Usted está aquí: viernes 6 de julio de 2007 Economía México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

"Reforma" e informales

Los comerciantes pagarán $412 por año

No recibirán, a cambio, prestaciones sociales

La autorización implícita a grafiteros

Agarraos, oh nefastos trabajadores informales, porque, en nombre del desarrollo, la guillotina fiscal calderonista caerá sobre vuestros bolsillos, si es que no encuentran un colchón lo suficientemente grande como para atesorar los cuantiosos ingresos obtenidos en esquinas y plazas públicas a lo largo y ancho de esta potencia económica llamada México.

Si son correctas las cifras divulgadas por el titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), José María Zubiría Maqueo, y siempre en el hipotético caso de que el Congreso le dé el ansiado sí a la "reforma" fiscal calderonista, en 2008 cada uno de los 17 millones de mexicanos (algunos estiman que suman 19 millones) que sobrevive en la economía informal deberá pagar, en promedio, alrededor de 412 pesos (un peso con 13 centavos por día) por concepto de ICI (creativo invento de la "continuidad" para fortalecer las finanzas nacionales), o lo que es lo mismo el impuesto "contra" la informalidad, uno de los ejes recaudatorios de la susodicha "reforma".

Obvio es que para el gobierno resulta más complicado subir la informalidad a la formalidad, aunque para el país sería más productivo, de allí el invento de un impuesto "contra" esa actividad ampliamente practicada en el país, la cual, dicho sea de paso, en la "autoridad" ha encontrado su mejor promotor.

Como en el calendario electoral los próximos comicios están distantes, el gobierno de la "continuidad" consideró pertinente promover el ICI, y en este sentido Zubiría Maqueo informó que por tal gravamen el fisco recaudaría alrededor de 7 mil millones de pesos en 2008 (siempre y cuando el Congreso, etcétera, etcétera).

Los informales que, en el supuesto, paguen el ICI del gobierno no obtienen nada a cambio: ni prestaciones legales, ni cobertura de la LFT, ni transición a la formalidad, ni nada por el estilo. Ellos cubrirán su "mordida" y los tamarindos disfrazados de autoridad fiscal les permitirán seguir en la informalidad. A los grafiteros les irá mejor, porque al pagar impuesto por su pintura en aerosol es de suponer que en automático cuentan con autorización para plasmar su inspiración en los muros del país.

Lo mejor del caso es que Ejecutivo y Legislativo "ya se están poniendo de acuerdo", y de ello da cuenta que a estas alturas cada bancada ya trae bajo el brazo su propia propuesta fiscal. Unas con petróleo, otras sin ICI y algunas más que aún no se conocen a detalle, mientras el inquilino de Los Pinos está muy emocionado porque el "diálogo se da".

Es el mundo de las "reformas" que no cuajan. Días atrás comentábamos en este espacio que no ha existido "reforma" fiscal (léase parche) en el país ni gobierno que la avale que no asegure que el objetivo de su propuesta "son los pobres", "los que menos tienen", "los marginados". La más reciente de ellas, la presentada por la "continuidad", no es la excepción. Promete lo mismo, pero con más drama: con ella, publicita en el mejor estilo lópezportillano, "se pagará la deuda social que tiene el país con los más pobres".

Cuando menos siete "reformas" fiscales, hasta donde da la memoria, se han presentado en las últimas cuatro décadas, independientemente de la tradicional miscelánea reconocida como tal. Todas ellas, palabras más o menos, con los mismos objetivos retóricos (equidad, "lucha frontal" contra la evasión y elusión, justa distribución de la carga fiscal, etcétera), pero, lo que es peor, con iguales resultados en los hechos, es decir, contrarios a los originalmente comprometidos.

Pues bien esas siete "reformas" fiscales han sido presentadas, oficialmente, por el inquilino de Los Pinos en turno, pero existe una verdadera catarata de iniciativas, propuestas, agendas y conexos a las leyes fiscales presentadas en el Congreso por los propios legisladores, a las que -según el diputado postulante- sólo le falta un grado para ser "reforma".

En este sentido, y con la generosidad de los investigadores legislativos que laboran fueran de reflectores en San Lázaro y Xicoténcatl, se pueden documentar cuando menos 99 iniciativas, en los últimos seis años, presentadas individualmente por diputados de todos los partidos, con la finalidad de "mejorar" la ley del impuesto sobre la renta. Junto a ellas, otras 80, más o menos, para "redistribuir de mejor forma" la renta petrolera, incluidos excedentes. Además, las relativas al IVA, al IEPS y otros, independientemente de las tradicionales misceláneas fiscales.

Ello, en un país donde el "diálogo se da" (Calderón dixit), pero nadie se pone de acuerdo. El gobierno no quiere ganarse el enojo del gran capital; éste se niega a pagar impuestos; las empresas juegan a la doble nacionalidad para duplicar la raja (las maquiladoras, por ejemplo) y así por el estilo.

De allí la innegable relevancia que impuestos como el ICI y el grafitero tienen para el desarrollo nacional, porque quienes más deben contribuir se niegan a hacerlo, y el gobierno no sólo los cobija, les aplaude, siempre pensando en las "soluciones definitivas" y el "pago de la deuda social" (michoacano dixit).

Las rebanadas del pastel

A golpe de chantajes, amenazas y otras gracias, Felipe Calderón logró llegar a Los Pinos. Pero hoy se asusta, y ya como inquilino lanza su plegaria: "no permitiremos chantajes o amenazas"... Pregunta obligada (de la lectoría): "¿tú le crees a Zhenli Ye Gon? Yo también" (Alejandro Yáñez, [email protected]).

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