Usted está aquí: miércoles 20 de junio de 2007 Opinión Bajo la lupa

Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

La quiebra del sistema financiero anglosajón (y del G-7)

Ampliar la imagen En sólo siete años el débito británico se duplicó, y actualmente se ubica en 2.6 billones de dólares, cifra que responde al elevado consumismo de sus habitantes En sólo siete años el débito británico se duplicó, y actualmente se ubica en 2.6 billones de dólares, cifra que responde al elevado consumismo de sus habitantes Foto: La Jornada

Dan Roberts e Iain Dey (Sunday Telegraph, 17/6/07) publicaron un estudio demoledor sobre la azorante deuda de Gran Bretaña por 2.6 billones de dólares: "el día de la verdad arribó para una nación empapada en deuda que ha vivido mucho tiempo del crédito fácil.Y va a causar daño".

El débito británico "se duplicó en solamente siete años", y consideran que la reciente advertencia del gobernador del Banco de Inglaterra (el banco central), Mervin King, connotado ultraconservador, "marca el fin de la década decadente (sic) de la historia británica".

En una nueva tónica de "hablar crudamente", King (quien, por cierto, ya tuvo un choque público con el devaluado Alan Greenspan) advirtió que si los británicos no cesan su consumismo "seguiría elevando las tasas de interés hasta que la creciente amenaza de la inflación fuese eliminada".

El apretón de las tasas de interés "es la mitad de la historia", ya que "al otro lado del Atlántico" el costo de los préstamos ha alcanzado al "colosal mercado de deuda estadunidense, los Bonos del Tesoro". El "desplome de los precios en el mercado de bonos ha puesto fin a la edad de oro, durante la cual la economía global había operado con un combustible supercargado de dinero barato".

Recalcan que el "dinero barato, alimentado por el mercado de bonos, ha permitido las nuevas alturas de la bolsa y ha tenido parte en el auge del consumo de deuda, permitiendo el ensanchamiento del pasivo personal".

La adicción de la dupla anglosajona por el crédito es proverbial, y de él depende su consumo consuetudinario. El crédito al consumo como porcentaje del producto interno bruto (PIB) representa 18.4 por ciento en Estados Unidos y 16.5 en Gran Bretaña, mientras en la eurozona (a la que no pertenece este último) es menor: 7 por ciento, lo que promedia el 9.9 de Alemania, 9.4 de España, 7.3 de Francia y 5.8 de Italia.

El artificial "milagro económico" gonzalista-aznarista de la "España neoliberal", que participó en la calamitosa invasión anglosajona a Irak y avaló la devastación de Líbano por el ejército israelí -sin contar su celebración por el fraude electoral de Felipe El Breve, impuesto por las mismas instancias petroleras anglosajonas para regalar el golfo de México a las trasnacionales texanas y españolas-, constituyó un artefacto contable financiero de la dupla anglosajona, cuando su decadencia se subsume en la irrelevancia de su petrolera depredadora Repsol, también quebrada, según las excavaciones de Le Monde Diplomatique (ver Bajo la Lupa, 27/5/07).

La "España neoliberal", que, por cierto, no pertenece al G-7 y no tiene nada que ver con la gloriosa España renacentista, ha sido inflada como la "cuarta potencia geoeconómica europea", pero no pudo aguantar el alza minúscula de las tasas de interés que ha llevado al estallido de su burbuja especulativa de bienes raíces, que orilló a su banco central a desprenderse de cuantiosas reservas de oro. Definitivamente, los aztecas y los incas, despojados de su oro, no supieron para quiénes trabajaron a largo plazo.

No vamos a entrar en profundidades hermenéuticas sobre los fundados rumores de la posesión catastral, tras bambalinas, del Banco Santander por los intereses "reales" (en el doble sentido de la palabra) de la reina de Inglaterra, pero el modelo neoliberal hispano está quebrado financieramente, a imagen y semejanza de su matriz obstétrica en la City. Los irrelevantes Aznar y Fox son los deleznables peones del parasitario modelo anglosajón en Iberoamérica, que ya está siendo arrojado al basurero de nuestra historia por el despertar maravilloso del poder ciudadano.

El temor de Roberts y Dey culmina en la "amenaza de una inminente sequía crediticia", y citan a Georgina Taylor, estratega europea de Goldman Sachs, quien considera que "la economía de Gran Bretaña se ha vuelto vulnerable" cuando la orgía consumista financiera ha llegado a su fin.

La caída anglosajona, centro del viejo orden financiero global, no será un acto aislado y ocasionará profundas repercusiones en la nueva correlación estratégica de fuerzas. A The Daily Telegraph (16/6/07), rotativo neoconservador de la City, vinculado al partido Likud israelí, no se le podía escapar la trascendencia del reclamo de Vlady Putin por un "nuevo orden financiero multipolar" durante el Foro Económico de San Petersburgo (ver Bajo la Lupa, 13/6/07). Desde el punto de vista estratégico, Putin, ungido por Bajo la Lupa como el zar geoenergético global, "escogió muy bien su momento", a juicio del rotativo londinense, cuando naufragan el FMI, el Banco Mundial y la OMC: "tocó las costuras profundas de resentimiento, construidas durante varias generaciones, en capitales como Bogota (¡supersic!)y Pekín".

Curiosamente, The Daily Telegraph adopta la tesis nodal de nuestro reciente libro Hacia la desglobalización (ed. Jorale, 07), sobre la implantación de la regionalización: "De hecho, nos encontraríamos al borde de un retorno a la norma histórica del regionalismo económico global, con todo el conflicto que conlleva". Trasmina el dolor anglosajón por la nueva realidad multipolar.

Llegó el "día del juicio final" del sistema financiero anglosajón y, por extensión, del G-7, empapados en una deuda impagable.

La inviabilidad del sistema parasitario anglosajón, en particular, de las finanzas de papel chatarra de Estados Unidos, no representa ninguna novedad para los dilectos lectores de Bajo la Lupa (ver La quiebra financiera de Estados Unidos, según la Reserva Federal, de St. Louis y Kotlikoff, 21/7/06).

Hoy, la noticia se centra en la aceleración de la descomposición de un sistema que ya era insostenible desde 1971, fecha del desacoplamiento del dólar estadunidense del patrón oro, cuando el mundo occidental entró en la demencial flotación de las divisas y las matemáticas financieras pretendieron, mediante la alquimia, transmutar el valor de las materias primas (primordialmente del oro negro) en papel chatarra del dólar estadunidense y deglutir los intercambios estables de bienes y servicios en una nueva economía ficticia, sustentada en la ingeniería financiera bajo la cobertura nuclear unipolar de Estados Unidos.

El gangrenado sistema financiero anglosajón, producto del triunfo de EU en tres guerras mundiales (incluida la guerra fría), impuso unilateralmente su orden financiero, y ahora su patología terminal agoniza en los cuidados intensivos del nuevo orden geoestratégico multipolar y su correlato de un nuevo orden financiero global en ciernes, que expresa el ascenso irresistible del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y otras potencias emergentes petroleras (Venezuela, Irán, Arabia Saudita, etcétera: las Nuevas Siete Hermanas petroleras estatales), que asientan el orden neonacionalista de la globalización petrolera como subdivisión de la globalización económica multipolar, y a las que pretendió deglutir la desregulada globalización financiera neofeudal unipolar de puro papel virtual.

El retorno del nacionalismo es el principal antídoto del caduco orden financiero anglosajón, que feneció por su codicia: uno de los siete pecados capitales y principal pecado del capitalismo.

 
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