Usted está aquí: lunes 25 de junio de 2007 Economía Reporte Económico

Reporte Económico

David Márquez Ayala

Los pueblos indígenas de América Latina

En su informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2006, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) incluye un capítulo titulado "Pueblos indígenas de la región: antiguas inequidades, realidades heterogéneas y nuevas obligaciones para las democracias del siglo XXI".

Los pueblos originarios

Se estima que actualmente la población indígena del mundo es de entre 350 y 400 millones de personas, ubicadas en alrededor de 70 países, y que representan más de 6 mil lenguas y culturas.

En América Latina y el Caribe -indica el informe- los pueblos indígenas han atravesado cuatro grandes ciclos de crisis que incluso han desafiado su capacidad de supervivencia: la conquista (siglo XVI), las reformas borbónicas (XVIII), la expansión de las repúblicas liberales (XIX) y los ajustes estructurales del neoliberalismo desde finales del siglo XX. No obstante, en la región viven actualmente entre 30 y 50 millones de indígenas que hablan alrededor de 860 idiomas y variaciones dialectales. Los pueblos indígenas reconocidos directa o implícitamente por los estados son 671, de los cuales 642 están en América Latina y 29 en el Caribe (Gráfico 1).

La medición de la identidad étnica es tarea compleja por su naturaleza y dinámica; diversas técnicas demoscópicas sólo registran la autoidentificación de la persona censada como indígena, otras incluyen además criterios de la lengua hablada, lengua materna o el idioma del hogar, e incluso el tipo de vestimenta cotidiana.

Con las limitaciones de la in-formación disponible -y sin desconocer lo mucho que se ha avanzado en los pasados 20 años en mejorar estas estadísticas- en el Gráfico 2 se presenta un panorama de la población indígena en 16 países de la región.

Según se observa, en torno al periodo 2000-2005 Perú es el país con mayor población indígena en América Latina, con 8.5 millones de personas (32.0% de su población total), le siguen: México, con 6.1 millones (6.4%); Bolivia, con 5.0 millones (62.2%), y Guatemala, con 4.6 millones (41.0%) (Gráfico 2).

En el caso de México -indica el propio informe- las cifras del país ubican a la población indígena entre 10 y 12 millones, dependiendo del criterio que combina la autopertenencia y la lengua hablada; la estimación cercana a 12 millones incluye a quienes declararon pertenecer a un grupo indígena, más todos los integrantes de los hogares indígenas definidos como aquellos en los que el jefe o su cónyuge, o algunos de sus padres o suegros hablan alguna lengua indígena.

Estructura por edades

La población indígena de América Latina tiene un patrón de edades aún más joven que la población no indígena. Este patrón, sin embargo, no es homogéneo y permite distinguir cuatro estructuras: 1) Muy joven, con base muy ancha (Guatemala, Honduras, Panamá y Paraguay); 2) Joven con base ancha (Bolivia, Costa Rica, Ecuador y México); 3) Madura con base estable (Brasil), y 4) Envejecida con base en disminución (Chile).

De hecho, toda la demografía latinoamericana registra descensos en la fecundidad desde mediados de los años 60. En 30 años la tasa global de fecundidad (TGF: número medio de hijos que tendría una mujer durante toda su vida fértil, 15 a 49 años) bajó de seis a tres hijos, y actualmente es de 2.5 hijos con variaciones que van desde 1.6 en Cuba hasta 4.4 hijos en Guatemala.

En el caso de la población in-dígena, la relativa juventud de sus patrones etarios se deriva en alto grado de sus tasas globales de fecundidad, que son mayores a las de la población no indígena, tanto en las zonas urbanas como en las rurales (Gráfico 3).

En México, por ejemplo, la TGF (año 2000) es de 4.2 hijos por mujer en la población indígena y de 2.6 en la no indígena. Por zonas, en las urbanas la TGF indígena es de 3.3 y la no indígena de 2.4, y en las rurales la indígena es de 4.9 y la no indígena de 3.5 hijos.

Mortalidad infantil

La mortalidad en las edades tempranas ha descendido sostenida y marcadamente en la región en los pasados 40 años, de una tasa de mortalidad infantil (antes de un año) de 102 por mil nacidos vivos a inicios de los años 60 a 26 por mil en la actualidad; no obstante, subsisten grandes disparidades entre países, que varían (en 2000-2005) desde seis por mil en Cuba a 59 por mil en Haití.

Al interior de los países es asímismo patente la desigualdad que afecta a la niñez indígena. En México esta tasa de mortalidad infantil es de 43 por mil en la población indígena y de 26.5 por mil en la no indígena, y la tasa de mortalidad en la niñez (antes de cinco años) es de 63.8 fallecimientos por cada mil en la población indígena y de 36.2 en la no indígena (Gráfico 4).

Ante tan vergonzoso atraso e inequidad, en México no sólo tenemos la obligación inaplazable de abatir tales índices, sino además -dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio- el compromiso de "reducir en dos terceras partes (entre 1990 y 2015) la mortalidad de los niños menores de cinco años", y en el caso específico de la población indígena, además, "que los niveles de mortalidad de los lactantes y niños menores de cinco años sean iguales que en la población en general". Quedan escasamente ocho años.

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