Black Out rompe la tendencia de los bares del lugar y apuesta a la diversidad
"New York en México", concepto de nuevo bar en la Zona Rosa
Dirigido al adulto contemporáneo con mayor bagaje cultural, "queríamos hacer algo que no tuviera estilo de lobby bar", afirman
Tratamos de traer ideas escenográficas y teatrales, señalan dueños
Ampliar la imagen Pisos y paredes de diseño ajedrezado complementan la decoración del bar Foto: Carlos Ramos Mamahua
Es noche de sábado en la Zona Rosa. Un sinfín de luces de neón se encienden y música estruendosa resuena a cada paso, obligando a dirigir la mirada hacia antros escondidos en la planta alta de otros antros, restaurantes y bares que proliferan en sus concurridas calles.
Las tiendas de ropa, artesanías y bancos, destinados fundamentalmente al turismo internacional, tienen sus puertas cerradas. En contraparte, la noche ofrece un frenesí que mezcla música electrónica con reggaetón y karaokes a todo volumen.
Miles de personas transitan de un lado a otro en un desfile de singular producción: parejas de chavos perfectamente alineados en estilo pop, musculosos motociclistas, mujeres discretas y muchachas fatales con minúsculas minifaldas, trasvestis dominando imposibles tacones, señores de traje y mucho ombligo al aire.
La parte más gay de la ciudad presume de ser un espacio de diversidad, pero algunos de sus visitantes asiduos claman por más opciones en la oferta nocturna.
"Faltan lugares con algo de glamur y buena onda, bien montados, que no sean improvisados", aseguraron Luis y Arturo, de 38 y 36 años, invitados a la inauguración del bar Black Out.
Jaime, de 44, coincidió al asegurar que son muchos los que necesitan "lugares más tranquilos con música agradable, diferentes de las discos con sonidos estridentes y de moda para bailar y brincotear.
"Esos sitios están conceptualizados para gente de entre 15 y 30 años", agregó porque, según reniegan, los "adultos contemporáneos" de esa comunidad tienen dificultades para encontrar sitios con algo más de confort.
"Aunque no estamos cerrados a un grupo de edad, tratamos de que (los asistentes) sean de 25 para arriba; si te fijas en el estilo no es el del clásico antro o bar para chavos" sostuvo Alfonso Vázquez, uno de los dueños del nuevo espacio instalado en Amberes número 11, rodeado de otros sitios como Papi, Boy bar, Pussy, 12:30 y Gay-ta.
"El concepto es romper con las características de la calle que no tenían mucha onda ni buena comida a precios razonables; hacer algo que no fuera el clásico antro de precopeo o cafetería que nunca se salía del estilo lobby bar", agregó.
Así, el lugar funciona de lunes a sábado desde las 17 hasta la una y las tres de la mañana en fin de semana. Igual se puede tomar un café que comer una ensalada (29 pesos), sushi (de 24 a 45), tostadas de lomo de atún (24) o reventar con un amplia gama de bebidas que van desde cerveza (16 a 30), a vinos por botella y copeo o licores. "El ambiente lo pones tú", sintetizó Vázquez.
Diseño y glamur
"New York en México City", rezaba la invitación a la inauguración, que también resaltaba la autoría estética del productor y director de cine y teatro Felipe Fernández del Paso.
"Pensamos en hacer algo que no fuera más caro, pero sí orientado a un público con mayor bagaje cultural, con ganas de estar a gusto y con resonancias de otras ciudades del mundo igualmente cosmopolitas", explicó Fernández del Paso.
Y en este caso, la referencia neoyorquina es inocultable. Se trata de un diseño elegante, sobrio y muy chic, que combina únicamente blancos y negros en pisos, paredes y texturas.
De ingreso, el edificio prácticamente no tiene fachada porque es una gran espacio abierto que delimita imaginariamente el afuera y el adentro. De fondo, una contrabarra de nueve metros de alto donde las botellas están perfectamente acomodadas por tamaños y colores.
Meseros jóvenes, con uniforme y peinados vanguardistas, se mueven sin complejos por los tres niveles que ocupa el bar.
La planta baja y el primer piso ofrecen paredes negras y detalles en blanco, iluminados con focos en fila, simulando un gran camerino.
"Traté de traer conceptos escenográficos y teatrales que me gustan; es decir, quitarle todo lo decorativo y hacer en los dos primeros pisos espacios centrados sólo en lo arquitectónico, donde además pudieras sentirte cómodo" explicó Fernández.
Pero todo cambia en el último nivel, donde la idea fue "mostrar cómo cualquier decoración redimensiona". Allí, a cielo abierto y en medio de la copa de los árboles, excéntricos sillones blancos y negros se instalaron sobre un piso de diseño ajedrezado, mientras reflectores de teatro iluminan exhuberantes arreglos florales.
Lo mix
En el imaginario chilango, la Zona Rosa es territorio gay. Sin embargo, ideólogos y dueños del Black Out defienden una propuesta incluyente, que ofrezca comodidad a lesbianas y heterosexuales, chavos y adultos.
"Nos catalogamos como un lugar mix, porque la distinción no es únicamente si son gays o bugas, aquí no hay restricciones por religión, orientación sexual, ni nada", aseguró uno de sus dueños y explicó que muchos corporativos están asentándose en ese sector de la ciudad, generando un movimiento demográfico que acerca a todo tipo de personas.
"Hay una franca victoria de la comunidad gay en el terreno de los bares y una tendencia a abrir más espacios, pero, primero, nunca es suficiente y, segundo, es necesario ganar lugares bonitos, inteligentes, que tengan propuestas más allá de la comunidad lésbico gay: para todos, esto no debe ser una cuestión de gueto", agregó Fernández.
Allí, aseguran, el principio es la tolerancia: "siempre va a ser un lugar abierto, queremos que sepan que aquí siempre pueden llegar, todos y todas".