Bush visita Minneapolis para reunirse con sobrevivientes del puente desplomado
Aprueba el Congreso de Estados Unidos la Ley de Espionaje
Antes que se pronunciara la Cámara, hubo contienda legislativa entre demócratas y republicanos
Los servicios de inteligencia podrán ahora intervenir llamadas teléfonicas y correos electrónicos
Ampliar la imagen Bush ora en Minneapolis en las ruinas del puente junto a sobrevivientes y rescatistas. Foto: Ap
Ampliar la imagen Demandas en esa ciudad por el fin de la guerra en Irak y la seguridad vial Foto: Reuters
Washington, 4 de agosto. Demócratas y republicanos se enfrascaron este fin de semana en una contienda legislativa para actualizar la llamada Ley de Espionaje y responder a la solicitud del presidente George W. Bush para que los agentes de inteligencia estadunidenses puedan intervenir permanentemente, sin autorización del Poder Judicial, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos de personas que parezcan sospechosas de organizar actos de terror contra Estados Unidos.
En principio, la legislación fue autorizada por el Senado en votación de última hora, y esta medianoche la Cámara de Representantes aprobó la llamada Ley de Vigilancia para la Inteligencia en Extranjeros, que data de 1978.
Con las modificaciones a la legislación, las actividades de espionaje serán ejecutadas en empresas de telecomunicaciones con sede en Estados Unidos. Los contactos que establezcan extranjeros por medio de líneas o centrales estadunidenses podrán ser intervenidas por las agencias.
La ley estará vigente seis meses, pero en ese plazo los legisladores tendrán que redactar una norma definitiva que acabe con la renovación temporal de las atribuciones del Ejecutivo en materia de espionaje.
La aprobación semestral de las salvedades a la norma empezó a ser tratada en el Congreso por iniciativa de Bush hace cinco años y medio, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y como parte de su "guerra contra el terror".
Desde entonces, en el centro del debate entre los legisladores demócratas, por un lado, y los republicanos y la Casa Blanca, por el otro, ha estado el tema de la intermediación del Poder Judicial mediante un tribunal especial.
La legislación de 1978 obliga a las dependencias del Ejecutivo a argumentar ante una corte la autorización de espionaje a las comunicaciones telefónicas y electrónicas de los individuos que caigan en la categoría de "sospechosos".
Sin embargo, la legislación vigente no incluye artículos que autoricen al gobierno a intervenir comunicaciones de individuos que desarrollen planes terroristas fuera de Estados Unidos.
Antes de la aprobación en la Cámara alta, los senadores demócratas trataron de introducir un punto en la legislación que permitiera al Poder Judicial revisar los casos de intercepción de comunicaciones, para asegurarse de que no haya ciudadanos estadunidenses involucrados.
Los demócratas cedieron ante el retiro de esa estipulación normativa y al final aprobaron la legislación propuesta por los republicanos, pero elaborada con la visión particular de la Casa Blanca y con la asesoría personal del director de la oficina de Inteligencia Nacional, Michael McConnel.
Para apaciguar los reclamos de los senadores demócratas, la bancada republicana aceptó que la aprobación de los casos de espionaje estuviera a cargo de McConnel y no sólo del procurador general Alberto Gonzales, cuya confiabilidad entre los demócratas quedó mermada por la reciente destitución de fiscales federales en oficinas regionales, sin justificaciones claras y en aparente contubernio con Bush.
Otros dos aspectos en que los republicanos cedieron fue sobre la reducción de 120 a 30 días del periodo de intercepción de comunicaciones, así como en la convocatoria para que una ley definitiva sea discutida y aprobada en un plazo de seis meses, a fin de acabar con la renovación semestral.
La votación en el Senado, donde la discusión se prolongó hasta cerca de las 23 horas, fue de 28 votos en contra y 60 en favor, es decir, la cifra mínima acordada por las dos fracciones parlamentarias antes de iniciar el debate.
Esta ley "dará a nuestros profesionales en materia de inteligencia las herramientas para proteger a nuestra nación", afirmó el presidente Bush en un comunicado, en que también había urgido a la Cámara a aprobar los cambios en la normatividad y argumentó que "proteger a Estados Unidos es nuestra más solemne obligación".
En contraste, la Unión Estadunidense de Libertades Civiles criticó la ausencia de protección para los ciudadanos. "Estamos profundamente decepcionado de que la táctica del presidente de generar miedo otra vez haya obligado al Congreso a someterse", afirmó.
En el contexto de su guerra contra el terror, Bush firmó el viernes la llamada Ley de la Comisión 11/9, que retoma algunas recomendaciones del grupo bipartidista responsable de la elaboración de un informe sobre los hechos de 2001, que incluye el reforzamiento de la seguridad urbana, portuaria y aeroportuaria.
Los legisladores en las dos cámaras tenían previsto terminar el periodo ordinario de sesiones este viernes, pero el debate sobre la Ley de Espionaje y otras normas en materia agrícola y energética encendieron los discursos y las negociaciones se prolongaron.
La noche del jueves, los diputados republicanos abandonaron la sala de sesiones en protesta por lo que consideran "tácticas dilatorias" demócratas en los procesos de discusión y votación. Los alegatos obligaron a los legisladores a permanecer en el recinto hasta la medianoche, lo que es inusual.
La falta de acuerdos sobre los proyectos legislativos hicieron que el viernes anterior los miembros de la Cámara de Representantes amenazaran con irse de vacaciones un mes, sin siquiera discutir la Ley de Espionaje.
Bush, de su lado, realizó hoy su primera visita a la ciudad de Minneapolis, en el norteño estado de Minnesota, donde el miércoles se desplomó un puente sobre el caudaloso río Mississippi, lo que ha dado paso en Estados Unidos a que la opinión pública discuta sobre las condiciones en que se encuentra la infraestructura de caminos en todo el país.
Después de sobrevolar la zona del desastre en un helicóptero, Bush se reunió con sobrevivientes y rescatistas, oró junto a ellos y prometió una rápida reconstrucción del puente, cuyo colapso causó la muerte de seis personas -un mexicano entre ellos- y heridas a otras 80 personas.