Usted está aquí: sábado 30 de junio de 2007 Opinión Cosas del Futbol

Cosas del Futbol

Josetxo Zaldúa

No por esperadas, las declaraciones de Hugo Sánchez tras la victoria del Tri sobre Brasil muestran cabalmente el perfil del personaje: huidizo en la derrota, soberbio en la victoria. Hay que reconocer, más allá de las tormentas que desata el Pentapichichi, que ante los brasileños la selección nacional sí supo cómo jugar. Desde que el balón se puso en juego cada uno de los 11 correcaminos interpretó una partitura que desquició a los artistas brasileños.

Los tricolores mostraron en la cancha una espina dorsal impecable a la luz del resultado: Ochoa, Márquez, Torrado y Nery Castillo demostraron una actitud digna de cualquier profesional que se precie. La presencia desequilibrante de Castillo y las dotes de mando de Márquez cosieron al equipo a lo largo y ancho del campo de batalla. Vimos un bloque. Sánchez tuvo que ver con todo eso: él paró al equipo, él lo diseñó. La armó en grande.

El chisme sobre si es Hugo o su auxiliar argentino Egea el factor central en el equipo es estéril: lo que importan son los resultados. Si ellos se entienden, y todo indica que sí, pues a nadie debe interesarle. En las buenas y en las malas Sánchez se llevará lo que corresponda.

Comentaba un amigo que la actitud del técnico mexicano le agrada porque rompe con una suerte de tendencia nacional: la llamó miedo al fracaso, o lo que es lo mismo, cortarle la cabeza a quien destaca. Dicho de otro modo: el fanatismo por las formas -todos falsamente humildes- y el rechazo al fondo, vale decir, que las cosas se digan sin mayores rodeos.

Claro, esa actitud no se limita al futbol. Abarca todos y cada uno de los aspectos de nuestra cotidianeidad. Comenzando por la política -pobre ella-, continuando por los centros de trabajo y terminando en los bajos fondos de la sociedad, la forma se privilegia sobre el fondo. El ilustre Jesús Reyes Heroles lo debe pasar muy mal, donde quiera que se encuentre, cada vez que aquí mentamos su frase de que "forma es fondo".

En el futbol, como en el día a día, si la forma no va alineada con el fondo el resultado es matemático: derrota. Y ambos factores tienen que ver con la disciplina: si no hay entrega, si no hay mística, si no hay, en suma, comunión de intereses, el destino es el fracaso. Por supuesto, el liderazgo debe ser claro: sobre la cancha y fuera de ella. Cuando los líderes no se llevan, el fiasco cobra feliz sus cuentas pendientes.

Ante Brasil, la selección mexicana fue un equipo en toda la extensión del término. Los de dentro y los de afuera se comportaron como un cuerpo homogéneo: enfrente tuvieron a los jugadores más brillantes del planeta. No tuvieron a un equipo: fracasaron.

 
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