La pérdida de Slava es un duro golpe para la cultura rusa, dice Solyenitzin
Envuelto en gloria, en la patria que lo expulsó, murió Rostropovich
Los restos del notable violonchelista son velados en el Conservatorio de Moscú
Con su deceso y el de Boris Yeltsin culminan una era musical y una época política
Ampliar la imagen El violonchelista y director de orquesta ruso Mstislav Rostropovich, en noviembre de 1989, cuando ofreció un concierto memorable con obras de Johann Sebastian Bach al pie de los restos del Muro de Berlín Foto: Reuters
Moscú, 27 de abril. Grande entre los grandes de la música clásica contemporánea y, a partir de este viernes, de todos los tiempos, Mstislav Rostropovich, virtuoso del violonchelo y uno de los directores de orquesta más aclamados del mundo, murió hoy aquí a consecuencia de un cáncer hepático, justo un mes después de haber recibido en el Kremlin el homenaje de las autoridades y de sus seres queridos en ocasión de su 80 aniversario.
Convaleciente todavía de una delicada intervención quirúrgica en el Centro Oncológico de Moscú, donde se le extirpó un tumor maligno del hígado, el genial Slava (diminutivo de Mstislav), como se conocía al maestro más allá del círculo íntimo desde que el compositor polaco Krysztof Penderecki le dedicó, en 1986, uno de sus solos para violonchelo con un lacónico y a la vez definidor de su bonhomía Per Slava, aceptó la invitación de Vladimir Putin de celebrar su 80 cumpleaños en la residencia oficial del presidente ruso.
El 27 de marzo pasado, arropado por el cariño de Galina Vishnievskaya, su esposa y diva de la ópera, y sus dos hijas, así como medio millar de amigos llegados a Rusia desde todos los confines, Rostropovich se declaró ''el hombre más feliz del mundo".
Pero en las imágenes de Rostropovich aquella memorable cena, que se pudieron ver por la televisión local, apareció ya un hombre herido de muerte, que fue capaz de sobreponerse al dolor para sonreír y abrazar como despedida a su gente.
Irrestricto compromiso político
Más allá de los momentos inolvidables con que hizo vibrar con su música, en el recuerdo de muchos quedarán para siempre los desafíos a las autoridades en turno que protagonizó el Rostropovich comprometido con sus ideas políticas, sin pensar nunca en las consecuencias negativas que ello podría acarrearle.
Así se comportó, sin sombra de duda, al brindar su apoyo irrestricto al escritor Alexandr Solyenitzin, y por encima de todo su amigo, cuando nadie se atrevía a saludar siquiera al autor de Archipiélago Gulag, caído en desgracia en la Unión Soviética de finales de los años 60 del siglo pasado.
Rostropovich y Vishnievskaya, en 1969, en los momentos más difíciles para el futuro Premio Nobel de Literatura y su familia, les permitieron vivir en su dacha (casa de campo) y difundieron una carta abierta a Leonid Brezhnev, el entonces dirigente soviético, en defensa del escritor, lo cual desató una campaña de acoso en contra de los anfitriones -la suspensión inmediata de todas sus actuaciones y giras, fue el primer castigo- que los llevó al exilio forzado en 1974.
''La pérdida de Mstislav Rostropovich es un duro golpe para toda nuestra cultura, de la cual intentaron desvincularlo hace 30 años, cuando le quitaron la ciudadanía (soviética), pero él supo vencer todas las adversidades y cubrió de gloria a la cultura rusa en todo el mundo", resumió Solyenitzin.
En los 17 años que Rostropovich estuvo al frente de la afamada Orquesta Sinfónica Nacional de Washington, entre 1977 y 1994, y a pesar de la intensa actividad propia de esa responsabilidad, siempre se dio tiempo para estar ahí donde él consideraba indispensable su presencia.
Por eso, improvisó un concierto de Bach junto a los restos del Muro de Berlín, en 1989, y no dudó en empuñar una Kalashnikov para defender la sede del gobierno de Rusia durante los días del fallido golpe de Estado en 1991.
Pocas veces se vio a un Rostropovich tan triunfal y eufórico como durante su participación en el concierto de homenaje a Dmitri Shostakovich, su maestro y entrañable amigo mayor, en ocasión del centenario del compositor, el año pasado.
Artista multipremiado
Para Yuri Bashmet, uno de los intérpretes de viola más reconocidos de la actualidad, Rostropovich era ''el emperador de las cuerdas y el arco".
Destaca Bashmet: ''Poco después de morir José Stalin, murió Serguei Prokofiev; acaba de fallecer Boris Yeltsin, hoy nos deja Mstislav Rostropovich. Con Yeltsin terminó una época política, con Rostropovich, una época musical".
Rostropovich obtuvo los máximo galardones soviéticos, como son dos veces el premio Stalin y una vez el Lenin, y también fue reconocido con prestigiosos premios internacionales, entre ellos el Polar Music Prize, otorgado por la Real Academia de Música de Suecia, el premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén y el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, compartido con el violinista británico Yehudi Menuhin.
Todo este sábado estará abierta la capilla ardiente en el Conservatorio de Moscú, y tras una misa de cuerpo presente en la Catedral de Cristo el Salvador, el genial Slava será enterrado el domingo en el cementerio de Novodievichi, donde el miércoles anterior fue inhumado Yeltsin.