México SA
Privilegios tributarios, intocables
Se deja de captar 6% del PIB
México, paraíso fiscal
Mira puesta en IVA en alimentos y medicinas
Ampliar la imagen El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en la reunión del 27 de abril pasado con diputados, donde se analizó la situación hacendaria del país, aunque no informaron sobre acuerdos concretos Foto: José Antonio López
Que siempre no fue en la segunda semana de abril como originalmente se comprometió, y que será hasta septiembre próximo cuando el secretario de despacho e integrantes de la junta de coordinación política de la Cámara de Diputados castellanicen lo que ellos entienden por "reforma" fiscal, "régimen tributario equitativo" y/o "que paguen quienes tienen que pagar" impuestos, todo ello, desde luego, sin alterar privilegios impositivos, ni mucho menos cancelar regímenes especiales.
Se acabó el periodo ordinario de sesiones en San Lázaro y nada concreto se acordó, públicamente, en lo que a "reforma" fiscal se refiere, aunque sólo un compromiso parece haber quedado amarrado entre el secretario Agustín Carstens y los muchachos de la citada junta: no mover un milímetro los privilegios tributarios, salvo en el caso del IVA en alimentos y medicinas, aunque la versión oficial asegure que en este caso "aún no se define la postura".
En ese desastre de la historia reciente conocido como sexenio del "cambio", el erario dejó de captar más de 2 billones 300 mil millones de pesos (algo así como 240 mil millones de dólares) como resultado de regímenes especiales, tasas preferenciales, estímulos fiscales y demás privilegios, que han convertido a México en uno de los paraísos tributarios más atractivos del mundo (no para todos, desde luego), y a las finanzas nacionales en una de las más endebles del planeta. Y a esa cifra hay que añadir los cerca de 520 mil millones que por igual concepto se dejarán de percibir sólo en el primer año de la "continuidad". Todo ello, desde luego, sin considerar los 500 mil millones por "créditos fiscales", mayoritariamente en beneficio de las grandes empresas.
Año tras año, en el contexto de una economía escuálida, concentrada, cada vez más orientada a los servicios, altamente dependiente del ingreso petrolero y demás bellezas, el país se da el lujo de no captar alrededor de 6 por ciento del producto interno bruto por esos privilegios, o lo que es lo mismo cerca de 500 mil millones de pesos anuales.
Aun así, los privilegios fiscales no serán rozados en eso que los gatopardianos de Hacienda y San Lázaro llaman "reforma" fiscal. En este contexto, el Banco Interamericano de Desarrollo ubica a México en el tercer escalón latinoamericano en lo que a regímenes tributarios especiales se refiere, en competencia directa con Guatemala y Colombia (segunda y primera posición, respectivamente).
La mira está puesta en el IVA a medicinas y alimentos, la única exención -socialmente repartida- que sería cancelada. Durante eso que algunos llaman "gobierno del cambio", por este concepto el fisco dejó de captar 457 mil millones de pesos (94.5 por ciento de ese total corresponde a alimentos y 5.5 por ciento a medicinas). Para 2007 se calcula que la exención de IVA en alimentos y medicinas signifique un sacrificio fiscal de 112 mil y 10 mil 500 millones de pesos, respectivamente.
Allí están puestos los ojos de los "reformadores", pero en igual periodo el fisco dejó de captar un billón 360 mil millones de pesos (tres veces más que por IVA en alimentos y medicinas) por los regímenes especiales del impuesto sobre la renta a empresas y personas físicas, monto que a lo largo del "cambio" se incrementó 147 por ciento. Y sólo en el primer año de la "continuidad" se estima que más de 300 mil millones adicionales, por la misma razón, tampoco se enterarán. Esta elusión legalizada supera por mucho los ingresos extraordinarios por exportación petrolera captados en la administración foxista, y equivale a lo que a los mexicanos todos les costó, cuesta y costará el "rescate" bancario. Y entre los que gozan de los regímenes especiales hay muchos de los empresarios que se beneficiaron con la privatización de la banca y con el Fobaproa.
Es una realidad aterradora, pero en esta democracia "de, para y por los empresarios" (Fox dixit) se niegan a corregir la ruta, a enderezar el barco, a desaparecer los privilegios a pesar de lo obvio, pero sí se aplican, y a fondo, para aumentar la carga sobre los de siempre.
Es grotesco que un país gaste sus ingresos extraordinarios por exportación petrolera en pagar los impuestos a un grupo de empresarios y sus empresas, con el pretexto (totalmente falso a la luz de los resultados) de incentivar la inversión privada, generar empleo, impulsar el crecimiento y fortalecer el desarrollo social. Es grotesco, pero el gobierno mexicano así procede, no sin la ayuda del Legislativo.
En un país con la mitad de la población hundida en la pobreza y la miseria, el gobierno se da el lujo de regalar fiscalmente el 6 por ciento del producto interno bruto, pero se niega a subsidiar, por ejemplo, el precio de la tortilla "porque distorsionaría al mercado".
De cada peso que la supuesta autoridad nacional obsequia por medio de los regímenes especiales, 60 centavos terminan en los bolsillos de empresas y empresarios, sin considerar "créditos" fiscales y condonaciones.
Constituye un verdadero asalto a la nación, y si los "reformadores" quieren hacer algo realmente valioso, entonces que modifiquen la política fiscal. Pero no va por allí el tiro: si ahora son 60 centavos, trabajarán duramente para que sean 65, o más, que ya encontrarán quién los pague.
Las rebanadas del pastel
Sobre advertencia no hay engaño: parece que existe un grupo de opositores al gobierno de Hugo Chávez, "que busca al ex presidente de México, Vicente Fox Quesada, para pedirle su respaldo e intermediación para acciones desestabilizadoras y contrarrevolucionarias, así como recursos" (El Universal). Pues bien, alguien tendría que advertir a esos ilusos que si van en serio y pretenden algo efectivo, la primera medida es alejarse lo más posible de Fox, porque mientras ellos van presos el ex mandatario presumirá que el movimiento antichavista triunfó rotundamente con "tasas históricas".