En el festejo inaugural, tercero y cuarto novillos salvaron el honor de San Isidro
Gran faena de Mario Aguilar, oreja para Arturo Saldívar y pitos a Pepe Murillo
Sobran toreros buenos, escasean diestros diferentes
El futbol se "movió" en el callejón
Minutos antes de que concluyera el festejo inaugural de la temporada 2007 en la Plaza México, uno de esos maldosos que todavía quedan me advirtió: "Abusado Páez, porque afuera anda una redada con ambulancias y camisas de fuerza para llevarse a los pinches locos que todavía venimos a los toros", y sin reírse prosiguió apresurado su camino.
Y sí, la situación taurina en particular y social en general, ya no está para bromas. Por esas obligadas coincidencias va para 18 años, por lo menos, que el país y la fiesta de los toros nomás no atinan a corregir el rumbo y, según algunos globalifílicos, cada vez se hace más urgente la contratación de especialistas extranjeros que nos vengan a decir cómo se le hace, en materia taurina, política y económica.
Aparentemente no quedan productos toreros que interesen ni menos líderes políticos, sociales y culturales que convenzan, sumen propósitos y muevan a la acción. Pero en los pasados tres sexenios -dos priístas y el lastimoso del "cambio"- bien pudo la comunidad mexicana empezar a enderezar derroteros, a evaluar resultados y a modificar criterios. O no quiso o no pudo. Para el caso es lo mismo. Los buenos resultados disminuyen y la dependencia aumenta.
Como los dueños del negocio taurino no se pongan, en serio, a planear acciones conjuntas con el firme propósito de hacer remontar el espectáculo, los-extranjeros-que-sí-saben habrán de venir a imponer criterios y a hacer negocio. Su negocio. Como los bancos, pues.
Ahora, cuando un espectáculo deportivo como el futbol cuenta con toda la publicidad y la difusión posibles por parte de los medios, un espectáculo originalísimo pero extemporáneo, sanguinolento y sin ninguna publicidad ni difusión como la fiesta de los toros, no tiene nada qué hacer frente al primero. Si bien apostar por el futbol antes que por el desarrollo de los pueblos nunca ha traído buenos resultados.
Avances y retrocesos
Hicieron el paseíllo el tapatío Pepe Murillo y los aguascalentenses Arturo Saldívar y Mario Aguilar, quien antes de que saliera el primero de la tarde recibió de la Porra Libre el trofeo Joselillo como triunfador de la temporada pasada.
La fiesta brava es extraña, no sabe de justicias y el éxito dentro de ella suele ser otro malentendido.
En teoría el triunfador fue Arturo Saldívar, ya que le cortó la oreja al segundo de la tarde, Trovador, con 427 kilos, bragado, listón y bien puesto pero que, al igual que otros de sus tres hermanos, acusó mansedumbre, debilidad, sosería y deslucimiento, que no son pocas cosas.
Bien muleteó Saldívar por la diestra, acompañando con la cintura e inspirándose en naturales con sentimiento y largueza, con la transmisión que le faltó al novillo. Fue prendido aparatosamente en un cambiado por la espalda, pero ni el contratiempo emocionó. Dejó un estoconazo fulminante y la paisanada demandó la oreja, que fue concedida. Con su segundo, aburrieron ambos si bien mató al primer viaje.
Superior fue la labor de Mario Aguilar con su primero, Pájaro Azul, con 380 kilos, cárdeno bragado y bien armado, al que recibió con cuatro templadas verónicas, una media y una revolera. Tras una vara quitó por ceñidas y quietas chicuelinas rematadas con una vistosa larga cordobesa. El novillo tuvo tal calidad que permitió al banderillero Christian Sánchez adornarse en elegante cuarteo y desmonterarse en el tercio.
Con dos péndulos, un trincherazo, uno de la firma y el de pecho inició Aguilar su faena, acusando la misma aptitud y actitud de hace un año. Con cabeza, pensando lo que hace, dándole al novillo su tiempo y su distancia, Mario citaba de largo, adelantando la muleta y embarcando muy bien en derechazos y naturales de muy altos vuelos, con un toreo relajado e interior que caló hondo en el tendido.
Como se pasara, tantito, de faena, pinchó en tres ocasiones, escuchó un aviso, cobró una estocada entera y sólo fue sacado al tercio cuando aquella torera labor bien merecía la vuelta. ¡Vaya porvenir el de este Mario Aguilar!
A Pepe Murillo, primer espada, le tocó en suerte Bombón, lo que yo llamo el toro de la ilusión, claro, con son, fijo y alegre, que a gritos pedía que le cortaran el rabo. Pero Murillo sigue acartonado, sin soltarse, sin hacer contacto consigo mismo y con la gente. No supo aprovechar tan excepcional novillo y escuchó pitos mientras el de San Isidro recibía los honores del arrastre lento. Una pena, porque el muchacho tiene valor y maneras, sin embargo en el toreo el problema no es la quietud, sino qué hacer con ella.