"Eliminaremos a los terroristas", señala Musharraf
Islamabad, 12 de julio. Hoy comenzó el entierro de más de 70 militantes que fallecieron el lunes en la toma de la Mezquita Roja (Lal Masjid) de esta capital a manos de las fuerzas de seguridad, que perdieron a 11 miembros en esa operación. Cuando todavía quedan cadáveres insepultos, cuatro policías y dos funcionarios murieron en ataques aparentemente perpetrados en venganza por la muerte del clérigo radical Abdul Rashid Ghazi y los demás ocupantes del templo.
Los atentados se produjeron en el noroeste de Pakistán, una zona fronteriza con Afganistán en que la milicia integrista islámica de los talibán ha encontrado eco entre grupos tribales. Así, mientras en el distrito de Swat cuatro policías murieron y otros tres resultaron heridos cuando explotó una bomba, dos funcionarios perdieron la vida en la ciudad de Miranshah por la explosión de un artefacto colocado en la oficina de la administración local.
Poco antes de que se registraran los atentados, el número dos de la organización armada Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, advirtió a los ulemas paquistaníes: "si no se rebelan, el presidente Pervez Musharraf los aniquilará", y llamó a los musulmanes a vengarse. Según Zawahiri, el mandatario "no se detendrá hasta haber erradicado el islam de Pakistán".
Musharraf declaró por televisión que, aunque "el extremismo y el terrorismo no se terminan con la toma de la mezquita", su gobierno está decidido "a eliminarlos en todo el país". El jefe de Estado se dijo "triste por la pérdida de vidas", y aseguró que las tropas que recuperaron el templo "no vencieron al enemigo, sino que actuaron contra compatriotas que se alejaron del camino correcto" del islam.
En Washington, miembros del Congreso estadunidense criticaron el "apoyo incondicional" del gobierno de George W. Bush a su par paquistaní, Pervez Musharraf, a quienes acusaron de mirar para otro lado cuando Al Qaeda y los talibán adquieren mayor fuerza.