Usted está aquí: lunes 11 de junio de 2007 Deportes El signo de la fiesta, de Ramón Macías, lectura obligada por su riqueza temática

De estirpe renacentista, el autor se ocupa de lo local, lo nacional y lo universal

El signo de la fiesta, de Ramón Macías, lectura obligada por su riqueza temática

Antropología, historia, sociología, lingüística, reflexiones y poesía en torno al toreo

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Tinta de Ramón Macías Mora Tinta de Ramón Macías Mora

En tanto los dueños de la fiesta en México deciden si dan novilladas en las plazas del país, incluida la México, no por grandota menos subdesarrollada, vistos los criterios y escasos logros de la "nueva" administración, y mientras trataba de avanzar en la lectura del libro Silverio Pérez, diamante del redondel, editado por Miguel Angel Porrúa, con un papel, un diseño, una tipografía y unos pies de foto desafortunados, por decir lo menos, así como con demasiadas erratas y bastantes fotografías previamente publicadas en el libro de Guillermo H. Cantú Silverio o la sensualidad en el toreo , el milagro se dio:

Enloquecido al perseguir a una indefensa palomilla, mi gato Vishnú derribó una semioculta pila de libros que yo suponía revisada y a unos centímetros de mi mesa de trabajo cayó un ejemplar que daba por perdido: El signo de la fiesta, de Ramón Macías Mora, publicado por la editorial madrileña Egartorre, y del que hace tiempo quería hablar pues ofrece al lector un despliegue de sencilla y sabrosa erudición taurina, alejada entre otras cosas de la falsa disyuntiva entre localismo y universalismo.

Ramón Macías Mora, de Guadalajara, Jalisco, inicialmente es arquitecto pero finalmente es humanista de amplio espectro, cuya sensibilidad cultural, vocaciones diversas y amor pensante por la fiesta de los toros en general y la tradición taurina de México en particular, lo han hecho incursionar con serenidad y armonía, como todo espíritu del Renacimiento que se respete, en las artes plásticas, la música y la tauromaquia, no sólo como expresión sino como punto de partida para otras vertientes de conocimiento. Es autor también de Las seis cuerdas de la guitarra y de La corrida de ayer, acuciosa investigación documental de la tradición taurina en su ciudad y estado.

En la portada de El signo de la fiesta destaca una magnífica fotografía en blanco y negro del torero Carlos Moreno El Campeche, vistiéndose de luces en un modesto cuarto de hotel, tomada por Evaristo Espinosa, y en la contraportada la foto a color de un bello bordado de la artesana michoacana Gloria Marín que representa la danza del torito de cohetes.

Pero quizá lo que más impresiona de este libro de Macías Mora es la abundancia de títulos o temas abordados, con mayor o menor detenimiento, en cada una de las 10 partes o capítulos en que está dividido. Desde reflexiones filosóficas en torno a la corrida hasta la sicología del torero, pasando por los rituales de la fiesta, la literatura taurina como objeto de estudio, o la presencia simbólica del toro en las nuevas culturas de Occidente, específicamente en México (cultos y danzas purépechas, totonacas, huicholes, mayas, tzeltales, mazahuas, rarámuris o mixteco-zapotecas).

Igualmente el autor aborda, en la tercera y cuarta partes, los mitos del toro en las civilizaciones griega, persa, de la India, de España y en la época de la Colonia en estas tierras, así como anécdotas varias de otros tantos toreros mitológicos de aquí y de allá.

Incansable y curioso, Macías se adentra en el análisis semántico del discurso taurino, en el papel de la tradición taurina de un barrio en la conformación de su propia identidad, con sus respectivos cuestionarios y entrevistas; en el arte de la lidia propiamente, en la figura materna como signo atávico y amuleto ante lo impredecible, o en las motivaciones del público y su reacción. Añade letras de pasodobles, incluido uno de Federico Méndez dedicado a Manolo Martínez, así como algunos versos taurinos del poeta exiliado Pedro Garfias.

No satisfecho con la diversidad de textos, el autor de El signo de la fiesta ilustra su libro con 28 interesantes fotografías, varias inéditas, en color y blanco y negro, tanto de época como actuales, así como varias reproducciones de sus originales pinturas taurinas en acrílico, pastel, acuarela o tinta.

"El hombre de la calle, por su parte -remata Ramón Macías Mora-(...) presencia desde su localidad en la plaza, quizá junto a algún protagonista del pasado o del futuro, un evento del cual forma parte y formará mientras la hispanidad no adopte el significado homogeneizador que pretenden otras formas de aculturación, y mientras nuestra mexicanidad prevalezca y nos permita no perder el rumbo de nuestra identidad e integración ante el acoso de la neocolonización asiática y norteamericana."

 
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