Usted está aquí: sábado 2 de junio de 2007 Opinión Chihuahua resISSSTE

Víctor M. Quintana S.

Chihuahua resISSSTE

Uno de los últimos, si no el último, bastión democrático del magisterio ante el vanguardismo de Jonguitud fue la sección ocho del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en Chihuahua. Eso fue hace 30 años. Luego vinieron seis lustros de sofocamiento de la disidencia, represión y cooptación, que no cambiaron con la transición al elbismo. Jubilados ahora, la mayoría de los combatientes de entonces han sacado la escopeta del marco de la puerta y promueven entre disidentes y oficialistas una resistencia muy amplia, creativa y de gran convocatoria contra la nueva Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

El magisterio chihuahuense ha recogido y resumido en sus acciones las innumerables formas de lucha que los movimientos sociales de esta entidad norteña han empleado en los recientes 20 años. En numerosas ocasiones han tomado por varias horas las casetas de peaje de las autopistas en Cuauhtémoc, Camargo y Saucillo. En Ciudad Juárez tomaron los puentes internacionales. En todas las ciudades del estado participaron en los desfiles del primero de mayo, dando muy desagradables sorpresas a los charros, como quitarse las playeras oficiales y dejar ver otras con frases de rechazo a la ley y a la dirigencia elbista; separarse de las descubiertas oficiales y dejar solos a los líderes; gritar consignas frente al gobernador. Desairaron los festejos oficialistas y realizaron su propio baile del magisterio en resistencia. Y sólo la extrema vigilancia de todos los cuerpos de seguridad pudo evitar la semana pasada que se hicieran presentes durante la reciente gira de Felipe Calderón a Chihuahua.

Fieles a su misión pedagógica han enfatizado el trabajo de difusión, de denuncia y de convencimiento. Organizan paneles y conferencias para la base magisterial y para toda la población explicando el impacto de la nueva ley prianista. Irrumpen en los programas de radio de teléfono abierto y, a la vez que explican su postura, denuncian a los legisladores que la apoyaron. Escriben, publican, dibujan caricaturas alusivas, montan exposiciones, diseñan camisetas. Todo espacio es válido para la denuncia del charrismo, que se va quedando solo, con argumentos que se le desmoronan en las manos.

También se rencuentran. Los que alguna vez lucharon juntos y luego tomaron caminos separados, dan la bienvenida a los que nunca se animaban a salir a la calle. Entre ellos hay muchas diferencias: los ultras, los radicales, los moderados, los negociadores... pero no sólo las conocen, sino se reconocen. Es decir, no se niegan ni buscan, como hace el charrismo, la negación o la aniquilación del que piensa diferente.

Su organización ha avanzado sólida, horizontal, independiente. Han construido una coordinación estatal con representación de todas las regiones, incluida la sierra. Llevan ya cinco reuniones estatales rotando la sede de las mismas en las principales ciudades chihuahuenses. Están preparando la celebración de un congreso estatal democrático y ahí buscarán las formas para no aportar más cuotas sindicales al SNTE.

Sus logros no son pocos, a pesar de que el movimiento apenas tiene tres meses: han obtenido apoyo importante de la opinión pública. A las cuatro fracciones parlamentarias del Congreso del estado les sacaron un acuerdo unánime solidarizándose con los maestros inconformes "por considerar que sus manifestaciones son legítimas, auténticamente representativas de los trabajadores de Chihuahua y porque la Ley del ISSSTE afecta los derechos adquiridos, así como la seguridad social de los trabajadores y sus familias".

La vía de los amparos ha resultado muy exitosa. Se han presentado ya cerca de 12 mil, casi uno por cada cuatro maestros chihuahuenses. Y a la fecha los juzgados han decretado suspensiones provisionales para más de 300.

Las direcciones sindicales oficialistas se han ido debilitando poco a poco en el estado. Por una parte, a resultas de su propia corrupción y los escándalos, como el del asesinato de la maestra Sonia Madrid Bojórquez. Por otra, debido a la vitalidad y combatividad de las fuerzas independientes, que sin manipuleos ni agandalles han mostrado que tienen la posibilidad de representar auténticamente los intereses de sus bases y de encabezar la lucha.

El gran movimiento social magisterial que se dio en Chihuahua en los años 50 y 60, que Rogelio Luna llama "el normalismo", desembocó en importantes luchas agrarias, urbanas, estudiantiles, e inclusive en la vía armada. Ahora sus rescoldos se vuelven a encender en la gran resistencia magisterial que del rechazo a una ley injusta pasará a la fundación de nuevas y democráticas formas de organización, participación, dirección del gremio y de vinculación con otras luchas sociales. Los héroes no están fatigados.

 
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