A la crotalista le falta cumplir el sueño de presentarse en un festival en México
El arte es ''cruel y maravilloso'' porque exige todo: Sonia Amelio
Ha actuado en escenarios de los cinco continentes y recibido más de 300 galardones
''Cuando he solicitado el Palacio de Bellas Artes para mis estrenos, me lo han negado''
Ampliar la imagen Sonia Amelio, notable crotalista y prima ballerina, en su estudio, durante la entrevista con La Jornada Foto: José Carlo González
Acreedora de múltiples homenajes internacionales, entre los que figuran el del Kennedy Center, de Washington, y el de La Habana, Cuba, donde fue declarada huésped ilustre, a Sonia Amelio, notable crotalista, le falta cumplir un sueño: presentarse en un festival en México.
''Me encantaría estar en alguno de los tantos encuentros artísticos que se realizan en el país, porque jamás me han invitado. En cambio, he inaugurado actos internacionales en China, Rusia, Alemania y Estados Unidos", indica la prima ballerina en entrevista con La Jornada.
Amelio acaba de regresar al país después de realizar una larga gira por Asia y Sudamérica, donde obtuvo diversos premios por su talento y creatividad.
Originaria de la ciudad de México, la crotalista logró lo que ahora se reconoce como una nueva forma de arte en la música y en la danza clásica, mediante la conjunción de siete técnicas artísticas.
Ella misma diseña las coreografías siguiendo las notas de Bach, Beethoven, Liszt y Paganini, entre otros grandes maestros. La artista no sólo baila rítmicamente, también toca de manera magistral los crótalos, pequeños instrumentos parecidos a las castañuelas, que ha llevado a escala sinfónica como concertista.
Amor por la danza y la música
Sonia Amelio es una mujer sencilla que refleja paz interior y que en cada una de sus presentaciones irradia vitalidad.
La crotalista cursó estudios de piano en el Conservatorio Nacional de Música, al tiempo que desarrolló su carrera de bailarina en ballet clásico.
Asimismo, se ha presentado en los teatros y escenarios más relevantes de los cinco continentes, donde ha obtenido más de 300 galardones.
Al respecto, reitera: ''Es como de Ripley, pero en ocasiones he solicitado el Palacio de Bellas Artes para presentar mis estrenos y me lo han negado. Dicen que no hay lugar, pero afortunadamente existe un sitio en el mundo para Sonia Amelio".
La artista lamenta que los únicos que nunca se enteran de sus presentaciones y logros en diversos países son los mexicanos: ''Es triste esta situación, porque he tenido actuaciones en Japón, Turquía, España y hay personas de México que se acercan y me preguntan si soy mexicana: eso me duele mucho".
Amelio ha actuado en cinco ocasiones en Cuba. En una de sus visitas a la isla conversó con Fidel Castro. Esa charla, recuerda, ''fue algo inusitado e inolvidable, porque estuvimos platicando casi media hora".
Entre sus memorias, también atesora la buena impresión que le causaron Juan Rulfo y Carlos Pellicer; este último, inclusive, fue padrino de su programa de televisión Galería con Sonia Amelio.
Al evocar sus inicios expresa que a los tres años ya tomaba clases de ballet y de piano; ''por eso ofrecí mi primer concierto en el Palacio de Bellas Artes a la edad de seis años. No alcanzaba los pedales del piano y me tuvieron que hacer un banquito".
Para la artista su incursión en el arte no fue casual, pues desde pequeña le gustaba escuchar música clásica: ''En la infancia adoraba esa música, sentía mucha emoción; a mi corta edad lloraba para sacar todas las sensaciones. Siempre estuve consciente de que quería bailar y tocar. Mis maestros se dieron cuenta de que tenía talento y, sobre todo, un profundo amor por la música y la danza".
Conjunción de siete técnicas
Sonia Amelio explica que eligió los crótalos para hacer dos interpretaciones: una como bailarina y otra como concertista.
''No podía dejar el piano, pero tampoco la danza, así que logré lo que se conoce como una nueva forma de arte en la música y en la danza clásica, con la conjunción de siete técnicas: ballet clásico, concertista de piano, directora de orquesta, actriz, coreógrafa y la técnica de crear música con las manos, y también con la zapatillas de ballet, esto no se había hecho y menos con música clásica o con la partitura exactamente como la escribieron Bach y Beethoven.
''Nada está en la imaginación ni en la improvisación, es exactamente nota a nota como la escribieron los compositores, pero eso no podría ser si no tuviera la formación que me dio el conservatorio, aparte de darle una dimensión diferente a la expresión corporal y desde luego con toda la disciplina musical."
En opinión de la crotalista, ''el arte es cruel y, al mismo tiempo, maravilloso; exige todo pero brinda satisfacciones fantásticas como recorrer el mundo, así como la entrega del público que siempre he recibido".
Uno de los máximos sacrificios de la artista fue decidir no tener hijos, pues ''cada obra me llevaba dos años y más de cinco o seis horas diarias de ensayos. Un hijo es lo más importante, hay que dedicarse a él y no hubiera podido, por ejemplo, porque mi vida la he dedicado en cuerpo y alma al arte".
Los triunfos de Amelio se iniciaron desde su primera gira, cuando el compositor soviético Aram Jachaturiam le dedicó la obra La viuda valenciana, para que la bailarina la interpretara en su estilo, acompañada del primer bailarín Sergei Randchencko, del Ballet Bolshoi.
''Hablar de mis presentaciones en varios países es muy fácil, pero he trabajado bastante. Nunca he tenido becas, nadie me ha apoyado, todo ha sido producto del esfuerzo, de la entrega, también de sacrificios, porque el arte no te permite libertades.
''Todo el día trabajo y debo dormir mínimo nueve horas, llevar una vida sana, porque mi instrumento es mi cuerpo. Así como un violinista cuida su Stradivarius, yo tengo que cuidar todo, desde la cabeza hasta los pies."