Y el que la privatizare...
La mente humana sigue siendo extraordinariamente frágil frente a los mitos, las supersticiones, las consejas populares. Vea usted el bonito caso de la mitología cristiana que descubrió un lugar en el cielo llamado limbo, sitio al cual llegarían las almas niñas de los niños natos o nonatos y las niñas natas y nonatas que mueren sin el bautismo de agua. Decidieron teólogos, como Santo Tomás, que no irían al infierno, sino que quedarían indefinidamente en stand by, por los siglos de los siglos: no podían llegar a la visión beatífica, porque esas almas niñas andaban cargando el pecado original. Después de cerca de dos milenios de sesudas disquisiciones, los señores teólogos del Vaticano acaban de decidir que el limbo no existe y que las almas de los niños que mueren sin bautismo van por vía directa al paraíso. ¡Uf!, ¿y ahora qué, ya se vale alcanzar la visión beatífica con el tremendo pecadazo a cuestas? ¿O cuál es la explicación que le va a dar a sus fieles el big boss de los cristianos?
Que tamaños despropósitos puedan ocurrir, no es de extrañar, si consideramos los siguientes números: los años de escolaridad de la población de 25 a 64 años, en 2003, fueron 11.9 para los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos o de 11.8 para la Unión Europea. Algo menos de 12 años de escolaridad es un barniz muy tenue en términos del conocimiento acumulado por la humanidad. Y esto ocurre en los espacios sociales más desarrollados del mundo. Si consideramos al resto, uno puede imaginar por qué la humanidad anda como anda: con la cabeza poblada de mitos, supersticiones y consejas al por mayor, suponer cómo andaban esas mentes en tiempos de Agustín de Hipona, e inferir al mismo tiempo el brutal grado actual de concentración del saber.
Que el lector disculpe la digresión con la que empieza este artículo (era irresistible), pero mi tema era otro mito enteramente distinto: la privatización de la educación. Si tomamos decisiones con base en mitos y no en conocimiento duro, nos equivocaremos indefectiblemente.
Acceda usted al Sistema Nacional de Estadística Educativa de la SEP online, y hallará lo que ocurre (agradezco al investigador José Rangel que me haya permitido leer un estudio suyo, próximo a publicarse, por el que conocí los datos que el lector verá a continuación).
En la educación básica (primaria y secundaria) la población escolar privada (PEP) era en 1970 de 10 por ciento de la población total de ese nivel. A partir de ese año la PEP disminuye constantemente hasta llegar a 6 por ciento en 1984; a partir del siguiente año comienza a recuperarse, pero en 2005/06 no había alcanzado la proporción de 1970. La PEP de secundaria en particular muestra una tendencia dramática de disminución. De representar alrededor de 28 por ciento, en 1970, no ha cesado de decrecer y es en 2005/06 de 7.5 por ciento.
En el nivel medio superior (bachillerato propedéutico y profesional técnico), la curva de la PEP tiene un comportamiento mucho más irregular. En 1970 representa 10.5 por ciento de la población escolar de este nivel; aumenta con cierta rapidez a partir de 1982 para llegar a representar 21 por ciento en los años 1987 y 1988, y seguir después una tendencia inversa, disminuyendo con rapidez desde esa fecha, hasta llegar a 10 por ciento en 2005/06. La SEP acaba de anunciar que sería necesario duplicar la cobertura del nivel medio superior para poder atender la avalancha de demanda esperada, y, agreguemos, si se quiere cumplir la meta anunciada por el presidente Calderón de alcanzar una cobertura de 30 por ciento en el nivel superior. Con ello la desprivatización de este nivel aumentará.
De modo que en la primaria, en la secundaria y en el nivel medio superior no sólo no ha habido privatización, sino precisamente lo contrario.
En el nivel superior las tendencias son distintas. Entre 1970 y 1983, con alguna oscilación, la estructura se mantiene prácticamente estacionaria; entre 12 y 14 por ciento de la población escolar total corresponde a la PEP. A partir de ese año da inicio un proceso lento de privatización hasta 1993/94, y después de este ciclo la privatización se acelera en el contexto de una política deliberada de mantener estancado el crecimiento de la educación pública. Para el ciclo 2000 /2001 la PEP ha rebasado 30 por ciento del total. Pero a partir de 2001 la oferta pública cambia de tendencia hacia el alza, al tiempo que la privada se retrae. El resultado: un diferencial muy pequeño en favor de la privada, con lo que la PEP ha vuelto a vivir hasta el presente otro periodo de estancamiento.
Las tendencias de la PEP de nivel superior del último quinquenio parecen indicar que ha llegado a un límite infranqueable establecido por la aguda concentración del ingreso. Si es verdad que la educación es el tema más relevante de la presente administración, y si se cumple la meta prometida de cobertura de 30 por ciento, ello no puede hacerse sino a través de una rápida expansión de la educación superior pública, con lo que veríamos un proceso de desprivatización, en este nivel.