Usted está aquí: jueves 19 de julio de 2007 Política Calderón condiciona programa de infraestructura a la reforma fiscal

Ofrece inversión pública y privada de más de $2.5 billones entre 2007 y 2012

Calderón condiciona programa de infraestructura a la reforma fiscal

Incluye la construcción de más de 17 mil kilómetros de carreteras, mil 400 kilómetros de vías férreas y tres aeropuertos

Trabajará con lo que apruebe el Congreso, sostiene

CLAUDIA HERRERA, FABIOLA MARTINEZ

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón encabezó ayer, en Palacio Nacional, la presentación de las cartas credenciales de los embajadores de Irán, Mohammad Ghadiri Abyane; Honduras, Rosalinda Bueso; el Vaticano, nuncio Christophe Pierre; Chile, Germán Guerrero; Sudáfrica, Mohakama Nyangweni; Japón, Masaaki Ono, y Nueva Zelanda, Cecile Hylles El presidente Felipe Calderón encabezó ayer, en Palacio Nacional, la presentación de las cartas credenciales de los embajadores de Irán, Mohammad Ghadiri Abyane; Honduras, Rosalinda Bueso; el Vaticano, nuncio Christophe Pierre; Chile, Germán Guerrero; Sudáfrica, Mohakama Nyangweni; Japón, Masaaki Ono, y Nueva Zelanda, Cecile Hylles Foto: Francisco Olvera

En cuanto el presidente Felipe Calderón presentó el Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012, condicionó su cumplimiento a la aprobación de la reforma fiscal por parte del Congreso de la Unión.

En el peor de los escenarios, expuso, sin reforma hacendaria la inversión en infraestructura de este sexenio tendrá un decremento, porque el gobierno federal tiene que destinar recursos crecientes al pago de pensiones y de los Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas).

Seré respetuoso del Congreso, asevera

Lejos del discurso optimista con que había impulsado su iniciativa, el jefe del Ejecutivo federal declaró ayer que está consciente de que los legisladores podrían no aprobar su plan en los términos planteados, y como dijo ser respetuoso del Congreso, se comprometió a trabajar con los recursos y en el contexto legal de que disponga después de este debate.

En Palacio Nacional, la escenografía para una gran ocasión: tres macropantallas que proyectaban imágenes alusivas al tema, monumentales espectaculares en tercera dimensión, más el reparto de cientos de ejemplares de un libro de 171 páginas con las metas del programa.

En el templete estaban los integrantes del gabinete legal, la mayoría en tercera fila, el director del Banco de México, 15 gobernadores y, entre ellos, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, Nezahualcóyotl Valtierra.

En los lugares de honor, al lado del Presidente de la República, Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina de la Presidencia; la diputada panista Elena Alvarez y el titular de la Secretaría de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña.

En el grupo de gobernadores se encontraban los priístas Mario Marín, Natividad González Parás -quien se llevó tremendo golpe cuando resbaló al intentar bajar del descomunal templete-, Ismael Hernández, Ney González, Silverio Cavazos, Miguel Angel Osorio Chong y Eduardo Bours.

Por el PRD: Zeferino Torreblanca, Juan Sabines, Lázaro Cárdenas Batel y Narciso Agúndez. La lista se completó con los mandatarios panistas Emilio González, Marcelo de los Santos, Héctor Ortiz y Marco Adame.

Catálogo de metas

Después de que los titulares de las secretarías de Comunicaciones y Transportes, de Energía, de Medio Ambiente y Recursos Naturales y de Turismo expusieron un catálogo de metas, Calderón Hinojosa llamó a hacer una gran alianza para impulsar un "cambio dramático" en la política de infraestructura y superar así los "importantes rezagos" en la materia.

Ofreció aumentar la inversión privada para que junto con el gobierno federal se inviertan poco más de 2 billones 500 mil millones de pesos entre 2007 y 2012, lo que implica un aumento del presupuesto en más de 50 por ciento en términos reales respecto del sexenio anterior.

Destacan entre sus ofrecimientos la construcción de más de 17 mil kilómetros de carreteras y caminos rurales, de mil 400 kilómetros de vías férreas y de los aeropuertos de Riviera Maya, Mar de Cortés y Ensenada; el aumento de la cobertura de los servicios de agua potable y alcantarillado a 92 y 88 por ciento, así como la dotación de luz a 300 mil mexicanos.

Los escenarios

Pero este panorama optimista casi se desvaneció cuando el propio mandatario planteó varios escenarios que pudieran sacar adelante o hacer zozobrar su plan. El primero, llamado "base", sería aplicable, según indica el documento referido, "sólo si se lleva a cabo la reforma hacendaria" y con ello se aumente el gasto público en infraestructura en 100 mil millones de pesos anuales.

Otra hipótesis, la "sobresaliente", considera la aceptación de las "reformas estructurales" en los sectores laboral, energético o de telecomunicaciones, lo que supondría destinar un flujo extraordinario de recursos para infraestructura de casi 300 mil millones de dólares en los próximos seis años y más de 5 billones de pesos en los próximos diez, que representan una inversión equivalente a 5.5 por ciento del PIB al año, similar a la de países competidores de México.

No obstante, reconoció que lograr las reformas estructurales "es difícil, pero no imposible", porque en políticas públicas cuando hay voluntad no hay imposibles.

La proyección más negativa, denominada "inercial", implica que los legisladores no aprueben su reforma y que los fondos para infraestructura no sólo no aumenten, sino que se vean disminuidos debido a los crecientes compromisos del gobierno federal. En este supuesto se estima que la inversión en el sector quede en poco más de un billón 600 mil millones de pesos para el resto de la administración.

En su afán de impulsar la aprobación de fondos para su proyecto, expuso previamente una desalentadora situación del país en materia de infraestructura, pues dijo que ocupa el lugar 64 entre 125 países, por debajo de Barbados, Chile, Panamá, Jamaica, El Salvador y Uruguay.

A partir de ello indicó que su plan para construir más y mejor infraestructura se propone cumplir tres objetivos: nivelar las oportunidades desarrollo, sobre todo de los más pobres; elevar la competitividad de la economía, y convertir a México en un eslabón privilegiado para el comercio en América Latina y en el mundo.

Pero a fin de cuentas su cristalización, depende, como informó el Presidente, de la aprobación de la reforma fiscal.

 
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