Preservar el Foro
El concierto de la versión 29 del Foro Internacional de Música Nueva, cuya reseña hago líneas más abajo, se realizó hace ya un par de semanas. La publico hoy, sin embargo, porque me sirve como pretexto para un par de observaciones más generales. El grupo Onix protagonizó el último concierto del Foro 2007, en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, ante una entrada pobre y en medio de ese ambiente frío y desangelado del que ya escribí en mi anterior entrega.
La flor de la colina, del chileno Adrián Pertout, es una pieza enérgica y potente, trabajada a velocidades diversas (a veces consecutivas, a veces simultáneas) y con la sólida presencia del piano a la manera de un ostinato. Hay aquí, apenas, unos instantes de respiro, y la conclusión de la obra es, a la vez, fogosa y fugaz. De Eduardo Gamboa, mexicano, el grupo Onix interpretó Onicem ioqum, obra que se percibe como un collage o mosaico de gestos, figuras y ritmos, anclados muy claramente, y de diversa manera, en sus raíces populares. La síncopa y los ritmos cruzados conforman una línea de conducta continua e invariable, y dan a la pieza un interesante impulso motor.
Zachic 4, del costarricense Alejandro Cardona, parte de un ambiente sonoro misterioso y evocativo, y la buena dosificación instrumental imparte a su pieza una notable claridad. Hay, a la vez, una intensidad dramática y una energía concentrada que nunca decaen, y que se convierten en el cimiento que da unidad a la partitura.
Variedad de estados de ánimo, eficaces movimientos paralelos, escritura límpida, son algunas de las cualidades de Zachic 4, obra que confirma a Cardona como uno de los compositores más sólidos de nuestro vecindario continental.
La obra titulada Smash, de la estadunidense Jennifer Higdon, está construida a base de una textura compacta y cerrada que sirve de sustento a un discurso hiperactivo. Los apuntes neoclásicos contenidos en la pieza se presentan en un alto grado de estilización y decantación, y contribuyen a la solidez y al perfil unitario de Smash.
Por su parte, Georgina Derbez, una de nuestras mejores compositoras, presentó la obra For those who secretly listen (Para aquellos que escuchan en secreto), partitura a la vez muy sobria y muy expresiva, como suele ser toda su música. Hay un buen uso, bien repartido en tiempo y espacio, de algunas técnicas nuevas de producción sonora, y la obra es rica en tensiones internas que se resuelven en un final de silenciosa intensidad.
La última obra del programa fue In medias res, del estadunidense Don Freund, que arranca con un veloz e intrincado pulso de relojería, acentuado de manera inteligente y efectiva. En lo general, se trata de un moto perpetuo inexorable, con un pulso que no decae hasta que es contrastado por una sección de amplios arcos melódicos. La obra concluye con una sección de ritmo entrecortado, que multiplica su efectividad por contraste con las otras dos secciones de la obra. Esta sección es interrumpida por otro episodio lento y, de nuevo, el impulso vertiginoso.
La selección de las obras presentadas por Onix fue, en general, de un nivel muy alto y muy homogéneo, y a pesar de los notables cambios de personal en el grupo (o quizá precisamente gracias a ellos), las ejecuciones estuvieron en el alto nivel que el ensamble suele mantener. Reitero: un concierto (como casi todos los del Foro) que merecía una atención y asistencia mucho mayor.
En 2008, el Foro Internacional de Música Nueva cumplirá 30 años de fructífera existencia, y será una ocasión ideal para darle un nuevo impulso y un nuevo enfoque, gracias a nuestra usual tendencia a celebrar las efemérides de números redondos. Es preciso mencionar que el Foro ha sido víctima (como tantísimas otras instancias culturales y artísticas del país) de esas engañosas frases pronunciadas por nuestros obesos y rubicundos funcionarios: ''reforma fiscal", ''ajuste presupuestal", ''redimensionamiento", cuyo significado real es, siempre, ''brutal recorte a la cultura".
Sí, una parte importante del asunto tiene que ver con los dineros, pero también existen algunos temas conceptuales y de ejecución que bien valdrían la pena de ser revisados y puestos al día con motivo del aniversario que se aproxima. En las buenas y en las malas, el Foro se ha mantenido como el más importante escaparate de la música de nuestro tiempo, pero en los años recientes ha perdido mucho de lo que había ganado.
Es mi deseo que al cumplir sus 30 años en 2008, el Foro Internacional de Música Nueva sea objeto de renovación, renacimiento y repunte. Ahí estaré, sin duda, para confirmarlo o desmentirlo.