Usted está aquí: jueves 3 de mayo de 2007 Gastronomía "Sólo cocino para dar felicidad a la gente", afirma Ferrán Adriá

Restaurant refrenda al catalán, por segundo año consecutivo como el mejor chef del mundo

"Sólo cocino para dar felicidad a la gente", afirma Ferrán Adriá

Sus creaciones son un espectáculo de fuegos artificiales que estallan en el paladar: Joan Roca

"No es un cocinero, sino un artista digno de El Circo de El Sol", agrega el gironés

Londres, 26 de abril. "Un genio", un "alquimista", "el Dalí, el Gaudí de la cocina, "un provocador", "un gurú", "un revolucionario": los calificativos no logran describir del todo a Ferrán Adriá, consagrado, la semana pasada en Londres, por segundo año consecutivo, como el mejor chef del planeta.

Pero Adriá, de 44 años, galardonado con tres estrellas Michelin, se define a sí mismo, sencillamente, como alguien que sólo busca que la gente se la pase muy bien, comiendo.

"Sólo soy un cocinero que rompe conceptos, que experimenta con sabores, aromas y texturas, para que la gente sea feliz comiendo, para que sienta nuevas emociones", dijo el chef, en esta ciudad.

"De lo que trata la cocina es de emociones", expresa.

Sencillo, franco, vestido con desaliño y de estatura mediana, nadie tomaría a Adriá por el indiscutible mejor cocinero del planeta. "Soy un tipo normal, que aprendió en la cocina, entrenándome y a quien, sobre todo, le gusta divertirse", insiste Adriá.

Sin embargo, su restaurante, El Bulli -donde los menús cambian cada año-, está considerado el templo gastronómico más sagrado del planeta.

¿Quién, antes de su llegada a los fogones, habría podido imaginar que el humo y las espumas podrían ser protagonistas en la cocina? ¿Quién podría haber pensado en una sopa de pomelo caliente, un caviar de melón o un helado de queso parmesano?

"Sólo tratamos de dar placer, de sorprender", insiste el chef, quien explica que su inspiración proviene de "la vida".

"Viene de la vida: los viajes los amigos, las experiencias, pero no sólo culinarias; los encuentros, por ejemplo, esta conversación esta noche en Londres", dice Adriá, que viajó a la capital británica para recibir el premio de la revista Restaurant, considerada la Biblia de la gastronomía mundial.

Pero, pese a su sencillez, los experimentos que ha realizado en El Bulli, en Rosas, Cataluña, han dejado a todos boquiabiertos, incluidos chefs, críticos, cronistas gastronómicos y comensales.

"Ferrán Adriá no es un cocinero. Es un artista, con Dalí, como Gaudí; su cocina es como un espectáculo de El Circo del Sol", dijo el chef Joan Roca, de El Celler de Can Roca, en Girona, que figura entre las diez mejores mesas del mundo, según la lista de Restaurant.

"La cocina de Adriá es un espectáculo de fuegos artificiales que estallan en el paladar", agregó Rafael Ansón Oliart, presidente de honor de la Academie Internacionale de Gastronomie.

A él no le gusta el término de "gastronomía molecular", que ha sido utilizado para describir su cocina. Se le llama así "sólo porque experimentamos, pero no quiere decir nada", dice. Prefiere el término de "romper conceptos", de "deconstrucción".

"Lo que hago simplemente es tomar un plato conocido -como puede ser la tortilla de papas- y transformar todos sus ingredientes, o parte de ellos, modificando la textura, la forma, o su temperatura. El plato preserva su esencia, pero es radicalmente diferente del original y también su apariencia", explica.

Cuenta que su restaurante está abierto sólo seis meses del año, entre abril y septiembre. ¿Y qué hace el resto del tiempo?

"Viajo por el mundo, investigo, experimento", responde Adriá, quien agrega que su última pasión es el Amazonas, en particular las frutas desconocidas de ese lugar.

"Mis próximos experimentos serán con ingredientes del Amazonas, maravillosos", asegura Adriá.

El chef ha recorrido también Asia -Bangkok, Tokio, Shangai-; Estados Unidos, desde San Francisco hasta Nueva York, y lugares más remotos, como Patagonia o las islas Mauricio, probando sabores y restaurantes, recogiendo ideas.

"Estoy trabajando, siempre trabajando", finaliza.

 
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