FIRA concentra la asignación de recursos en grandes agricultores del norte
El crédito bancario al agro mexicano cayó 42% en cinco años, advierten
A los pequeños productores se les debe otorgar tasas preferenciales de interés, descuentos e incentivos, recomienda el análisis del Grupo Intergerencial
Ampliar la imagen Jornaleros trillan su cosecha de frijol en campos de Zacatecas Foto: Alfredo Valadez
Pese a que el medio rural es ''fundamental para México por su aporte de alimentos, servicios ambientales, empleos y divisas'', así como para ''el alivio de la pobreza'', el crédito bancario al sector agropecuario no ha dejado de caer desde la década de los noventa, y sólo entre 2000 y 2005 se redujo 42 por ciento, advirtieron el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y el Banco Mundial (BM), entre otros organismos internacionales.
Las cifras son elocuentes: si en 1990 la cartera del sector agropecuario, silvícola y pesquero representaba 8.6 por ciento del total de créditos otorgados por la banca comercial, para 2005 apenas llegó a 1.4 por ciento.
Sin embargo, el desplome de los créditos agropecuarios fue mayor en el caso de la banca de desarrollo, pues retrocedió 46 por ciento en los primeros seis años del siglo XXI, debido principalmente al cierre del Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural), reveló un análisis elaborado por el Grupo Intergerencial de Desarrollo Rural México, creado en 2000 durante una asamblea del BID.
Además de Cepal, BID y BM, en el Grupo Intergerencial participan la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Instituto Interamericano de Cooperación a la Agricultura (IICA), la Agencia Alemana de Cooperación Técnica, y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
El informe destacó que la astringencia de los recursos al sector agropecuario de México comenzó desde el decenio de 1980, debido a la inflación y las altas tasas de interés, así como a la asignación inadecuada de créditos, que repercutieron en altos índices de morosidad y cartera vencida, tanto en la banca comercial como en la de desarrollo.
Dicha situación antecedió incluso a la crisis del sistema financiero que estalló en el país entre 1994 y 1995, pero desde entonces los créditos agropecuarios no han vuelto a alcanzar el mismo nivel de antes, pues ''pese a la estabilidad macroeconómica y las menores tasas de interés'', la cartera se mantiene estancada.
El Grupo Intergerencial consideró que el retiro del Estado de la operación directa del seguro agropecuario explica, en parte, la disminución del financiamiento al sector, y destacó que los Fideicomisos Instituidos en Relación a la Agricultura (FIRA) han destinado cada vez más recursos a la agricultura de riesgo de los estados del norte del país, y ''además de que llegan a un menor número de productores, se concentran en los medianos y grandes'', hacia donde también se enfoca la banca privada, por lo que resultan afectados los pequeños agricultores y campesinos.
Aunado a lo anterior, ''se estima que más de una quinta parte de la población del país vive en municipios sin presencia de sucursales bancarias, y sus necesidades de financiamiento son satisfechas en el mercado informal''.
De ahí que en su informe Temas prioritarios de política agroalimentaria y de desarrollo rural, el grupo haya recomendado ''devolver al crédito su papel para elevar la inversión, mejorar la productividad y favorecer la capitalización'' en el sector agropecuario.
El reto, puntualizó, es lograr que tanto la banca privada como los organismos de microfinanciamiento y otros intermediarios atiendan al medio rural, como las uniones de crédito y las sociedades financieras de objeto limitado. También consideró necesario que se reorienten las políticas públicas para superar la carencia de recursos financieros para el campo, como el seguro, poniendo énfasis en los pequeños y medianos productores.
A los pequeños productores de las regiones centro y sur del país, sentenció, se les deben otorgar tasas preferenciales de interés y metas de descuento en los créditos que otorgue la banca de desarrollo, mientras los apoyos de los fondos de garantía otorgados a la banca comercial deberán ser decrecientes para aquellos clientes que cada año cumplen oportunamente con sus responsabilidades.