Usted está aquí: domingo 17 de junio de 2007 Espectáculos Falla plan de Clint Eastwood para derribar bosque de pinos

El actor quería construir un campo privado de golf

Falla plan de Clint Eastwood para derribar bosque de pinos

LEONARD DOYLE THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Integrantes de la Comisión Costera de California hicieron un recorrido por Pebble Beach y Del Monte Forest el día 8 de junio antes de tomar una decisión sobre el proyecto para construir un campo de golf en Monterey Integrantes de la Comisión Costera de California hicieron un recorrido por Pebble Beach y Del Monte Forest el día 8 de junio antes de tomar una decisión sobre el proyecto para construir un campo de golf en Monterey Foto: Ap

Clint Eastwood, el actor de Hollywood que llegó a alcalde de un poblado, fue frenado en el intento de derribar más de 15 mil pinos de una especie poco común para construir un campo privado de golf en la península de Monterey, en California.

La península, uno de los paisajes naturales más venerados en Estados Unidos, en el que la costa del océano está ribeteada por pinos que se mecen al viento, ha sido trasfondo de incontables fotografías y postales para turistas. Sacudida por el viento y a menudo envuelta en bruma, es el punto culminante de muchas visitas a la costa oeste del país.

Vista a la distancia da la apariencia de ser un bosque intocado, una de las cinco únicas reservas de pino de Monterey que siguen en existencia. Pero las apariencias engañan: el bosque, accesible sólo por un camino de cuota privado de 27 kilómetros que bordea la escarpada costa, ha sido ya recortado por desarrolladores, quienes han construido unas 3 mil residencias de lujo, clubes campestres y no menos de ocho canchas privadas de golf.

Eastwood, quien vive en Monterey y fue alguna vez alcalde de la cercana población de Carmel, estaba decidido, junto con un grupo de celebridades, a construir otro enclave privado. Además del campo de 18 hoyos, diseñado por el legendario golfista Arnold Palmer, el conjunto habría contenido una fantástica pista de carreras y un centro ecuestre. También habría contado con 60 departamentos y dos hoteles de lujo, que ya fueron objeto de una preventa a inversionistas: el Inn en Spanish Bay y el Lodge en Pebble Beach.

Para construir la cancha se habrían desmontado 75 hectáreas de bosques de pino nativo de Monterey que sobreviven entre los otros ocho campos. Se habría destruido el hábitat de una orquídea amenazada de extinción, llamada piperia de Yadon, y se habría rellenado un pantano que también alberga vida silvestre. La rana de patas rojas de California, inmortalizada por Mark Twain en un cuento sobre una competencia de saltos, y ya en peligro de extinción, se habría visto sometida a una presión más.

Trago amargo

La decisión de la Comisión Costera de California es un trago amargo para los desarrolladores, que estaban resueltos a obtener dividendos de su inversión desde que compraron a propietarios japoneses la Pebble Beach Company, hace casi 20 años, en 820 millones de dólares. Se han valido de todos los trucos conocidos para superar las objeciones de ambientalistas y residentes locales.

"En los 20 años que tengo de asistir a las juntas de la Comisión Costera, este es el ejemplo más patente de desarrolladores que tratan de sacar la vuelta a la Ley de Costas", declaró Sara Wan, miembro de ese organismo, a Los Angeles Times. "Significaba nada menos que la destrucción total del ambiente y de la esencia del bosque de pinos de Monterey".

Después de la decisión, los fraccionadores sostuvieron que con el tiempo sus planes habrían protegido el bosque. Pero pese al cabildeo de Eastwood, el destino de la propuesta quedó sellado cuando se supo que el desarrollo habría requerido derribar 18 mil árboles, la mayoría pinos emblemáticos de la región; rellenar pantanos y alterar un frágil hábitat costero con imprevisibles consecuencias para el medio.

Monterey tiene gran atractivo para golfistas de todo el mundo, los cuales pagan 475 dólares por noche para jugar en el sagrado campo de golf de Pebble Beach, trazado en 1919. Muchos de sus hoyos se encuentran en la cima de salientes rocosas, por lo que los golfistas tienen que jugar sobre las olas para alcanzar el banderín. Muchos fallan en el intento.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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