Usted está aquí: martes 10 de julio de 2007 Cultura Alerta escultora sinaloense contra la creciente narcocultura

Navajas cumplió su objetivo: “despertar el interés del público”, indica Rosa Robles

Alerta escultora sinaloense contra la creciente narcocultura

Vivimos en una sociedad muy banal, muy superficial, deplora la autora del proyecto artístico

“Sinaloa es un estado violento y lo de las cobijas está a flor de tierra”, dice a La Jornada

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Instalación de Rosa María Robles incluida en la muestra que la escultora presenta en el Museo de Arte de Sinaloa  Fotos: Instalación de Rosa María Robles incluida en la muestra que la escultora presenta en el Museo de Arte de Sinaloa Fotos: Foto: Cortesía de la artista

Ampliar la imagen Robles aparece en Renacimiento; la cobija fue utilizada en un homicidio y la debió entregar a la Procuraduría de Justicia de Sinaloa Robles aparece en Renacimiento; la cobija fue utilizada en un homicidio y la debió entregar a la Procuraduría de Justicia de Sinaloa

La escultora Rosa María Robles (Culiacán, Sinaloa, 1963) y su proyecto artístico Navajas captaron la atención de los medios nacionales de comunicación masiva a raíz de que ocho cobijas que formaban parte de la instalación Alfombra roja, incluida en la exposición, montada en el Museo de Arte de Sinaloa (Masin), fueron requeridas por la Procuraduría de Justicia estatal porque presuntamente habían sido utilizadas en casos de homicidios relacionados con el narcotráfico.

Entrevistada por La Jornada, Robles deja en claro que entregó las cobijas por “voluntad propia, no me censuraron”, con acuerdo del titular de la Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional (Difocur), Ronaldo González Valdés, y la directora del Masin, Rosa María Hass, quienes la han apoyado en todo momento, porque “tenía que ser congruente con el planteamiento de la exposición.

“Si planteo una reflexión sobre la violencia, de no hacer cosas ilegales, y me dicen que estoy cometiendo un acto ilegal con las cobijas, pues allí están.

“No tengo nada que esconder. Seguramente me va a servir de reflexión para ver de qué manera más adelante pueda tener ciertas piezas que quiero que sean auténticas, sin tener problemas legales como hacen otros artistas, porque lo que interesa es sacudir a las personas.”

Nada por investigar

–Se habló de ejercer acción penal contra las personas que le proporcionaron las cobijas.

–No voy a decir de qué manera las obtuve, porque generaría muchos problemas a otras personas o a mí misma, en fin.

“demás, el punto al que quiero llegar es que la Procuraduría General de Justicia y el gobierno de Sinaloa se den cuenta de que el fin de la exposición es justamente lo contrario. No se trata de hacer una apología de la violencia, porque soy una ciudadana más a la que la afecta.

“Quiero plantear una reflexión sobre esa violencia y lo he hecho públicamente. La forma en que las obtuve, pues, las obtuve y punto. Que sacudió a muchos, de acuerdo. Que se abrió una investigación, es verdad, para certificar la autenticidad. Pero no creo que pase a más, porque finalmente es una exposición de arte.

“También me ha interesado aclarar, sobre todo porque Sinaloa es violento, que no estoy realizando ninguna investigación de nada de las cobijas. Está a flor de tierra. Uno no tiene que investigar nada porque sabe qué sucede, que están allí. Además, los envuelven.”

La cobija como material artístico

–¿La cobija se ha convertido en un material artístico más?

–Sí, es un material más dentro de mi exposición, pero preciso que tocó una llaga. La cobija es un símbolo, un signo. Por lo que sé, la mayoría de las ejecuciones son asesinatos que no se esclarecen. Pero luego hay un fenómeno con la cobija. Según sé la mayoría tiene que ver con el asunto del narcotráfico. Otros son por otros móviles, pero también los envuelven. Es un fenómeno muy extraño lo que está pasando.

¿La requirieron para declarar?

–Al final no. Pero inicialmente sí. Yo hubiera tenido que ir a declarar, pero te digo que he tenido todo el apoyo del gobierno del estado para que esto no sea un problema.

“El objetivo de la exposición Navajas se cumplió en el senti

do de que se ha despertado mucho el interés del público, ha planteado la reflexión social. Estamos en una sociedad muy banal, muy superficial.”

En diciembre de 1992, Robles recibió el Gran Premio de Escultura en la Primera Bienal Monterrey, por una pieza cuyo punto de partida era un tronco de madera.

Inclusive, cuando viajaba decían: “allí viene la escultora de los troncos”. Sin embargo, nunca ha sido su interés estar inserta “en lo actual como moda, pero sí estar pendiente de lo que pasa en el arte”.

Tras el nacimiento de su hija Camila, en 2000, advirtió que no deseaba seguir con los troncos. Sus nuevas piezas, Erizos, de metal, puntiagudas y de formato más pequeño, fueron objeto del Gran Premio Omnilife 2000. Todavía hacía piezas con madera y grandes piedras como basaltos.

