Un menor logra salir del templo; dice que los extremistas los usan como escudos humanos
Islámicos atrincherados en la Mezquita Roja matan a jefe militar paquistaní
El coronel Haroon Islam dirigía una operación para derribar los muros que rodean el recinto
Se complica la situación política en Pakistán; opositores exigen la renuncia de Musharraf
Ampliar la imagen El primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz (segundo a la izquierda), se reunió con estudiantes del Corán arrestados durante los enfrentamientos en la Mezquita Roja y liberados ayer Foto: Ap
Ampliar la imagen Militares en los alrededores de la Mezquita Roja de Islamabad Foto: Reuters
Islamabad, 8 de julio. El coronel del ejército paquistaní Haroon Islam murió la madrugada del domingo por disparos de un grupo de integristas islámicos que sigue atrincherado en la Mezquita Roja de esta capital.
La operación que Haroon supervisaba cuando fue alcanzado por las balas iba dirigida a derribar los muros que rodean el templo y permitir que puedan escapar los niños y las mujeres que supuestamente están siendo utilizados como escudos humanos por los estudiantes radicales que tienen el control del recinto.
Jabad, uno de los menores que logró salir esta mañana por los boquetes que los hombres de Haroon abrieron en las paredes, declaró que sus captores "amenazan con disparar si alguien intenta huir", al contrario de lo que ha dicho el líder de los sitiados, el segundo de a bordo del templo, Abdul Rashid Ghazi, que sostiene que quien quiera dejar la mezquita puede hacerlo sin restricciones.
Aunque otros testimonios como el de Jabad indican que todos los que no son militantes pero siguen en el interior del templo están ahí secuestrados, en un principio sí se permitió la salida de quienes no quisieran participar en la toma. Varios adolescentes de entre 15 y 18 años salieron de la mezquita a mediados de la semana pasada aprovechando esta posibilidad. Aunque fueron detenidos en cuanto se toparon con la policía y el ejército, ayer fue liberado el primer grupo.
Hasta la fecha se desconoce cuántos de quienes permanecen adentro participan en su ocupación y cuántos son retenidos contra su voluntad. Su captura comenzó el martes pasado, cuando Ghazi y sus seguidores ocuparon el templo para exigir la imposición de la ley islámica en Pakistán.
En un primer momento estuvo claro que el clérigo y sus huestes controlaban la situación. Sin embargo, según el ministro de Asuntos Religiosos, Ijaz ul Haq, este primer grupo fue desplazado del mando por los integrantes de varias organizaciones religiosas radicales. "Los extremistas han tomado el control de la mezquita", dijo Haq, que acusó al Movimiento de la Guerra Santa Islámica de haberse infiltrado en el templo. El ministro también se dijo temeroso de que los dirigentes decidan "matar a las mujeres y a los niños para presionar por sus demandas".
A pesar de estas informaciones, Ghazi sigue siendo la cabeza visible. Este religioso, que en el pasado fue funcionario del Ministerio de Cultura y, según uno de sus profesores en la universidad, "llevaba una barba normal" -es decir, no islámica- emitió un "testamento" publicado este sábado por varios medios locales, en el cual declaró que prefiere "el martirio a la rendición" y que tiene "suficientes alimentos, armas y municiones para luchar hasta un mes".
El gobierno del presidente paquistaní, Pervez Musharraf, en tanto, parece prepararse para un asalto en forma. A pesar de que el ministro de Información, Tariq Azim, declaró que "si se hubiera querido entrar por la fuerza se hubiera hecho desde el primer día", las autoridades avisaron que "esta es la última advertencia para que se rindan" los ocupantes.
Si las autoridades deciden entrar en la mezquita, la cifra de entre 20 y 25 muertos que el gobierno reconoce podría dispararse ya que, como afirmó el ministro Azim, "mientras haya niños y mujeres inocentes retenidos en el interior, hay que ser muy cuidadosos". Según él, además, la operación no será fácil, ya que los seguidores de Ghazi "pueden manejar armas automáticas pesadas con cierta habilidad".
La situación política paquistaní, mientras, se complica por momentos. A menos de un año de las próximas elecciones, la Conferencia de Todos los Partidos, que reunió en Londres a buena parte de la oposición al presidente Musharraf, pidió la renuncia del mandatario. "Es claro que su régimen es incapaz de realizar elecciones libres, justas y honestas", dice la declaración conjunta emitida al término de la reunión.
El presidente ha llevado el país al caos, acusan
Los participantes en la Conferencia recordaron también que el presidente subió al poder gracias a un golpe de Estado y lo acusaron de llevar al país "al borde del precipicio, lo que ha llevado a enfrentamientos, al caos y al riesgo de una desintegración".
Sobre la precampaña de los próximos comicios pesa, además, la figura del magistrado Mohammed Chaudhry. El juez fue destituido la primavera pasada por Musharraf, que temía que se negara a dar sustento legal a sus ambiciones de contender por un tercer mandato presidencial. La decisión del presidente ha provocado varios motines en los últimos meses y ha hecho que la tensión política se exacerbe.
Para complicar la situación, está el hecho de que el gobierno pakistaní siempre ha sido ambiguo respecto del integrismo islámico y tiene que lidiar con una intrincada red de alianzas y enemistades con los grupos que lo practican.
Mientras que Pakistán apoyó a las milicias islámicas cuando pelearon contra la ex URSS en Afganistán, y estas organizaciones han llevado gran parte de la carga de la guerra que el país libra contra India desde hace años por el control de la región de Cachemira, la proliferación de grupos integristas entre las tribus del noroeste del país se ha revelado como un problema grave.
Este domingo, por ejemplo, hombres no identificados mataron a tres trabajadores chinos en la región de Peshawar, fronteriza con Afganistán. Aunque no se sabe quién fue el responsable del ataque, el incidente parece estar relacionado con los atentados de los grupos religiosos radicales contra las fuerzas de seguridad.