Rafael Correa y Evo Morales arremeten contra el neoliberalismo en el Día del Trabajo
Presidentes de Ecuador y Bolivia salen a marchar con los obreros
Lula, ausente de la misa tradicional en Sao Paulo
Movilizaciones en Centro y Sudamérica
Ampliar la imagen El presidente ecuatoriano, Rafael Correa (al centro), marchó ayer con los trabajadores por las calles de Quito, en un acto sin precedente en el país, para celebrar el Día Internacional del Trabajo Foto: Ap
Ampliar la imagen Entre líderes sindicales y campesinos, el gobernante de Bolivia, Evo Morales, encabezó en La Paz el desfile del primero de mayo Foto: Ap
Quito, 1º de mayo. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, encabezó hoy por primera vez una multitudinaria marcha de obreros en la celebración del Día Internacional del Trabajo, en un acto sin precedente al cual fue invitado por las centrales sindicales del país y donde destacó el rechazo a las políticas económicas neoliberales.
Este primero de mayo juntó por primera vez en Ecuador, tanto en la marcha como en la misma tarima, a un presidente y a líderes sindicales. Correa marchó del brazo de los dirigentes obreros por el centro de Quito, con los ministros de su gabinete detrás y decenas de policías y militares escoltando a todos, en medio de vítores de la gente.
"¡Habrase visto: un presidente, los sindicalistas y la policía caminando juntos un primero de mayo. Ver para creer!", exclamó una vieja luchadora de la izquierda, al paso del contingente, en un acto en el que algunos creyeron ver la postal del ingreso a La Habana de Fidel Castro y demás líderes revolucionarios en enero de 1959.
Correa marchó un kilómetro hasta llegar a la tarima de la Plaza de San Francisco, donde era esperado por decenas de personas que alzaban banderas rojas con la hoz y el martillo y pancartas contra Estados Unidos.
"El primero de mayo es para decirle, señor presidente, que trabajadores e izquierda no estamos divididos. Llamaremos a la minga (trabajo comunitario) nacional para combatir la corrupción, a la derecha, a las petroleras que tanto daño han hecho", declaró Mesías Tatamues, líder del Frente Unitario de Trabajadores (FUT).
La misma explotación, pero con nombres más bonitos
Correa esperó paciente el turno al micrófono elevando cada tanto la mano para saludar a las mujeres con niños en brazos que se agolpaban frente a la plataforma. Inició su intervención presentándose como "el primer trabajador de la patria". Y de ahí en adelante arremetió contra el neoliberalismo, las multinacionales y la intermediación laboral.
"Qué ha hecho el neoliberalismo: reproducir la explotación laboral de otras épocas, sólo que con mayor técnica, con nombres más bonitos como el de flexibilización, tercerización, trabajo por horas", afirmó ante la multitud.
El mandatario, con una aceptación de 76 por ciento, propuso luego la creación de un código laboral único en Sudamérica para enfrentar a las multinacionales.
Advirtió, en un discurso de casi media hora, que "resistirá a la globalización y el modelo neoliberal porque, en vez de integrar a la sociedad, ha querido crear un gran mercado donde los trabajadores sean dispuestos en función de las necesidades de acumulación".
Animado por los asistentes, agregó que bajo el "socialismo del siglo XXI" el trabajo estará sobre el capital.
Mientras, en La Paz, Evo Morales se convirtió también en el primer presidente de Bolivia en marchar junto a los sindicatos en esta fecha, en un acto en el que se comprometió a continuar su lucha "antimperialista y antineoliberal" para sacar al país de la extrema pobreza en que vive.
El gobernante, que aprovechó para decretar un incremento salarial de 62.57 a 65.70 dólares mensuales al salario mínimo -aún insuficiente a las necesidades de la canasta básica-, marchó más de tres kilómetros por el centro de La Paz en la columna de la Central Obrera Boliviana, y con los campesinos celebraron el primer aniversario de la nacionalización de los hidrocarburos.
En contraste, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, se abstuvo de participar por primera vez en una misa de conmemoración del primero de mayo, que se realiza todos los años en una iglesia de la región industrial de Sao Paulo. Esta es la primera vez, desde 1981, que Lula no participa de la tradicional liturgia en la ciudad que lo vio nacer como dirigente sindical.
No obstante, las dos mayores centrales obreras de Brasil celebraron en Sao Paulo el Día del Trabajo con multitudinarios festejos: la Central Unica de Trabajadores, fundada por Lula, y Fuerza Sindical, con más de un millón de afiliados asistentes.
Decenas de organizaciones sindicales de izquierda -fuertemente atomizada- encabezaron las marchas en Buenos Aires, en un ámbito en el que las movilizaciones se extendieron a todo Argentina en diversos actos, reportó la corresponsal Stella Calloni.
Asimismo, por primera vez en más de cuatro décadas los trabajadores uruguayos celebraron esta fecha con dos actos en Montevideo, convocados por centrales de izquierda. En tanto, en Asunción hubo expresiones de repudio a la política económica del gobierno por parte de las centrales sindicales de Paraguay.
En Santiago unos 10 mil trabajadores chilenos reclamaron mejoras salariales, condiciones dignas de trabajo y emplazaron a la derecha a sancionar en el Congreso la reforma previsional, contratación colectiva y mejor seguro de desempleo, citó el corresponsal Enrique Gutiérrez.
Los trabajadores venezolanos marcharon divididos entre los partidarios y los opositores al gobierno de Hugo Chávez, mientras en Colombia se repudió un TLC con Estados Unidos y los nexos de políticos oficialistas con los paramilitares. Al final, hubo actos vandálicos con nueve policías y tres civiles heridos. En Perú, niños y adolescentes exigieron que se les deje trabajar sin restricciones.
En Managua, el presidente Daniel Ortega encabezó una marcha de trabajadores y simpatizantes sandinistas. Ortega anunció que restructurará la deuda interna con los banqueros y aumentará los impuestos a los ricos para incrementar el salario de los trabajadores estatales, los soldados y poder financiar programas sociales.
Miles de sindicalistas salvadoreños rechazaron las políticas privatizadoras y reclamaron empleos, en tanto que los lisiados de guerra exigieron mejorar su "situación crítica". A la par, en Panamá, los trabajadores se opusieron al TLC con Estados Unidos, y en Guatemala hubo pedidos de "flexibilidad laboral".