Un sueño
Su vida fue una novela y transcurrió como un sueño. Nació en un salón de baile, estuvo a punto de morir por tétanos a los 12 años, quedó huérfano de niño, navegó isla adentro cuando joven con distintas orquestas cantando como los mismísimos ángeles pero los humanos no estaban preparados todavía para escuchar cantos de ángeles, entonces tuvo que replegar sus alas, aquietar su vuelo y se convirtió otra vez en personaje de leyenda, regresó a deambular por las calles como lo hizo de niño vendiendo dulces y cucuruchos de maní y ahora, en la década de los 90 del siglo XX, lustrando calzado, haciendo el oficio que en México se nombra como “bolero”, mientras que en Cuba un bolero es un bien patrimonial de la humanidad y lo cantan los ángeles y las ángeles, como la de la novela de Cabrera Infante, porque ella cantaba boleros.
Quiere la leyenda que un buen día estaba el ángel caído, que respondía al nombre de Ibrahim Ferrer, lustrando zapatos en la calle cuando llegó a él otro ángel moreno con trencitas y gorrito posChe Guevara, cual moderno ángel de la Anunciación y que responde al nombre de Juan de Marcos. Díjole un moreno al otro: he aquí que vas a cantar otra vez como los mismísimos ángeles y los humanos ahora sí te van a entender, ya están preparados, te va a venir a ver después de mí un gringo alivianado que se llama Ry Cooder y los despistados dirán que él te descubrió a ti y a todos los jovenazos cuasioctagenarios que van a armar un trabuco con el nombre de Buena Vista Social Club y los va a filmar Wim Wenders, que por cierto es experto en ángeles y todos se van a declarar expertos en música cubana de aquí en adelante y renacerá entonces la música clásica cubana, que es lo que tú haces y lo haces muy bien y te llenarás de gloria y tu encanto cautivará a las multitudes y cumplirás todos tus sueños y por eso titularás tu disco póstumo Mi sueño, en el cual desplegarás las alas de tu canto con un encanto inigualable y con esa docena de boleros te despedirás del mundo y seguirás cantando junto a tus hermanos ángeles luego de que atravieses el portal dimensional de los boleros.
He aquí el disco. He aquí el ángel. He aquí el sueño. Su sueño, que alumbra ahora nuestros sueños.
Pablo Espinosa