Sus familiares denuncian amenazas de muerte, torturas y golpizas por parte de otros reos
Detenidos de Atenco cambian de infierno; Molino de Flores, ''peor que Santiaguito''
Acusan ''complicidad'' de las autoridades de ese centro carcelario ubicado en Texcoco
Los 18 detenidos en San Salvador Atenco hace un año, procesados por diversos delitos y trasladados el martes pasado del penal de Santiaguito al de Molino de Flores, en Texcoco, denunciaron que han sido amenazados "de muerte y de golpizas por parte de otros reos que gozan de protección de las autoridades penitenciarias".
Rosaura de Selvas, esposa del médico Guillermo Selvas y madre de Mariana Selvas, ambos ''presos políticos'', informó que, según informes de los detenidos, sus condiciones de reclusión son intolerables: en la sección para varones, en celdas para seis presos son hacinados hasta 25; se dispone de cuatro letrinas para 200 personas, hay asaltos constantes donde el principal botín son las apreciadísimas tarjetas para llamar por teléfono. El grupo de Atenco sufre amenazas y aislamiento y han escuchado que los asesinatos en el interior de esta cárcel "son moneda común".
Dos de los jóvenes detenidos sufren síndrome de depresión profunda y hablan de su intención de suicidio. Las constantes solicitudes para que se atienda el grave problema de salud mental de estos dos muchachos han sido desatendidas por todas las autoridades aludidas.
La corrupción en el penal es otro problema grave. Existe en Molino de Flores la conocida "área verde", donde reos con privilegios pagan 5 mil pesos al mes por una celda individual. En el área de visitas se cobra inclusive el derecho a mesas (20 pesos) y sillas (cinco).
¿La CNDH?, bien...
En dos ocasiones, la señora Selvas y otros familiares de los prisioneros de Atenco han acudido con la segunda visitadora de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Susana Pedroza, encargada del caso. ''Ni siquiera ha querido recibirnos y escucharnos personalmente. Ella dice que ya nada tiene que ver con el asunto. Sus asistentes nos indican que tenemos que acudir a la comisión mexiquense de derechos humanos. Ahí es peor. Lo único que hemos logrado es que los representantes de la comisión del estado de México hagan visitas de cortesía al director del penal, Gilberto Trinidad Gutiérrez. Ni siquiera han intentado escuchar la versión de los presos".
Rosaura de Selvas, junto con una docena de madres y familiares de los presos mantiene en condiciones de extrema dificultad un plantón frente al penal de Santiaguito, en el municipio de Almoloya. "Pero si pensábamos que las condiciones de Santiaguino eran injustas y muy duras, nunca imaginamos que podía haber algo peor. Molino de Flores es un infierno, según nos dicen nuestros reclusos".
En efecto, este Cereso, uno de los más reducidos del estado de México, fue construido para contener 350 presos. Actualmente alberga a mil 500.
La semana pasada, luego de que el juez Juan Maldonado fuera declarado incompetente para conocer los juicios de los presos de Atenco, el expediente fue recibido por el juez primero de Texcoco, Juan Alberto Cervantes. Fueron trasladados a Molino de Flores la mazahua Magdalena García Durán; las floristas de Texcoco María Luisa López Mora y Norma Jiménez Osorio; Mariana Selvas, y Cecilia Ramírez. También el doctor Guillermo Selvas, padre de Mariana, y los estudiantes Vicente García Murguía, Jorge Armando Ramírez Aguilar, David Medina Neri, Martín Garrido Romero, Oscar Hernández Pacheco y Juan Carlos Estrada Cruces. Se espera que otros 14 presos que aún quedan en Santiaguito sean cambiados a Texcoco en breve.
Apenas se realizó el traslado, Juan Carlos Estrada, uno de los detenidos recién llegado fue atacado y golpeado brutalmente por los internos de Molino de Flores. Según denuncia de Rosalía de Selvas, presos del área de sentenciados se infiltran a la zona de reclusión de los reos en proceso, con el tácito permiso de los custodios. Estos son los que amenazan al grupo de Atenco.
En ese mismo penal, pero aislado del resto de detenidos en los hechos del 3 y 4 de mayo del año pasado, se encuentra otro atenquense, Juan Ramírez. Este fue quien, el día de la invasión policiaca a San Salvador Atenco, según las tomas aéreas de las televisoras, golpeó y pateó brutalmente a un policía federal preventivo. Según testigos, estos hechos ocurrieron pocos momentos después de que un adolescente del pueblo, Francisco Javier Cortés Santiago, de 14 años de edad, cayera muerto por los disparos de la policía.
Lo que las televisoras no informaron posteriormente fue que Ramírez fue capturado ese mismo día y golpeado y torturado a tal grado que la policía, creyendo que había muerto, tiró su cuerpo en un descampado. Rescatado y hospitalizado, el atenquense se recuperó. Cuatro meses más tarde, después de una intensa búsqueda en la que algunos miembros de su familia fueron inclusive torturados, según denuncias de los defensores de los detenidos, se descubrió su escondite y fue detenido. Su causa penal no es considerada como parte del expediente de San Salvador Atenco y su familia, aislada a causa de las amenazas oficiales, ha pedido que no se le mencione.