Los líderes de CA y México deciden impulsar un tratado de libre comercio único

Se impone en la cumbre de Belice la agenda de economía y seguridad de EU

Daniel Ortega exige ayuda a Washington para librar la batalla contra el narcotráfico

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

San Pedro, Cayo Ambergris, Belice, 29 de junio. Reunidos en esta porosa frontera por donde cruzan miles de migrantes en busca del sueño americano, los jefes de estado de México y Centroamérica ejercieron su derecho al pataleo y lamentaron la decisión del Senado estadunidense de cancelar la discusión de una reforma migratoria y lo exhortaron a retomar dicha iniciativa.

Aunque los integrantes del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla hicieron este pronunciamiento en su novena cumbre, en la práctica se ciñeron a la agenda estadunidense, porque decidieron impulsar un tratado de libre comercio único entre México y Centroamérica y establecer estrategias conjuntas para enfrentar el narcotráfico y la delincuencia.

La única voz discordante fue la del mandatario nicaragüense, Daniel Ortega Saavedra, quien exigió ayuda financiera a Washington para poder librar la batalla contra el narcotráfico, porque Estados Unidos, además de ser el "mayor y mejor mercado" de drogas, entrega certificados a los países, pero "a ellos (EU) ¿quién los certifica?", preguntó.

En esta cumbre, el presidente Felipe Calderón, sonreía y se mostraba satisfecho. La razón es que en las conclusiones finales se privilegiaron sus posiciones pro libre comercio, agenda de lucha contra el tráfico de drogas y la declaración sobre el tema migratorio.

Daniel Ortega, contraparte en el bloque latinoamericano, consiguió que en el documento se hiciera una breve mención del apoyo que ha recibido Nicaragua de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para América Latina, como Cuba y Venezuela.

Belice fue el escenario de esta cumbre y ejemplo de la situación de pobreza en Centroamérica que lleva a sus habitantes a emigrar. Tiene un PIB per cápita de apenas 8 mil 400 dólares y una frontera permeable.

Con Calderón, quien efectuará este sábado una visita de Estado a Belice, estuvieron el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña (quien voló por separado de la comitiva en un avión de la dependencia); la canciller Patricia Espinosa; el titular de Economía, Eduardo Sojo, así como el jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño.

Desde su llegada, el michoacano buscó ser protagonista. Cuando los mandatarios se colocaban para tomarse la fotografía oficial en los jardines del hotel Victoria House, el mexicano se movía con desenvoltura y hasta bromeaba con sus pares. "Metan la panza, para que no nos veamos gordos."

Estaba en terreno confortable, sin un Hugo Chávez que disputara los reflectores. Se encontraba rodeado de mandatarios con afinidades ideológicas: Oscar Berger (Guatemala), Said Musa (Belice), Elías Antonio Saca (El Salvador), José Manuel Zelaya (Honduras), Martín Torrijos (Panamá) y la vicepresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.

Entusiasmado, instó a sus homólogos a levantar la palma de la mano y hacer la señal "de manos limpias", símbolo de su campaña electoral. Todos lo siguieron, menos Ortega, quien levantó el puño izquierdo.

Fue una imagen clave de la cumbre, porque cuando los jefes de Estado se reunieron nuevamente ante la prensa para informar las conclusiones de la cumbre, el nicaragüense fue el único que cuestionó abiertamente a Estados Unidos.

Los otros mandatarios se limitaron a suscribir la declaración propuesta por México lamentando la decisión del Senado estadunidense de congelar la reforma migratoria y exponiendo que esta situación agrava las posibilidaes de desarrollo de millones de personas.

Pidieron que los estadunidenses reconozcan que la población migrante que reside y trabaja en Estados Unidos favorece de manera sustancial el desarrollo de ese país.

De ahí que solicitaron al gobierno y al Congreso de Estados Unidos retomar la iniciativa de reforma, abordar el fenómeno desde una perspectiva de "responsabilidad compartida" y dar trato digno y respetuoso a los migrantes.

Abrazaron la iniciativa de George Bush de que los cambios migratorios se constriñan a un programa de trabajadores temporales.

A iniciativa de El Salvador, decidieron impulsar una propuesta regional de seguridad centroamericana para enfrentar la delincuencia, el crimen organizado, la narcoactividad y el pandillerismo.

En ese momento Ortega respingó y dijo que el narcotráfico azota a la región y por eso están obligados a librar una batalla aunque Estados Unidos "no dé un centavo".

Se quejó de que las instituciones estadunidenses están "carcomidas por la corrupción. Ahí el narcotráfico tiene comprados policías, senadores y hasta presidente ponen en Estados Unidos".

Calderón ya no se refirió al tema y Saca, el promotor de la iniciativa, evitó polemizar. "Por supuesto que vamos a buscar la contribución de todos -incluyendo a Estados Unidos-, que estoy seguro nos debiésemos encontrar como socios en esta lucha contra el narcotráfico."

Acorde con la agenda de libre comercio, se decidió que promoverán una mayor integración regional e instruyeron a los responsables del comercio exterior, a lograr la "convergencia de los tratados de libre comercio entre México y los países de Centroamérica que culminen en un "tratado de libre comercio único", y que, según comentaban los mandatarios en los pasillos, representa su opción para competir con el Mercosur e incluso para revivir la polémica Area de Libre Comercio de las Américas, que impulsó Bush.