No será para grillar sino para levantar la voz ante las injusticias que se cometen, sostiene
La velocista Ana Guevara propone crear una comisión de deportistas
Busca que los atletas tengan más atención y que los federativos no se desentiendan de ellos
Ampliar la imagen La subcampeona olímpica asegura que el deporte se ha vuelto muy manipulado Foto: José Carlo González
Considerada el icono del deporte amateur mexicano, Ana Guevara habla fuerte, casi nunca es mesurada en sus juicios. Su éxito la hace de acero al momento de opinar.
Así la triple medallista mundial y subcampeona olímpica se refiere a la creación de una comisión de deportistas, que si bien estaría enclavada en el sistema nacional, sería independiente en cuanto a sus objetivos, porque se trataría de una organización no para grillar ni empeorar, sino con el objetivo de levantar la voz ante las injusticias que se dan en la actualidad, para mejorar y crecer “antes de que sigan sucediendo”.
Acota lo objetivos al puntualizar que quien dirija ese grupo no debe ver sus intereses personales, sino los colectivos.
Asimismo abrir el panorama para los que vienen detrás, evitar las jugosas tentaciones a que eventualmente sería sometido por alguna dirigencia, por lo que invitará a quienes den muestra no sólo de calidad comprobada, sino de temple y compromiso por el bien del deporte.
Se trata, agrega, de que los atletas tengan todas las atenciones que se merecen, que no les sigan echando a la espalda la carga de no tener una adecuada atención cuando compiten en el ámbito internacional.
Igualmente que los uniformes les sirvan adecuadamente y que los federativos no se desentiendan de sus deportistas, “porque si todos hiciéramos el trabajo como debe ser, el resultado sería muy diferente”.
El deporte está manipulado
–Se trabaja en el deporte con eficiencia o hay negligencia voluntaria o involuntaria –se le pregunta.
–Desde mi punto de vista se ha vuelto muy manipulado. Hay federaciones que se manejan mal, llevan a atletas por compromiso, por mantener votos o intereses personales y no atienden lo deportivo como debe de ser.
Cita el caso específico de la Federación Mexicana de Boxeo (FMB), en la que se manejan muchos intereses y bajo esta premisa se decide quién va y quién no, aunque sepan que de por medio está jugarse una medalla, por lo que muchos deportistas prefieren irse y se pierde la secuencia de crecimiento.
“Aunque lo que me da gusto es que las autoridades se den cuenta de ésto, que sepan que allí está la falla y empiecen a apretar la cuerda”, señala.
La sonorense llama la atención en las rupturas sexenales cuando no hay flujo de presupuesto, cuando, pese a que los competidores se siguen preparando, los dirigentes se detienen por lo administrativo y crean un lapso de incertidumbre.
“Eso es lo que ha mermado (el desarrollo deportivo), sobre todo porque han logrado meternos en ese concepto, encasillarnos en esa dinámica”, y por eso se vislumbraba un resultado catastrófico en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, ya que en el cambio de administración “se cortaba el listón e iniciaba el nuevo, y son las cosas que no deben seguir”.
Vázquez Raña, herido en su ego
Al referirse al presidente de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa), Mario Vázquez Raña, la velocista es hábil. Apunta que se dicen y escriben muchas cosas sobre el dirigente: su fortuna, sus cargos, sus manejos, aunque “en realidad es una persona como cualquier otra, pero ocurre que se da eso porque no lo conocen bien”.
Y es que al directivo no se le ve con frecuencia. Si acaso los deportistas lo encuentran en certámenes internacionales, y recuerda una anécdota que califica de “chistosísima” sucedida en Río 2007, en la que Mónica del Real se lo presentó a una taekwondoísta, y éste le preguntó “‘¿y tú quién eres?’ Te imaginas ahí el ego, no sabía quién era. ‘¡Ah!, tú eres, pues el jefe’(reaccionó luego)’. Uyyy, pues le dio como una cachetada en el orgullo”, comenta divertida.
Sugiere no que los mexicanos tengan privilegios porque Vázquez Raña sea dirigente de la Odepa, pero sí al menos “aspirar a verlo, observar un cambio en esto, en la competencia y también a nivel internacional con tantas cosas que puede ayudar el Comité Olímpico Internacional (COI) que no se ven aquí”.
Guevara insiste en que la delegación mexicana que participó en la justa brasileña parecía la de Alemania, pero dividida, “lo que me resulta muy triste y decepcionante. De repente aflora el cangrejismo que dices, caray cuándo vamos a llegar y a verdaderamente cuidarnos como mexicanos”.
Tema obligado, la mentada que emuló con el brazo derecho al ganar su tricampeonato panamericano en Río. “Me quedé tentada a hacer una demanda (contra quien soltó el borregazo de que estaba dopada y acabada), pero no lo quise hacer para no distraerme de mi preparación rumbo al Mundial de Osaka.
Además aquí la leyes son muy complicadas (…), pero eso es un reflejo, como lo dijo Raúl (Barreda, su entrenador): ‘haces una escultura y cuando la tienes terminada la agarras a pedradas’”.
Total, Ana lo disfrutó, ya que “lo más sabroso de esto es dar una cachetada sin mano, como dicen los cubanos, y tenerse que haber tragado lo que tuvieron que decir”, termina con sarcasmo.
La subcampeona olímpica mantiene intacta la sed de triunfo, por eso buscará llevar su carrera no sólo a los Panamericanos de Guadalajara 2011 y los Juegos Olímpicos de Londres 2012, aunque antes deberá analizarlo fríamente y, con seguridad, incursionar en los 800 metros, prueba más de resistencia que de explosiva velocidad, cuando ronde los 35 años de edad.
Pero antes desea que regresen algunos de sus patrocinadores que se fueron y subir al podio en Pekín 2008.
Con 11 años de triunfos sobre el tartán de cualquier latitud, la sonorense ha sabido sortear cuanto obstáculo ha encontrado en el camino, lo mismo apoyada permanentemente por el fideicomiso Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA), que por millonarias sumas que le brindan sus patrocinadores.
Y bien librada salió al negarse a que Televisa la siguiera explotando, pues pese a las jugosas ganancias que le redituaba, luego de Atenas 2004, se negó a seguir bajo su cobijo por las tortillas duras que le ofrecían.