De un liberal de izquierda a otro de derecha
En mi artículo sobre Octavio Paz y la izquierda dije que estimaba a Enrique Krauze porque siempre me había tratado con consideración y respeto. Pienso que él ha dejado de hacerlo en ocasión de su artículo "Almas puras", en Reforma (15/07/ 07). A Krauze, evidentemente, lo irritó mucho mi artículo. Y me temo que fue, sobre todo, porque dije que él es un intelectual de derecha, más que por lo que digo de Paz en sus relaciones con la izquierda.
Al asociarme con Andrés Manuel López Obrador, llamándonos en el título almas puras, siento que quiere ofender a alguno de los dos, o a los dos, y me queda claro que es porque los dos lo consideramos un pensador de derecha. En la entrada de su artículo dice que el libro de Andrés Manuel y mi artículo tienen semejanza. Extraño, porque yo no he leído el libro de López Obrador. Pero lo esencial es que no dice en qué está la semejanza, si bien, como lo acabo de decir, yo sí lo sé. Yo me voy a referir sólo a lo que él dice de mí.
Dice que es falso que Paz no haya querido discutir con la izquierda, como yo argumenté, y presenta dos testimonios: uno, su polémica con Adolfo Gilly y, dos, mi participación y la de connotados miembros de la izquierda en el encuentro de Vuelta en 1990. De Gilly sólo puedo decir que tuvo mucha suerte de ser amigo de Paz. Yo no tuve esa fortuna. Del encuentro, el que me parece que ha perdido la memoria es Krauze. No puedo hablar por Adolfo Sánchez Vázquez, Carlos Monsiváis y Rolando Cordera. Yo puedo decir que al aceptar la invitación de Krauze al encuentro no sabía en la trampa en la que me iban a meter. En la mesa que me tocó, y que fue la única a la que asistí, se pudo ver cómo querían Paz y Krauze que "participara" la izquierda en su reunión.
En mi intervención yo sólo pude decir, por un par de minutos, que ante el alud de críticas al socialismo yo me permitía llamar a que se considerara que el socialismo formaba parte de la cultura moderna, y que ésta no podía entenderse sin él. Octavio Paz me replicó (y consta en la publicación del encuentro): "¡Qué idea tan peregrina de Arnaldo Córdova esa de que el socialismo forma parte de la pintura moderna! ¡Es absurdo!" En aquella situación de verdad de locura, yo le pedí a Krauze, que moderaba la mesa, que me dejara replicar. No me dejó hablar, y todo mundo lo pudo ver en la televisión. Pablo Gómez lo señaló en un artículo en La Jornada. Ya al salir, Paz y Krauze iban un poco delante de mí, y oí decir a Krauze: "Octavio, Arnaldo no dijo que el socialismo formara parte de la pintura moderna". Paz le respondió: "¡Ah!, da lo mismo".
En un artículo que publiqué después, conté todo lo que había pasado en el encuentro. No sé por qué Krauze incluyó en la memoria de la reunión mi artículo. Tal vez fue por un pequeño sentimiento de culpa, que siempre le agradecí. El modo como trataron a Sánchez Vázquez fue por demás indigno. El participó en todo el encuentro y valientemente dijo sus opiniones. Rolando Cordera recordaba que "se dedicaron sólo a darle pamba a Sánchez Vázquez". Eso era lo que querían: un interlocutor solo, valiente, que nunca se calló, pero que fue un buen blanco de la elite derechista que Paz y Krauze reunieron en ese encuentro. Yo no sé cómo pudieron Paz y Krauze lamentarse porque después Héctor Aguilar Camín, que estaba en su guerra privada con el grupo de Vuelta, no los había invitado a su reunión de Nexos.
La autocrítica era un ejercicio típico de la izquierda comunista de los viejos tiempos. Yo nunca he entendido por qué Paz y los suyos exigían a la izquierda que hiciera la autocrítica por los crímenes que los dictadores comunistas habían cometido si ellos nunca fueron de izquierda. Krauze se escandaliza porque digo que es una estupidez y que no sé por qué carajos yo debería responder de ello. Lamenta mis malas maneras. Como decía mi inolvidable Gastón García Cantú: "En la derecha, la ordinariez siempre se adorna con las buenas maneras", si bien ahora los panistas en el poder ya no se acuerdan de ello. Mi "tono" entristece y desconcierta a Krauze, dice. Lo lamento, de verdad. A mí me desconcierta y me entristece que él responda a una crítica que sólo es una autodefensa con el enojo, la diatriba y la tergiversación de los hechos tal y como fueron.
A Krauze debo repetirle lo que ya le dije en mi artículo anterior: él no es el único liberal en México ni todos los liberales son de derecha como él. Yo también soy liberal, amo la libertad por sobre todas las cosas y lo he demostrado a lo largo de mi militancia política. Por supuesto, no es en lo único en que creo. Se equivoca Krauze cuando dice que lo llamo derechista por ser liberal. No. Como todos, él aprendió a ser liberal, no nació siéndolo. Lo que debería saber también es que ser liberal no denota ninguna posición política concreta: o se es de derecha o se es de izquierda o se es de centro (aunque, como decía el gran cineasta italiano Francesco Rossi, en el centro siempre está la derecha). Ser liberal no dice nada en sí mismo.
Aparte las ofensas que ya me prodiga en su artículo, quiso agraviarme de otra manera que tuvo muy al alcance. En mayo pasado Letras Libres publicó una hermosa nota de Luisa Puig, íntima amiga de mi esposa, en su memoria. Krauze sabe que yo estoy suscrito a la revista desde que empezó a publicarse. Lo que no sabe es que esa nota yo la conocí desde antes de que se publicara, porque Luisa se la pasó a los alumnos de mi esposa. Me quiso hacer sentir como un malagradecido y, al mismo tiempo, darme a conocer que con mi artículo lo había ofendido, y en una nota manuscrita, anexa a un ejemplar de la revista (que yo ya había recibido), me dice: "Quiero suponer que no viste esta nota, publicada en mayo". Eso para mí fue muy triste, y si era lo que Krauze se proponía, tuvo un éxito total.
Creo que Krauze pretende, al proclamarse liberal, que no se le identifique con ninguna posición política y que él es neutral frente a todas ellas. ¿Cómo podríamos considerar su insulto favorito y reiterado a López Obrador cuando lo llama "mesías tropical" o también "espíritu autoritario" o que es una especie de Torquemada que no consiente que otros disientan de él o, para rematar, "alma pura" que vive en el limbo de sus obsesiones ideológicas y de su ambición de poder? ¿Neutral? ¿Liberal? Dudo mucho que esas puedan ser llamadas buenas maneras. A mi amigo liberal debería recordarle que esta es una batalla de ideas, no de sentires y, menos aún, de pesares.