La revelación del vacío
A los 16 años, don Miguel de Unamuno tuvo como una revelación del vacío", que sin duda en eso consistía el "misterio de la vida", instantáneo convencimiento de que el mundo no tenía finalidad. (Relata Sánchez Barbudo en sus estudios sobre Unamuno) Un azar que en el fondo de él, guardó hasta sus últimos días. "Yo creo que el mundo no tiene finalidad... somos los hombres quienes les damos un sentido y una finalidad que no tienen". Ese susurro como alas de "ángel negro", roto el vuelo de las ilusiones, la vida revela su triste secreto. Esos momentos en que sacude el alma el soplo del aletazo del "ángel del misterio"... estando distraído, en fiesta... Como si la muerte aleteara. "No la muerte, algo peor, una sensación de anonadamiento, una suprema angustia".
Esa suprema angustia, que debió vivir Rafael Estrada, mexicano vuelto mozo pamplónica, en el instante impensado que se echó a correr, sin experiencia, por delante de los toros en las calles húmedas y adoquinadas de Pamplona. Ese momento en que seguro tuvo la revelación del vacío. Máscara de misterio de la vida. Ese susurro como "alas de ángel negro" en que en pleno reventón de canto, vino y chorizo, confundió, con los descomunales pitones del toro Universal, de la ganadería del Marqués de Domecq, durante el sexto encierro de la tradicional fiesta de San Fermín al sentir las cornadas mortales en la ingle y el abdomen que le infiriera la bestia y vivir la muerte que aleteaba sobre él.
No es Rafael torero, ni novillero, ni aficionado a la fiesta brava, ni falta que le hace: en unos segundos vivió la intensidad de la vida-muerte y su sangre sobre la calle de la Estafeta deja la imagen que le dio la vuelta al mundo, vía la tele y la "revelación del vacío" de este "mozo" de fiesta sanferminera.
En feria en que los festejos taurinos se vieron muy por debajo de las carreras por las calles de Santo Domingo, Mercaderes y Estafeta. Los jóvenes Castella, Talavante y el no tan joven Juli enviaron sus fantasmas por aquello de que la muerte aleteaba fuerte en Pamplona y el misterio de la vida-muerte se escapaba...