Tocar la magia
Las razones de Cheli para no grabar discos y venderlos estriban en que un disco es simplemente una aproximación a la realidad, como lo es una fotografía. Una grabación, afirmaba, no puede ser nunca música porque no puede remplazar a la experiencia vivida. Los micrófonos distorsionan de manera inevitable el tempo y la acústica de la sala sencillamente porque su disposición física hace más lento el tempo real, además de que a través de un disco se escucha un porcentaje menor de los sonidos que ocurren en un concierto en vivo.
El tempo de una partitura, explicaba Cheli, no está dado por un metrónomo, sino por el criterio del director de acuerdo con las características acústicas de la sala y fluctúa de acuerdo con la complejidad de las notas y su epifenómeno (los sonidos que resultan de la división matemática de la nota principal). Todo esto es perceptible claramente en todos los discos que hoy circulan con la magia del maestro Cheli.