La presentación del libro de Lourdes Grobet, que versa sobre el tema, el pretexto
El Auditorio se convirtió en gran ring para espectacular lucha libre
Rey Bucanero, Rayo de Jalisco Jr., Ultimo Guerrero y el hijo de Blue Demon, parte de una batalla de tríos, con la que culminó el cartelazo dominical
También abrieron muestra fotográfica
Ampliar la imagen El vuelo de Virus sobre Sombra Valiente Foto: Cristina Rodríguez
Prácticamente todo tipo de espectáculos han tenido su asiento en la ya larga historia del Auditorio Nacional, poco más de cinco décadas. Hipismo, circos, basquetbol, voleibol música, patinaje en hielo, en fin, la variedad ha sido extensa, y ayer al mediodía el populacho se agolpó a las puertas del coloso de Reforma para una función de lucha libre.
La ocasión fue para presentar el libro de Lourdes Grobet que versa precisamente sobre este espectáculo que expone a los polos de la vida: técnicos contra rudos. Espectáculo, como se describe en la introducción de la exposición adicional de imágenes de la laureada artista de la lente, como “emblemático de la cultura popular”.
La familia aprovechó el asueto dominical para presenciar el cartelazo que tuvo como culminación estelar una batalla de tríos: Rey Bucanero, Rayo de Jalisco Jr. y Marco Corleone, por un lado, y Ultimo Guerrero, L.A.Park y otro heredero, el hijo de Blue Demon, del otro bando.
El resultado fue lo de menos y hasta el Ultimo Guerrero fue desemascarado, dizque de forma accidental, lo que obligó a conseguir un paño azul para cubrirle la testa y así evitar la identificación y que cundiera el desencanto por parte del respetable, que se apretujó en torno del cuadrilátero colocado en el vestíbulo del recinto, al aire libre.
Más combates y el divertimento
Otros combates con igual dosis emotiva –hasta uno entre mujeres– fueron el preámbulo del cierre de la función, que no así del divertimento, pues Botellita de Jerez se encargó de poner a bailar a la adolescencia allí reunida con su habitual guaca-rock, tras de que el Mastuerzo, el de la bataca, había expresado su sentir, ante las cámaras de una televisora por cable, de las fotografías ahí expuestas: “son una chingonería. A ver si pasan esto, no lo vayan a cortar”, desafió.
Por lo que hace al libro titulado Espectacular de lucha libre, editado por la casa Océano, y que a juzgar por la cola para adquirirlo tiene su impacto positivo, contiene un cúmulo de instantáneas sobre el arte del pancracio que Grobet ha recogido desde que en 1975 encaró en pleno corazón de Neza una función callejera lo que la ha llevado, desde entonces, a cultivar un archivo en el cual se cuentan poco más de 11 mil imágenes.
Como se apuntó, adicionalmente al ofrecimiento público del libro, entre las puertas 5 y 6, se instaló una breve galería, que estará abierta por los siguientes 90 días y en la cual se exponen más fotografías de referencia luchística que no por vistas –pues algunas han sido admiradas en varias estaciones del Metro– dejan de ser interesantes.
Aparecen lo mismo esa especie de héroe nacional que fue, y aún lo es, El Santo, en varias fases de su prolongada carrera, que luchadores de poca monta, con sus precarios atuendos parecidos a los que portaban Sádico y Kraken, que por ahí andaban, El par aceptó que esperan la oportunidad grande, pues por ahora, en símil con la tauromaquia, andan en placitas aunque ya tienen su licencia en trámite y con entusiasmo afirman haber participado en un video con Los elásticos.
El Mastodóntico, André el Gigante y su contrastante opuesto, el diminuto Arturito, también cuelgan de la pared e igualmente aparece un trío de damitas, sentadas en el graderío de alguna arena que orgullosas sostenían un pizarrón con un versallesco mensaje.
La Briosa, con su bebé en brazos a la hora de darle el biberón, sale a todo color. Hoy, en vivo junto a ese enmarcado recuerdo, explica que ella se dedicó a la lucha a pesar de la oposición familiar: “Ya lo traía en la sangre, igual que mi niño, que tiene tres años y ya se avienta planchas y mortales. Voy que usted no se da ni un sentón en la cama”, reta esta indómita mujer, originaria de Tecpan de Galeana, Guerrero, azote, como ella misma se dice, de mariguanos, violadores y otro tipo de virtuosos allá en Neza, donde es comandante de la Policía Municipal.
No falta lo foto de Doña Virginia, la venerable anciana que acompañó a Rodolfo Huerta, el nombre de pila de El Santo, en las buenas y en las malas por las cuatro décadas que tuvo acción en los encordados, y de quien tomaron los organizadores de la muestra la frase de “así se siente cuando se ve la lucha”, para resumir las impresiones que las fotografías causan a la vista de quien las mira.
La muestra fotográfica puede visitarse de forma gratuita de domingo a sábado de 11 a 18 horas.
Para el inolvidable Pollo, en su camino hacia la pista eterna