Jorge Legorreta plantea privilegiar naturaleza sobre ingeniería
"Antidemocrática" y sorda a científicos, la política del Ejecutivo en materia hidráulica
El reciente debate entre funcionarios federales y capitalinos sobre el drenaje profundo -quienes han hablado del deterioro de éste y el riesgo de una "catastrófica" inundación- reafirma una visión hidráulica "antidemocrática" y una postura sorda a las voces científicas y a la pluralidad del conocimiento, gestada en los pasados 60 años en el Poder Ejecutivo, afirmó el urbanista Jorge Legorreta, coordinador del Centro de Información del Agua de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
"Se ha dado una infinidad de declaraciones basadas en elementos técnicos insuficientemente comprendidos por la sociedad, los medios de comunicación y, en particular, por los políticos. Sin información no se puede abrir un debate."
El académico, especialista en el estudio del agua en la ciudad de México, considera que el problema del drenaje en la capital no es únicamente hidráulico, sino que incluye áreas como urbanismo, medio ambiente e historia.
"Es necesario retomar la visión crítica de los antiguos técnicos con este sistema de drenaje, como Nabor Carrillo o Heberto Castillo, y escuchar las actuales voces críticas para crear un nuevo paradigma sobre las políticas del agua."
El debate surgió luego de que el presidente Felipe Calderón acusó al Gobierno del Distrito Federal (GDF) de no dar mantenimiento al drenaje profundo y diagnosticar que, en caso de no resolverse el problema, la capital corría el riesgo de inundarse.
Esa declaración fue avalada por el director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, quien añadió que el dinero asignado al Distrito Federal para el mantenimiento del emisor central del drenaje profundo se invertía "en otra cosa".
El jefe del GDF, Marcelo Ebrard Casaubon, negó dichas acusaciones y declaró que para su gobierno el drenaje profundo es una prioridad en la que se trabaja desde que asumió el cargo.
Al respecto, Legorreta afirma que decir que si no se atiende el asunto habrá una inundación "es una verdad a medias", que genera confusión. Si la afirmación se basa en la sospecha de que el drenaje profundo tiene una "fractura" (que no se sabe porque no se ha podido vaciar de agua para comprobarlo), es un error, porque en caso de haberla el agua se iría al subsuelo. Si se refiere a que el drenaje tiene un "taponamiento", sí existe riesgo de inundación, porque el agua puede emerger a la superficie.
Para saber qué es se necesita extraer el agua, y ahí comienza el problema, porque esa obra hidráulica fue diseñada para operar en época de lluvias y, con el crecimiento de la ciudad, desde hace 20 años trabaja prácticamente todo el año.
"No considerar que el drenaje podría funcionar en épocas pluviales y estivales fue un gran error técnico, por lo que, ahora, para inspeccionar el drenaje los técnicos piensan interrumpir la salida
de agua del drenaje profundo a partir de diciembre y desviarla al Gran Canal del desagüe. Para hacerlo necesitan bombas que eleven el agua porque el canal, en sus primeros 20 kilómetros, está reduciendo su pendiente a cero, por el hundimiento de la ciudad. Y si no se saca el agua, ésta regresaría a la ciudad e inundaría la Cámara de Diputados, porque el Gran Canal nace en San Lázaro."
Este proyecto incluye el nuevo emisor "de oriente", que ayudará a sacar el agua del drenaje profundo al Gran Canal.
"Mi propuesta es que el debate debe apuntar hacia una valoración técnica sobre la viabilidad de esa obra, y no si se atiende el drenaje".
Legorreta propone la retención y almacenamiento de agua de lluvia limpia que proviene del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl y llega a la ciudad por 48 ríos y que, por no retenerla, se va a los drenajes, mezclándose con las aguas negras.
"El gran anhelo de esta ciudad ha sido el desagüe del agua de lluvia pero, mientras se mire más hacia la ingeniería hidráulica que hacia la naturaleza, nunca resolveremos el problema del agua en la ciudad."