Silvia Pinal entrevistó al intérprete de Macario en el ciclo Conociendo a...
Mientras mi cuerpo funcione seguiré actuando, afirma Ignacio López Tarso
El teatro es para ir más allá de la simple diversión, debe hacer pensar, asegura
Silvia Pinal entrevistó a Ignacio López Tarso y fue como escuchar a Viridiana platicando con Macario, dos de los personajes que representaron en sendas películas memorables del cine mexicano. Llegaron el pasado miércoles al Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque para participar en el ciclo Conociendo a..., organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), lleno de familiares, amigos y público en general, que los quiere y admira por su trabajo en el cine, el teatro y la televisión.
Pinal mostró a los asistentes unos recortes de prensa: "Como ven, no vengo preparada", bromeó, y comenzó a leer datos del actor con más de 50 años de trayectoria. Citó palabras de su compañero, con quien hizo giras de trabajo en sus años de juventud. "En mis manos cayó un periódico con un anuncio de que empezaban un curso en la Escuela de Teatro de Bellas Artes. Mencionaban a Salvador Novo, a Clementina Otero, a Celestino Gorostiza y a Xavier Villaurrutia.
"A este último lo acababa de leer y dije: 'Voy a conocer a este cuate, que es muy buen poeta'. Cuando lo fui a buscar para que me firmara uno de sus libros, Villaurrutia me invitó a asistir de oyente a su clase de teatro, en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes. Yo tenía 24 años...
"De él aprendí el respeto por el escenario; lo tienes que ver como si fuera el mejor lugar de tu casa, donde puedes pasar unas vacaciones, donde puedes descansar y, sobre todo, donde puedes jugar. Hay que saber jugar al teatro; tiene que ser un juego muy responsable, pero muy divertido, porque si no gozas en el escenario ya la fregaste. Esa es una gran enseñanza de Villaurrutia."
Pinal también está ligada al INBA, institución que la recibió en 1957 para protagonizar Ring... ring... llama el amor, la primera comedia musical al estilo de Broadway montada en México. Ambos han desarrollado la tragedia, el drama, la comedia. Se conocen y se saben cosas. Son amigos.
Cincuenta años de carrera
Pinal nació en Guaymas, Sonora, y López Tarso se asume norteño: "Cuando me preguntan que dónde nací, yo siempre digo que soy norteño, y como tengo la facha, me lo creen". Su nombre verdadero es Ignacio López López y se puso Tarso -por un romano de a caballo y espadachín- por recomendación de Villaurrutia. Nació en el norte del DF, cerca de la Villa de Guadalupe, el 15 de enero de 1925, en una casa de la calle de Moctezuma.
En 50 años, citó Pinal, López Tarso ha actuado en 150 obras de teatro, 50 películas y mil programas de televisión. En 1949 tuvo su primer encuentro con el INBA, en cuyos foros, con la dirección de Celestino Gorostiza, Salvador Novo y Seki Sano, entre otros, tomó parte en montajes como Macbeth, de Shakespeare; Hidalgo y El duelo, de Federico S. Inclán; Enrique IV, de Pirandello; Los empeños de una casa, de sor Juana Inés de la Cruz; Hipólito, de Eurípides, y Prueba de fuego, de Arthur Miller.
En cine lo han dirigido profesionales de la talla de Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez y Luis Buñuel. Compartió protagónicos con las bellas María Félix, Dolores del Río y Elsa Aguirre. "Cada actor debe encontrar su propia manera de expresarse; de ahí sale su estilo, su personalidad como actor".
Los recuerdos se sucedieron, algunos con pasajes jocosos, anécdotas sabrosas. Se reconocieron su profesionalismo y entrega, aun en condiciones adversas, sin camerinos, bajo la lluvia, en largas giras. López Tarso: "El actor que no goza con el aplauso, con el halago, no es actor. No hay actor que no sea vanidoso. Si no tienes vanidad, mejor ni te metas a esto".
Pinal leía y López Tarso corregía algunos datos: "A los 81 años...". "Ya son 82". Se proyectaron imágenes de algunas de las cintas que le han dado fama mundial, como Los albañiles, Días de otoño, El gallo de oro, La vida inútil de Pito Pérez, El hombre de papel, Nazarín... Un largo aplauso selló las imágenes.
Pero destacó su trabajo como actor de teatro: "Me encantó leer teatro, que exige una gran imaginación. Antes de ser actor, primero empecé a leer teatro. Mientras piense, hable y mi cuerpo funcione bien, seguiré actuando".
Responsabilidad del Estado
Expresó que al Estado le corresponde apoyar el teatro que hace pensar, el clásico. "No puede ni debe eludir esa responsabilidad". Subrayó la importancia de acercar el arte dramático desde temprana edad, por su potencial formativo. "Lamentablemente el teatro que a mí me gusta es caro, de mucho reparto, de trajes de época, carísimas las telas, escenografías pesadas, penachos, espadas..."
Dijo que le gusta no sólo divertir al público, sino contar historias que hagan pensar, "historias que tengan un diálogo, un texto hermoso, donde se dicen cosas bellas, como el teatro en verso de los grandes españoles. Es un deleite dirigirse a la gente con esos parlamentos llenos de belleza literaria, llenos de pensamientos, de contenido espiritual.
"Sí, que la gente se ría y salga contenta, pero yo voy un poco más allá. Creo que el teatro es para ir más allá de la simple diversión, por eso prefiero otro teatro. No critico ningún teatro. Yo voy a ver a mis compañeros cómicos, ¡estupendos!, a las niñas con poca ropa... ¡eso es muy agradable!"
Añadió que un actor debe aprender a pisar el escenario con autoridad. "Si no tienes autoridad, no pesa tu figura. Se puede salir envuelto en una sábana y decir que estamos 400 años antes de Cristo, y nadie te dice '¡mentiroso!'"
Tras dos horas de charla, que no agotaron la información de una vida dedicada a la actuación, Ignacio López Tarso y Silvia Pinal se despidieron con aplausos del público, que de pie expresó su cariño por los intérpretes de Macario y Viridiana.