Usted está aquí: martes 8 de mayo de 2007 Opinión Gabino Barreda, ¿RIP?

José Blanco

Gabino Barreda, ¿RIP?

Los días 26 y 27 de abril tuvo lugar una conferencia organizada por la ANUIES y la SEP, para revisar las investigaciones y aportaciones de un nutrido grupo de especialistas provenientes de alrededor de 40 universidades del país, todos convocados con el objetivo de reflexionar acerca de la organización de un sistema nacional de bachillerato a distancia.

De la vasta complejidad de los temas que al asunto conciernen referiré sólo la valiosa aportación de la UNAM, que aprovechó la organización, aún incipiente, del establecimiento de su bachillerato a distancia para migrantes que residen en Estados Unidos, para experimentar con un nuevo curriculum con el que, espero, por fin Gabino Barreda pueda empezar a descansar en paz.

Barreda abrió las puertas de la Escuela Nacional Preparatoria el 2 de diciembre de 1867. Las ideas de este hombre de la Reforma, discípulo del filósofo positivista Augusto Comte, vivieron en la Reforma y el porfirismo, cruzaron el periodo revolucionario, atravesaron entero el siglo XX y todavía prevalecen detrás de los más de 200 programas de bachillerato que existen en el país. El Colegio de Ciencias y Humanidades adoptó algunas innovaciones, especialmente de orden pedagógico, no tanto en lo referente a los contenidos. Todas las escuelas propedéuticas de bachillerato del país son alguna variante de los programas de esas dos escuelas.

Sin duda el pensamiento de Barreda representó un salto inmenso, una apertura al pensamiento racional, y un impulso decisivo en la construcción de una República laica: la educación estaba dominada por la enseñanza confesional de la Iglesia católica, centrada en principios aristotélicos y tomistas.

La influencia de Comte fue decisiva en todo el continente latinoamericano, aunque se trató de un positivismo criollo, latinoamericano, surgido de las urgencias históricas de las frágiles naciones recién nacidas. Pero desde su surgimiento el positivismo tuvo enemigos. Es el caso, por ejemplo, del poeta Manuel Gutiérrez Nájera, autor de El arte y el materialismo.

Simplificando: los historiadores del pensamiento subdividieron el racionalismo en dos corrientes: el racionalismo propiamente dicho y el empirismo, ambos opuestos a las corrientes más sobresalientes del pensamiento metafísico.

La filosofía racionalista adoptó el paradigma matemático de la geometría y el paradigma experimental de la física. Tiene una confianza absoluta en el poder de la razón, postula la existencia de ideas innatas, afirma el método lógico-matemático para explicar los razonamientos y del método empírico para confirmarlos. Racionalismo y empirismo discuten sobre la forma como se origina el conocimiento, si por la vía de la experiencia, o si hay un conjunto de ideas fundamentales innatas.

El positivismo es una forma de empirismo. Pero, ambos sólo se fían del conocimiento producido por los hombres, en oposición a la metafísica apoyada en ideas que podemos resumir con el término divinidad. Parece plausible la hipótesis de que las ideas innatas, en las que creía el propio Descartes, provenían de la capacidad de los hombres de elaborar hipótesis, especialmente en el campo de las teorías matemáticas.

Comte vio dos leyes universales en la actividad de todas las ciencias: la "Ley de los tres estadios" (el estadio teológico, o ficticio; el estadio metafísico, o abstracto; el estadio científico, o positivo) y la "Ley enciclopédica". Se trataba del imaginario de Comte, que no de la historia efectiva del desarrollo del conocimiento humano.

El trabajo del filósofo francés cayó pronto en el descrédito en Europa. Su énfasis en la interconectividad de los elementos sociales lo convirtió en un precursor del funcionalismo moderno. No obstante, con pocas excepciones, su trabajo se considera hoy día excéntrico y acientífico, y su gran visión de la sociología como la reina de todas las ciencias, nadie la tomó en serio.

Positivistas eran los hombres del gabinete de Porfirio Díaz: los "científicos". Orden y progreso fue una divisa positivista originada en Comte.

En el plano de las luchas de las elites culturales, los "científicos" fueron duramente combatidos por El Ateneo de la Juventud. A éste perteneció un heterogéneo grupo de intelectuales, entre quienes estaban José Vasconcelos, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes.

Ligado al asunto escolar, más tarde tendríamos el surgimiento de una corriente impulsada desde el gobierno cardenista, que fundó la "escuela socialista", que creía en la ingenua idea de llegar al socialismo por la vía de la reforma educativa. Muy destacado fue el choque entre Lombardo Toledano y Antonio Caso: el marxismo vs. la metafísica. En la posguerra un nuevo racionalismo empirista echó abajo la escuela socialista, pero Barreda permanecía impermeable a todo, bien instalado en la prepa.

En el bachillerato, especialmente, es necesario aprender a pensar, aprender a aprender, aprender a ser, aprender a hacer, aprender a comunicar, aprender a discriminar información, aprender a innovar y a cambiar, aprender a tolerar, aprender a oír al interlocutor con atención y respeto, aprender a discutir, aprender a trabajar en grupo, aprender a respetar las creencias de los demás, aprender los valores de la democracia, aprender a trabajar con disciplina, aprender a seguir aprendiendo por siempre.

Mucho de esto podría ir alcanzándose con un curriculum como el que está estrenando la UNAM en su bachillerato a distancia. Falta que se den las condiciones para que este nuevo plan de estudio pase a la prepa, al CCH, y sea replicado en todo el país, con las variantes que se quiera.

 
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