De nuevo Robles cayó en la cuenta de que no tenían que ver con “lo que pasaba fuera” en el arte contemporáneo. Varias estancias en Barcelona le sirvieron para enriquecer su visión. Siempre le había interesado la instalación, pero cómo hacer la transición de formatos tan grandes, de materiales tan formales, a algo más libre.

El proyecto Navajas, que se refiere a esos objetos afilados, se remonta a 2005.

Primero, empezó a trabajar con partes de avestruces, con los que dio al azar en Culiacán. “Quiero fusionar elementos cotidianos con la taxidermia y, por supuesto, retomo a Duchamp en toda esta historia con el arte objeto. Uso migitorios, lavamanos, excusados, mesas, sillas hasta llegar a una cama”. Somos ahora una historia rota, una cama con una pareja acostada, donde humaniza los avestruces.

Reconoce que su discurso “quizá se vuelve más duro, más crudo, con temas más sociales”. Deja a un lado lo orgánico, los planteamientos estéticos, escultóricos o personales.

Navajas se iba a presentar en 2005, en Ex Teresa Arte Actual, con un texto de Luis Carlos Emerich. Sin embargo, levantaron las banquetas de la calle Licenciado Verdad, como parte de la rehabilitación del Centro Histórico, y no fue posible bajar la obra del camión.

Señala: “Guillermo Santamarina (entonces director de Ex Teresa) me planteó que me olvidara de la obra que había realizado, que fueron meses de trabajo, y que hiciera una instalación con elementos que habían encontrado en el Zócalo. Me pareció una falta de respeto. Se molestó y se canceló la exposición”.

Signos ominosos

Robles ha presentado Navajas en dos ocasiones en busca de una beca del Sistema Nacional Creadores, pero nunca la obtuvo. Entonces, siguió trabajando con sus propios medios hasta que decidió que era el momento de sacarlo a la luz pública con la exposición en el Masin, donde llegó fortalecida.

Navajas salió “afilada, con un discurso claro” y, desde su punto de vista, “se logró lo que se esperaba: tocar el público”.

Abunda: “Navajas habla de la deshumanización, de la violencia, del poder que hemos otorgado al dinero y del papel que el arte actual juega en este medio. Habla de los signos decadentes a que hemos llegado la sociedad de hoy. La polémica que ha desatado Navajas es porque plantea una reflexión profunda sobre la creciente narcocultura que es evidente que está en el estado, el país y en todas partes. Me parece que esta narcocultura ha establecido códigos de poder en todos los ámbitos de nuestra muy jodida sociedad. Así lo planteo, porque estamos muy jodidos en muchos ámbitos”.

Hay temas “muy duros” en la exposición, como una pieza que tiene que ver con los “niños intervenidos”. Trata de “la forma en que estamos violando a nuestros niños. Consta de ropa interior infantil que está intervenida con consoladores y lenguas de vaca disecadas”.

La polémica instalación Alfombra roja consiste en una serie de cobijas que Robles compró en el mercado, con las cuales tapizó la banqueta y la entrada al Masin. La fachada principal del museo está cubierta por cobijas amarradas. Estas recorren todo el recinto, inclusive la escalinata. Pero, conforme el visitante llegaba al segundo piso, advertía que “había cobijas manchadas. Además, el olor era tremendo porque eran auténticas de personas asesinadas y encobijadas recientemente. Al final del trayecto había una mampara con un espejo, entonces el público veía su propia imagen, de modo que las personas eran la pieza”.

De acuerdo con Robles, las cobijas auténticas se exhibieron casi un mes, pero a raíz de la publicación de una nota en un medio local se desató la polémica que condujo a que las entregara. También entregó otra que formaba parte de la pieza Renacimiento, “autorretrato desnudo”, con cobija auténtica de una persona asesinada y encobijada recientemente en Sinaloa.

Explica: “En la imagen estoy parada sobre un WC de cerámica y en las manos tengo un par de ojos humanos. Es de un simbolismo muy fuerte, porque digo que tengo encima la cobija de la impunidad de todas estas muertes que no se esclarecen. Fue una foto difícil, emocionalmente. Primero, el desnudo en ese Culiacán todavía tan conservador, pero también por lo que representan la cobija, la sangre. Pensar que con esa cobija envolvieron a un ejecutado.

“Pensé mucho en cómo hacer esas fotos. No me cuadraba que tuviera ropa, necesitaba el contacto directo con la cobija. Es un desnudo cuidado por la colocación de las manos con los ojos. Al pie de la fotografía estaba la cobija a manera de una instalación. La foto tiene una connotación muy clara de símbolos religiosos. Estoy sobre un pedestal, con los ojos cerrados, y el manto es esa cobija de la impunidad. El público es observado por el par de ojos de un asesinado anónimo”.

Al retirarse las cobijas auténticas, Robles decidió llenar ese hueco mediante una acción plástica consistente en manchar una cobija con su propia sangre (La Jornada, 24/junio/07).

Rosa María Robles busca un foro para exhibir Navajas en la ciudad de México.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.

Agregar un Comentario

arte para combatir la violencia