó totalmente indefenso y en manos de litigantes a los que no les importó un ápice la seguridad de su defendido.
Blanca Segovia Ruiz, defensora de oficio, nunca le procuró asesoría, y el juicio se realizó sin traductor en maya. En estado de indefensión, Ricardo Ucán recibió sentencia condenatoria en primera instancia el 12 de junio de 2001; en segunda instancia, el Tribunal Superior de Justicia del Estado falló el 22 de febrero de 2002 y ratificó la sentencia de 22 años de cárcel.
En la entrevista, el indígena asegura que disparó "en defensa propia". Con el apoyo del traductor de la Codhey, Ricardo Ucán -parco en hablar- ratifica no tener remordimiento alguno, pero, a la vez, clama por justicia.
-Nunca hablé con un juez. Mi abogada (Blanca Segovia) me abandonó -dice.
De 56 años de edad, el campesino señala que tampoco tiene resentimiento contra los que lo encarcelaron. "Allá ellos y su conciencia", expresa.
"Lo único que me preocupa es mi familia, desde hace siete años que no estoy con ella, pero Dios no los ha abandonado", sostiene. En efecto, almas caritativas -no gubernamentales- apoyaron con la construcción de una vivienda digna a la familia del sentenciado.
-¿Qué hace usted en el penal?
-Confecciono hamacas para vender y así gano unos centavos -contesta.
-¿Cómo lo tratan?
-No me puedo quejar, como tres veces al día y no me meto en líos; también aprendo a leer y a escribir.
-¿Sabe usted que su caso se ha discutido internacionalmente?
-Eso tengo entendido -responde, sin emoción. Moviendo las manos inquietamente y rascándose el pelo, Ucán añade-: algo es cierto: mientras esté vivo, confío en que saldré libre.
-El gobierno estatal saliente (de Patricio Patrón) minimizó su caso y le negó el indulto.
-Malo, muy malo, ya que soy inocente y el tal Patricio (el gobernador) jamás me visitó ni tampoco estuvo en el penal de Tekax -manifiesta.
Agrega: "si hay justicia en Yucatán, yo tengo que salir libre, tarde o temprano, pero que quede claro: yo maté en defensa propia, por defender mi vida y mi tierra; siento mucho la muerte de Bernardino (Chan Ek), pero tampoco tengo remordimientos".
-¿Qué le pediría al nuevo gobierno, de Ivonne Ortega?
-Que revise mi caso porque soy víctima de una injusticia -finaliza.
Al despedirse, Ricardo Ucán se muestra satisfecho porque, según los traductores, "dijo su verdad". "Ma'aló, ma'aló" (bien, bien), sostiene con una leve sonrisa.