Usted está aquí: sábado 28 de julio de 2007 Opinión Silencios significativos

Miguel Concha

Silencios significativos

Durante la audiencia que el pleno de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concedió el pasado 18 de julio en Washington a nueve redes y organizaciones de la sociedad civil sobre la situación de la libertad de expresión en México, la delegación gubernamental se comprometió formalmente a enviar información sobre el avance de las investigaciones de los crímenes cometidos contra periodistas, a garantizar en su seguimiento una amplia participación de las organizaciones que trabajan en ello y a fortalecer los mecanismos institucionales y legales que eviten que dichos crímenes sigan en la impunidad.

Dijo también que se comprometía a aceptar el acompañamiento puntual que la CIDH lleve a cabo en el proceso de elaboración de las nuevas leyes federales de radio, televisión y telecomunicaciones, y mostró su interés por garantizar el reconocimiento de los medios comunitarios en el nuevo marco normativo, de conformidad con los estándares internacionales. No externó, sin embargo, ninguna consideración, y mucho menos hizo algún compromiso, sobre la persistencia de los delitos de difamación y calumnia, como forma de hostigamiento en contra de las personas que ejercen su derecho a la libertad de expresión, en 28 estados de la República, a pesar de su despenalización a escala federal; ni sobre el retroceso que implican las leyes o iniciativas de leyes de acceso a la información, patrocinadas por los ejecutivos locales en varias entidades (Chiapas, Guerrero, Quintana Roo y Jalisco, por ejemplo), no obstante la reforma recientemente publicada al artículo 6 de la Constitución federal, que establece principios mínimos para garantizar este derecho.

Sobre todo, no hizo ninguna alusión a la urgencia de reglamentar la asignación de publicidad oficial a los medios independientes y a las publicaciones críticas de diversos sectores de la sociedad, no obstante que así se lo demandaron las organizaciones civiles participantes en la audiencia, y a pesar de que ello constituye una obligación internacional del Estado mexicano, y por lo mismo una responsabilidad que el gobierno tiene que cumplir a escala federal y hacer cumplir a escala estatal.

En su Informe sobre la situación de la libertad de expresión en México, que actualiza y complementa el que el 10 de abril de este año entregaron en el Distrito Federal a Florentín Menéndez, presidente de la CIDH, las organizaciones civiles señalan que durante los distintos gobiernos priístas y panistas no se han establecido criterios suficientemente transparentes en los acuerdos y lineamientos generales para la aplicación de recursos federales en materia de comunicación social, difusión y publicidad oficial de las dependencias gubernamentales, y expresan su inquietud de que los criterios de asignación publicitaria del nuevo gobierno se centren y subordinen a la ley de la oferta y la demanda, porque "si ese criterio se sigue privilegiando, o si se continúa manteniendo aislados y en el olvido los escasos proyectos editoriales y electrónicos no masivos y de carácter cultural y académico, éstos correrán el riesgo de desaparecer, con lo que se erosionará una forma de difusión prioritaria en el camino hacia la democracia".

Las redes y organizaciones recuerdan que de conformidad con el artículo 13 de la Declaración de Principios de Libertad de Expresión de la CIDH, aprobada por México, ningún Estado puede asignar arbitraria y discriminatoriamente publicidad oficial u otorgar frecuencias de radio y televisión "con el objetivo de presionar y castigar, o premiar y privilegiar, a los comunicadores sociales y a los medios de comunicación en función de sus líneas informativas", porque con ello atenta contra la libertad de expresión; y afirman que es preciso definir en México de manera clara y objetivable "mecanismos y criterios de transparencia en la asignación publicitaria, en los que se garantice un porcentaje -en un apartado especial- a las publicaciones y medios culturales, académicos y de divulgación ajenos a los círculos del gran poder económico y de gobierno".

En congruencia con todo ello, las redes y organizaciones civiles, que en esta materia asumen las consideraciones y propuestas de la Fundación Manuel Buendía y de la LIMAC (Libertad de Información-México, AC), recomiendan que el Estado mexicano cree una ley de transparencia y equidad publicitaria, en la que se integre la figura de "apoyos del Estado a publicaciones y medios de carácter cultural, académico y de divulgación", con el fin de favorecer el pluralismo, garantizar la diversidad de opciones informativas y de análisis, respaldar el derecho de grupos diversos a difundir y recibir contenidos especializados, así como alentar la variedad de expresiones políticas, culturales, académicas y artísticas. Sintomáticamente, a nada de esto respondió la delegación gubernamental que compareció en Washington, y todavía falta que cumpla con lo que sí ofreció. Las redes y organizaciones civiles estarán monitoreándola.

 
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