DISQUERO
DISQUERO
El alma entera en sus cuartetos
La lógica de continuidad en el juego de esferas trazado desde Disqueros anteriores, dedicados consecutivamente a Arvo Pärt, John Tavener, música budista y la semana pasada la obra de Henryk Mikolaj Górecki, conduce nítidamente a otra música emparentada con las anteriores por su capacidad de entablar contacto con la divinidad. Es el caso del maestro ruso Alfred Schnittke, nacido en Engels, Alemania en 1934, criado a orillas del río Volga en Rusia y muerto en 1998 a orillas del río Elba, otra vez en Alemania.
Se trata de un compositor cuya producción alcanza dimensiones descomunales en sus logros estéticos, misterio y encanto, sorpresa y ludismo, altos contrastes cuasi dramatúrgicos que lo ubican, entre expertos, como el heredero intelectual y artístico de Dmitri Shostakovich, aunque no necesariamente como un continuador en términos estilísticos, sino precisamente en cuanto a trascendencia de su obra.
Como en el Disquero de la semana pasada nos apoyamos en los cuartetos de cuerdas escritos por Górecki interpretados por el Kronos Quartet como punto de encuentro para presentar su obra integral, conviene realizar el mismo procedimiento ahora con Schnittke, dado que se consigue en México un álbum valiosísimo que, al igual que en el caso del polaco Górecki, dibuja de cuerpo entero la personalidad artística del ruso Schnittke.
Se trata del álbum doble titulado Kronos Quartet performs Alfred Schnittke. The Complete String Quartets (Nonesuch recordings), cuya portada y una de las fotografías interiores son de la autoría de la legendaria fotógrafa Betty Freeman, imágenes tomadas en Berlín en mayo de 1990, así como la fotografía de abajo a la izquierda en el Disquero, donde aparece Schnittke en su departamento, en Moscú, en 1975, delante de una foto de su maestro elegido, Igor Stravinsky (en este álbum, por cierto, se ofrece una obra que escribió Schnittke en ocasión de la muerte de su mentor, a manera de homenaje) y es de la autoría de Marianna Volkov, esposa del periodista y musicólogo ruso Solomon Volkov, quien cobró celebridad merced a su libro Testimony, escrito en 1976 pero publicado cuatro años después, una vez emigrado. En ese libro, Volkov vuelca testimonios tremendos acerca de la vida de Dmitri Shostakovich (1906-1975), contados a Volkov por el propio compositor poco tiempo antes de morir. El libro se ha convertido en referencia obligada y es a su vez un testimonio polémico, pues la viuda del autor ha encabezado una ola de desmentidos respecto de la autenticidad de los testimonios, es decir, que dudan que maese Shosta haya proferido tan tremendos dichos.
Solomon Volkov escribió después otro libro testimonial igualmente tremendo y dedicado al poeta ruso Joseph Brodsky (1940-1996), Premio Nobel de Literatura 1987. El más reciente texto del controvertido Volkov viene impreso en las notas al programa del álbum que ahora nos ocupa y se trata de un testimonio muy valioso.
Además de trazar un retrato muy completo del artista disidente, Solomon dirige también el testimonio, obtenido de primera mano de su amigo Schnittke, hacia sus cuartetos de cuerdas, contenidos igualmente en este álbum que puede fungir muy bien como puerta, o ventana si se prefiere, de entrada a la obra de un autor fundamental. Algunas de sus partituras orquestales han sido dadas a conocer en México por la Orquesta Filarmónica de la UNAM en la sala Nezahualcóyotl.