Educación y desarrollo
A lo largo del siglo XX los sucesivos gobiernos de la República establecieron diversos proyectos educativos orientados no sólo a mejorar el nivel de conocimientos de la población, sino a crear las condiciones propicias para el desarrollo económico-industrial del país.
Un esfuerzo de capital importancia fue la creación del Instituto Politécnico Nacional durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, seguido de la fundación de la Red de tecnológicos regionales y de las subsecretarías de Educación Tecnológica y de Educación Superior e Investigación, durante los gobiernos de Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos, respectivamente, como parte de una política bien definida, integrada al proyecto de desarrollo industrial para la sustitución de importaciones, y la autosuficiencia energética. La construcción de Ciudad Universitaria de la UNAM durante el gobierno de Miguel Alemán, escasamente vinculado con la izquierda, nos indica también la existencia de un proyecto de nación industrial con una visión de largo plazo, establecido por el gobierno.
Los resultados no se hicieron esperar, la electrificación del país a partir de grandes hidroeléctricas y termoeléctricas diseñadas y construidas por ingenieros mexicanos, la creación de grandes zonas industriales en las principales ciudades mexicanas y el desarrollo de vastos planes de desarrollo regional durante la década de los 70, marcaron positivamente el crecimiento del país.
Durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, la conformación de nuevos tecnológicos regionales, la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana, el crecimiento de las universidades estatales y la formación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, hicieron posible que el Sistema de Educación Científica y Tecnológica lograra su mayor capacidad histórica para apoyar el crecimiento económico nacional.
La imposición del modelo neoliberal y del grupo político que lo instrumentó a partir de la década de los 80, marcó un cambio en el modelo educativo del país. Con la destrucción de las políticas de desarrollo industrial y sustitución de importaciones, por la economía de mercado, que de facto entregó el mercado mexicano a las empresas extranjeras, México dejó de necesitar ingenieros, técnicos y científicos. Durante la década de los 90 y luego con el gobierno de Fox, los desarrollos educativos más importantes fueron las universidades tecnológicas, dotadas de buenos talleres y laboratorios, para preparar a los técnicos capaces de operar y dar mantenimiento a equipos industriales creados en otros países y luego traídos a México, mas no para diseñar y construir nuevas plantas e instalaciones industriales mexicanas, o para crear nuevas soluciones a la problemática de nuestro desarrollo económico.
La desaparición de la Subsecretaría de Educación Tecnológica durante el sexenio de Fox marca de manera clara la aplicación de un modelo en el que la capacidad propia para desarrollar tecnología ha dejado de ser importante. Las consecuencias de las medidas y decisiones tomadas saltan a la vista: los laboratorios de experimentación de universidades y tecnológicos no funcionan en ningún caso, la edad de la planta de profesores e investigadores es mayor cada día sin posibilidades de renovación, mientras que las universidades privadas orientan sus esfuerzos a la formación de comerciantes y de administradores, capaces de ocupar los puestos medios de las subsidiarias comerciales de las empresas internacionales establecidas en México.
Sabemos, por los medios de comunicación, que Petróleos Mexicanos es una de las empresas petroleras más grandes e importantes del mundo; sería lógico pensar que el país estuviese generando números importantes de ingenieros petroleros, y de otros tipos de ingenieros y técnicos destinados a cubrir las necesidades de la industria energética, pero esto no es así; se generan pocos y estos prefieren, si ello les es posible, emigrar a otros países ante la falta de oportunidades en México. ¿Cuál es la razón de todo esto?
La explicación parece ser bastante sencilla. La ausencia ya tradicional de un plan de desarrollo económico que proporcione empleo a los técnicos e ingenieros egresados de las universidades, y que alinee las necesidades tecnológicas con el proyecto educativo nacional. En este contexto, el gobierno de la ciudad de México, ajeno al modelo neoliberal, decidió a partir de su pasada administración establecer una política de apoyo a las universidades públicas (UNAM, UAM, IPN) sin entender que la mejor estrategia para fortalecerlas es utilizar el poder de compra gubernamental, orientándolo a incentivar la formación de empresas tecnológicas para los egresados de esas instituciones, como se está haciendo en otros países.
En el contexto actual de múltiples reuniones de consulta para conformar el Plan Nacional de Desarrollo en materia educativa sería deseable que las nuevas autoridades educativas, planteen un proyecto educativo que, además de mejorar las cifras de atención, vuelva a ver en la educación el elemento fundamental para nuestro desarrollo económico más allá del discurso oficial. ¿Acaso es pedir mucho?