Es una obra eterna; el arte civiliza al ser humano, define el director Estefan Lano
Turandot sale del Teatro Colón para presentarse en el Auditorio Nacional
Inicia temporada el próximo miércoles 15 de agosto; en escena más de 200 artistas
Ampliar la imagen Turandot es una magnífica oportunidad de acercarse a la ópera, pues los que conocen poco descubrirán un mundo nuevo, impresionante y exquisito, opina Lano
“La historia de Turandot es eterna porque es fantástica”, expresó en entrevista el estadunidense Stefan Lano, director musical del Teatro Colón, de Argentina –una de las compañías más importantes de las bellas artes en el mundo, junto con la Scala de Milán y la Opera de Viena–, que llegará por primera vez a México para presentar dicha ópera, compuesta en tres actos con música de Giacomo Puccini y libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, obra inconclusa por la muerte del maestro que fue completada por Franco Alfano y estrenada el 25 de abril de 1926 en la Scala de Milán.
Las funciones de Turandot serán los próximos 15, 16, 17 y 18 de agosto en el Auditorio Nacional. Actuarán más de 200 artistas, una orquesta con 110 músicos, piezas monumentales de escenografía y 250 cambios de vestuario.
El director del coro, el italiano Salvatore Caputo, asegura que Turandot es una magnífica oportunidad de acercarse a la ópera, pues los que conocen poco sobre este tema descubrirán y disfrutarán un mundo nuevo, impresionante y exquisito, con una obra que resulta ideal para internarse por primera vez en el género. Señala que a los padres de familia siempre les recomienda llevar a su hijos jóvenes, para introducirlos a este arte.
Turandot es un bello poema que mezcla la tragedia y el amor. Un historia escrita hace 87 años por los libretistas Giusseppe Adami y Renato Simoni, basados en una obra original de Carlo Gozzi, quien se remontó a un cuento épico llamado Las Siete Bellezas o Las Siete Princesas.
En charla telefónica desde Buenos Aires, Lano comentó que el teatro de la compañía “está en obra”, y entró en materia: “Turandot fue la primera puesta que dirigí entera, en grande, en 1979, y también en Viena. Es una producción lindísima del Teatro Colón y será un honor dirigirla en la ciudad de México.
“Mucha gente que entra en mi sitio web opina que simplemente yo sería un especialista de música moderna, pero creo que no es así, porque hago mucho Verdi y Puccini. En realidad, música es música, de cualquier época, por lo que trato de evitar ser especialista de algún tipo”.
Lano egresó del Oberlin Conservatory of Music y obtuvo el doctorado en Composición en la Universidad de Harvard; realizó estudios en Berlín, fue pianista de la Opera de Viena y director asociado de la Orquesta Pittsburgh. Dirigió las orquestas sinfónicas de Singapur, Montreal y Yorniuri, Japón, Con Lulú en el Teatro Colón se quedó como director musical y ha dirigido piezas como Wozzeck, El castillo de Barbazul y Salomé.
Para Lano el mundo siempre ha estado convulsionado, no sólo ahora. “Igual, en la época de Mozart había guerra, malas decisiones políticas, pero cultura, ciencia y arte siempre tienen su lugar en cualquier época. Hoy no sé si es peor o mejor que antes… Supongo que es peor, porque no estamos aprendiendo nada de nuestra propia historia. Esto no quiere decir que la cultura tenga menos relevancia en la actualidad.”
–¿Para usted cuál es la importancia de que los niños conozcan la buena música?
–Para empezar, en Estados Unidos ya casi no existe más la idea de la educación musical, lo cual para mí es una vergüenza; no pueden apreciar a sus propios poetas. Tampoco es imaginable que Octavio Paz no aparezca en las escuelas mexicanas, ni Neruda en Chile, o Borges aquí, en Argentina.
“La música clásica no tiene fronteras; es para todo el mundo, pero en muchos países no se educa a la gente joven. Sabemos que hay favelas en la ciudad de México, igual que en Buenos Aires, en Detroit y Los Angeles, pero eso no es culpa de la cultura.
“He leído que en México y, ahora, en Venezuela, hay mucha música clásica, y en muchos aspectos más que en Estados Unidos. Me da vergüenza por mi propio país. Con los niños hay que empezar muy temprano y todos los años educarlos en música clásica, en cultura, en poesía. El arte civiliza al ser humano”.
Es autor de sinfonías y óperas. A la pregunta de qué le gusta más, componer o dirigir, dijo: “Ambas cosas. Supongo que me gustaría tener más tiempo para componer, pero ahora con todo lo que tengo en el Colón y en Europa, y con una hija que quiere estudiar en EU, tengo que dirigir para ganar dinero. Como compositor no se gana mucho.
“Pero un aspecto ayuda al otro. Me gustaría creer que soy mejor director porque soy compositor, y viceversa.”
Hacer ópera hoy, dijo, implica considerar medios como la televisión y el cine. “Quizá haya que presentarla en forma más cinematográfica. En EU, por ejemplo, la gente llega a la ópera como cuando lo hace a un cine. En el pasado se presentaba la ópera sólo cantando, con menos dramaturgia.”
La dramaturgia es una estupidez
Turandot “no tiene actualidad. Es una historia, es fantasía donde hay una princesa, amor… en realidad la dramaturgia es una estupidez. Liù (joven esclava) es una chica maravillosa. Pero lo de la princesa Turandot (pone pruebas mortales a sus pretendientes)… tiene mucha fantasía. Es un entretenimiento con música lindísima, con un buen elenco. En el Colón tenemos el mejor coro del mundo”.
—¿Qué piensa de la música popular, como el rock, lo que se escucha en la radio?
—¡La odio! Es una basura, absoluta. Pienso en mi infancia con Beatles, Beach Boys… Joe Cocker, Steve Winwood, gente con talento. Lo que escucho hoy: todos con computadoras… para mí es lo más feo que puede existir. No entiendo porque la gente joven la escucha con tanto gusto, pero es su problema.
Boletos en taquillas del Auditorio, Mix Up, Liverpool y en el Sistema Ticketmaster al 5325 9000 y en el sitio www.ticketmaste.com.