Cinco leyendas cinco
El renacimiento, boom, furor por la música clásica cubana no inició con Buena Vista Social Club sino con una orquesta inmediatamente anterior: Afro Cuban All Stars, armada por Juan de Marcos con el personal que más tarde cobraría fama mayúscula con la complicidad de Ry Cooder y Wim Wenders.
El mundo puede apreciar desde entonces la pervivencia de una tradición inconmensurable con exponentes herederos de grandes maestros y mantienen incólume la esencia, la fragancia, la potencia infinita de una música irresistible.
En el transcurso del tiempo, estos grandes maestros cantores han entregado sus vidas enteras a un arte monumental, algunos de ellos ya han concluido sus ciclos terrenales.
El primero de la lista fue Compay Segundo, quien falleció el 14 de julio de 2003 y lo siguieron en el camino El Guajiro Mirabal, Pío Leyva e Ibrahim Ferrer, quien expiró el 6 de agosto de 2005. De entre el manantial de música que despertaron estos héroes destaca una caja con cinco discos cinco producida por la disquera cubana Egrem bajo el título de 5 leyendas, una compilación espléndida del trabajo de cinco figuras fundamentales: Eliades Ochoa, Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo y Rubén González. De ellos cinco, que aparecen en la portada, sobreviven Eliades y Omara. De los cinco discos, todos extraordinarios, destaca el arte pianístico mayor de Rubén González, en un encadenamiento de maravillas que sorprende, exulta, exalta, esplende.
En cada volumen dedicado a una antología del artesanado magnífico de cada uno de ellos, puede disfrutarse el corpus completo de cada uno de sus trabajos, por ejemplo la manera inconfundible, incomparable de frasear, de decir los boleros de Ibrahim, o bien el canto de su compañera de ruta Omara Portuondo, o la jiribilla de Compay y el colmillo de Eliades.
He aquí la historia completa, en cinco discos cinco.